Si has llegado hasta aquí es porque eres consciente de la trascendencia que atesoró Manuel Quimper en la historia. Cómo vivió y lo que hizo en el tiempo en que permaneció en este mundo fue determinante no sólo para aquellas personas que trataron a Manuel Quimper, sino que posiblemente legó una señal mucho más honda de lo que logremosconcebir en la vida de personas que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya nunca a Manuel Quimper en persona.Manuel Quimper fue uno de esos seres humanos que, por algún motivo, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.
Comprender lo bueno y lo malo de las personas significativas como Manuel Quimper, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es una cosa fundamental para que podamos poner en valor no sólo la existencia de Manuel Quimper, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Manuel Quimper, personas a quienes de de una forma u otra Manuel Quimper influenció, y desde luego, conocer y descifrar cómo fue el hecho de vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Manuel Quimper.
(Manuel Quimper Benites del Pino; Lima, 1754 - 1844) Navegante y explorador español. A los dieciséis años entró en la Compañía de la Marina Española de Lima, y también inició su primera navegación el diez de octubre de 1770 en el navío de línea San Lorenzo con destino a la isla de Pascua, a la que los españoles habían bautizado con el nombre de San Carlos. Regresó a Lima el 28 de marzo, y también ingresó en la Universidad de San Marcos, donde se especializó en matemáticas y náutica.
En 1774 se graduó con destacable, y navegó bajo las órdenes de Domingo Boenechea con destino a la isla de Tahití, que los españoles bautizaron como Amat. Tras la liturgia de sumisión de los originarios, los expedicionarios asistieron a alzar una misión que administró la Orden de San Francisco. Después, la nave regresó al Callao, el puerto de Lima, capitaneada por Tomás Gayangos, ya que el capitán Boenechea había fallecido a lo largo del viaje.
De junio a diciembre de 1777, Quimper navegó en la urca Nuestra Señora de Monserrat transportando maderas entre Guayaquil y Callao; y en 1782 estuvo designado en un barco que reconoció la isla de Juan Fernández y el puerto de Valparaíso (Chile). Un año después se instaló en el Callao con el empleo de ayudante del capitán de fragata Juan Hezeta, jefe de ingenieros.
Entre 1785 y 1786, Quimper sirvió bajo las órdenes del capitán de navío Antonio María Vacaro en la escuadra que defendía el Pacífico Sur. En abril de 1786 salió del Callao con rumbo a Cádiz en el navío Santiago la América, y llegó 4 meses después a su destino. Por sus trabajos y navegaciones, Carlos III le ascendió a alférez de navío en el mes de abril de 1787.
Quimper continuó prácticamente tres años en España, estancia truncada por la orden del ministro de Marina, Antonio Valdés, que le forzó a moverse a la Nueva España. Le acompañarían otros seis oficiales para formar parte en la exploración del nordoeste de América y en el abastecimiento de las metas franciscanas y dominicas de la Baja y la Alta California. Quimper partió de Cádiz el 26 de mayo de 1789 en el navío San Ramón, que iba capitaneado por el brigadier Pedro Autrán, que asimismo conducía al nuevo virrey mexicano, el segundo conde de Revillagigedo. Otro pasajero del navío fue el marino limeño Juan Francisco de la Bodega y Quadra, quien fue escogido comandante del departamento marítimo de San Blas (Nayarit, México).
A este destino se dirigieron todos y cada uno de los oficiales tras desembarcar en Veracruz y atravesar por tierra el virreinato novohispano. Al llegar al mencionado departamento, Quimper y sus compañeros se enteraron de los accidentes de Nutka, que brindaron como resultado la atrapa de 2 navíos ingleses: la balandra Princesa Real y el paquebot Argonauta. Ambos barcos, capitaneados respectivamente por Thomas Hudson y James Colnett, habían llegado a las costas del nordoeste de América para atrapar pieles de nutrias, muy apreciadas en los mercados asiáticos. Los navíos fueron apresados por Esteban José Martínez, designado a ocupar Nutka en nombre del rey de España, y conducidos a San Blas.
Enterado el virrey, ordenó a Quimper que devolviese la balandra Princesa Real a los ingleses para eludir un enfrentamiento diplomático, que en el final se causó (la "Nutka Sound Controversy"), y estuvo a puntito de llevar a España y también Inglaterra a la guerra. Además, el virrey Revillagigedo le encargó que indagase las pretenciones de los ingleses y reconociera el ajustado de Juan de Fuca. Quimper partió de San Blas el 3 de febrero de 1790. Permaneció en Nutka entre el 5 y el 25 de mayo, reparando múltiples desperfectos de la balandra y, al no hallar a los ingleses, inició el reconocimiento de Juan de Fuca para revisar si desembocaba en el Atlántico.
Quimper dejó Nutka el 31 de mayo, llevando de conduzco a Gonzalo López de Haro. El primero de junio, los expedicionarios llegaron a la ensenada de Clayoquot, donde continuaron diez días. En este tiempo reconocieron la costa y la llenaron de topónimos españoles que recordaban a sus compañeros y a los políticos de la temporada: Puerto de Revillagigedo (Sooke), Puerto Eliza (Pedder Bay), Puerto de Valdés y Bazán (Royal Roads), Puerto Quimper (Dungeness), Puerto de Bodega y Cuadra (Discovery Bay), Puerto de Córdoba (rada de Esquimault) y Puerto de Núñez Gaona (Neah Bay).
A pesar de estos trabajos cartográficos, Quimper no llegó a saber que el ajustado de Juan de Fuca era de todos modos el canal meridional de una isla (Vancouver island). El 4 de agosto puso con rumbo a Nutka, donde debía dar la balandra a los ingleses, pero, debido al mal tiempo, cambió el rumbo y se dirigió a Monterrey, capital de la provincia de españa de la Alta California, en donde ancló el primero de septiembre. Reparada la nave, volvió al puerto de San Blas, finalizando el viaje el 13 de noviembre de 1790.
Informado Revillagigedo de los hechos de la exploración, ordenó que la Princesa Real fuera entregada al armador británico, la South Sea Company, en Macao. La Corte aprobó el viaje, pero el virrey le agregaría una exclusiva comisión: el reconocimiento de la islas Sándwich (Hawai), estratégico archipiélago que estaba en el centro del Pacífico Norte y destino perfecto para que invernaran los navíos que comerciaban con las pieles del Nordoeste.
Quimper partió de San Blas el 14 de febrero de 1791 y el 20 de marzo siguiente divisó las islas. Tres días después ancló en la costa occidental de Hawai. Después recorrió el litoral y el 1 de abril alcanzó la bahía de Kealakekua, ámbito de la desaparición de Cook el 14 de febrero de 1779. El 6 de abril dejó Hawai y puso con rumbo a la isla de Maui, bautizando la bahía de Maalaea como ensenada de Quadra. Después reconoció la isla de Oahu, la que llamó ensenada de Quimper, sitio donde se levantaría en el siglo XX la base naval de norteamérica de Pearl Harbor.
Aquí se generaron distintos intercambios con los isleños, que obsequiaron a los españoles valiosas perlas y mantones. Finalmente, el 19 de abril, Quimper se dirigió el Manila. Llevaba en sus bodegas mucho más de tres mil pieles de nutria para dar a la Real Compañía de Filipinas en Macao, pero al llegar a esta localidad un enorme huracán afectó al barco y a la carga de pieles, que debieron ser rematadas por 2 mil dólares americanos.
Manuel Quimper debía regresar a San Blas dentro de la fragata San José de Almas, pero continuó en Cavite en espera de la autorización real para casarse con la andaluza Francisca Márquez, viuda del fallecido gobernador de la provincia de Camarines, Antonio Carrión. En Manila recibió a los integrantes de la expedición de Alejandro Malaspina, a quien Quimper entregó la compilación cartográfica que había efectuado en las islas Hawai.
Finalmente, partió el mando de la fragata San José de las Almas, acompañado de la goleta Valdés. Un huracán las apartó poco tras salir de las Filipinas, llegando la fragata a solas a San Blas el 6 de noviembre de 1792. Este mismo año, Quimper fue ascendido a teniente de navío y consiguió el permiso para casarse. Estuvo en San Blas hasta julio de 1796 en el momento en que regresó a España, y también ingresó por año siguiente en la Orden de Calatrava.
En mayo de 1797, Quimper se embarcó en el navío San Rafael, correspondiente a la escuadra de José de Mazarredo. En noviembre fue designado al apostadero de Algeciras bajo las órdenes de Bruno de Heceta. No tuvo contestación su solicitud de ser nombrado gobernador de Guayaquil, pero a cambio fue nombrado comandante de Bandera de los batallones de Marina en Madrid entre 1798 y 1802. Este último año fue designado a Veracruz con el cargo de ministro tesorero de la Caja Nacional.
En 1805 fue nombrado gobernador de Huamanga (Ayacucho), en Perú, pero no tomó posesión del mismo puesto que el virrey Abascal se lo canjeó por el de gobernador de Puno, en las riberas del lago Titicaca, donde continuó hasta su cese en 1810. Volvió a ese cargo unos meses después al fallecer su sustituto, Manuel Antonio Nieto, donde continuó hasta 1814, en el momento en que fue designado nuevamente a Huamanga, más allá de que se retardó nuevamente su viaje gracias a las rebeliones independentistas. Finalmente, rigió a lo largo de tres años la citada localidad y regresó a España en 1820, donde recibió la cruz de San Hermenegildo. Durante el saqueo de Puno perdió abundante documentación personal.
Los últimos años de Manuel Quimper están llenos de sombras. Se sabe con seguridad que entregó en Madrid un poder en el mes de febrero 1822 y regresó al Perú, donde, según el conde de Torata, se unió a los patriotas en 1823. El gobierno del Perú le nombró capitán de fragata y después de navío, pero no hay perseverancia reportaje.
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