La historia de las civilizaciones la narran las personas queen el transcurrir de los siglos, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han hecho queel mundo, de un modo u otro,avance.
Si has llegado hasta aquí es porque tienes consciencia de la relevancia que atesoró Manuel Payno en la historia. La forma en que vivió y las cosas que hizo en el tiempo en que estuvo en este mundo fue determinante no sólo para aquellas personas que trataron a Manuel Payno, sino que a caso dejó una señal mucho más insondable de lo que logremosimaginar en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya jamás a Manuel Payno de modo personal.Manuel Payno fue una persona que, por alguna causa, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.
Conocer las luces y las sombras de las personas significativas como Manuel Payno, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es una cosa sustancial para que seamos capaces de valorar no sólo la existencia de Manuel Payno, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Manuel Payno, aquellas personas a quienes de de una u otra forma Manuel Payno influenció, y por supuesto, comprender y entender cómo fue vivir en la época y la sociedad en la que vivió Manuel Payno.
Las biografías y las vidas de personas que, como Manuel Payno, atraen nuestra atención, deben servirnos siempre como punto de referencia y reflexión para conferir un marco y un contexto a otra sociedad y otra etapa de la historia que no son las nuestras. Intentar comprender la biografía de Manuel Payno, el motivo por el cual Manuel Payno vivió del modo en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo en su vida, es algo que nos ayudará por un lado a comprender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que avanza, de forma inexorable, la historia.
(México, 1810 - San Ángel, Distrito Federal, 1894) Escritor mexicano a quien se considera entre los iniciadores de la novela costumbrista. Terminados sus estudios, Manuel Payno trabajó como meritorio en la aduana de su localidad natal. Después pasó al Ministerio de Guerra con el nivel de teniente coronel como jefe de sección. En 1842 se le nombró secretario de la Delegación Mexicana en Sudamérica y también logró su primer viaje a Francia y también Inglaterra. Más tarde, el presidente Antonio López de Santa Anna lo envió a Nueva York y Filadelfia para estudiar el sistema carcelario.
En 1847 combatió contra los norteamericanos y estableció el servicio misterio de correos entre México y Veracruz. Durante la administración de José Joaquín de Herrera se desempeñó como ministro de Hacienda (1850-1851) y a lo largo del gobierno de Ignacio Comonfort fue secretario de esa cartera. Payno contribuyó al golpe de Estado de 1857, con lo que se le procesó y separó de la política. Restaurada la República, fue escogido diputado múltiples ocasiones. En 1882, con el gobierno de Manuel González, fue enviado a París; en 1886 fue nombrado cónsul de Santander y después cónsul general de España. Tras su regreso a México en 1892 ejercitó resumidamente como senador.
La obra de Manuel Payno
Aunque cultivó la poesía en su juventud y escribió para el teatro, la mayor aportación literaria de Manuel Payno está en el campo de la novela. Siguiendo los pasos de José Joaquín Fernández de Lizardi, cultivó la narrativa costumbrista, pero, en contraste a aquel, no lo movió una intención moralizante; su literatura manifiesta mucho más bien un deseo de divertir. Es, en este sentido, un creador folletinesco; sus libros están llenos de peripecias y lances pasmantes, e inclusive en ciertos ingresó elementos fabulosos.
Con la novela folletinesca El fistol del demonio (1845-1846) inició en México la modalidad de la edición por entregas, y también inauguró el cultivo de la novela romántica, a la que acercó al realismo. Su obra más esencial, redactada a lo largo de su estancia en España, es Los delincuentes de Río Frío (1889-1891), recreación del México de la primera mitad del siglo XIX. Aunque Payno en esta última pretendió redactar una novela naturalista, resulta evidente que no lo logró. Los delincuentes de Río Frío mucho más semeja, pasado el tiempo, un guion de cine del género western que una obra de arte; se le reconoce, no obstante, haber usado habilidosamente este estilo folletinesco para marcar ese enorme cuadro épico del comienzo de la vida sin dependencia del país.
Otros títulos de su producción son la novela El hombre de la situación (1861), ambientada en temporada colonial, y Tardes nubladas (1871), compilación de narraciones cortas. Payno fue asimismo un motor del periodismo y cooperó activamente en El museo mexicano, para el que escribió los cuentos y narraciones de viajes reunidos en Tardes nubladas. También escribió en el Ateneo mexicano, El año nuevo, Don Simplicio, El federalista y en la Revista científica y literaria de México, donde dio a entender su novela El fistol del demonio.
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