La historia de las civilizaciones está escrita por los hombres y mujeres queen el paso de los años, gracias a su proceder, sus ideas, sus innovaciones o su ingenio; han hecho queel mundo, de una forma u otra,progrese.
Ya sea inspirando a otras personas o siendo una pieza esencial de la acción. Manuel de Falla es una de esas personas cuya vida, indudablemente, merece nuestra atención por el grado de influencia que tuvo en la historia.Conocer la vida de Manuel de Falla es conocer más acerca de una época concreta de la historia del género humano.
Si has llegado hasta aquí es porque eres sabedor de la relevancia que atesoró Manuel de Falla en la historia. El modo en que vivió y lo que hizo mientras estuvo en este mundo fue decisivo no sólo para las personas que conocieron a Manuel de Falla, sino que posiblemente dejó una huella mucho más profunda de lo que podamosfigurar en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Manuel de Falla de modo personal.Manuel de Falla fue una persona que, por algún motivo, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.
Apreciar lo bueno y lo malo de las personas significativas como Manuel de Falla, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es una cosa esencial para que podamos valorar no sólo la vida de Manuel de Falla, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Manuel de Falla, gentes a quienes de de una forma u otra Manuel de Falla influenció, y sin duda, entender y comprender cómo fue vivir en el periodo histórico y la sociedad en la que vivió Manuel de Falla.
Las biografías y las vidas de personas que, como Manuel de Falla, cautivan nuestra atención, deben servirnos en todo momento como referencia y reflexión para ofrendar un marco y un contexto a otra sociedad y otra época de la historia que no son las nuestras. Intentar entender la biografía de Manuel de Falla, el motivo por qué Manuel de Falla vivió del modo en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo en su vida, es algo que nos ayudará por un lado a vislumbrar mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que se mueve, de forma inexorable, la historia.
(Cádiz, 1876 - Alta Gracia, Argentina, 1946) Compositor español. Con los catalanes Isaac Albéniz y Enrique Granados, el gaditano Manuel de Falla es el tercero de los nombres que constituyen la enorme trilogía de la música nacionalista de españa. Fue asimismo entre los primeros músicos de esta tradición que, cultivando un estilo tan inequívocamente español como distanciado del tópico, supo hacerse conocer de manera exitosa en toda Europa y América, y con esto superó el aislamiento y la supeditación a otras tradiciones a que la música hispana parecía sentenciada desde el siglo XVIII.
Jamás fue un compositor prolífico, pero sus producciones, todas y cada una ellas de un asombroso nivel de perfección, llenan prácticamente un espacio de privilegio en el repertorio. Recibió sus primeras enseñanzas musicales de su madre, una increíble pianista que, al avisar las indiscutibles talentos de su hijo, no vaciló en confiarlo a mejores instructores. Tras trabajar la armonía, el contrapunto y la composición en su localidad natal con Alejandro Odero y Enrique Broca, ingresó en el Conservatorio de Madrid, donde tuvo como profesores a José Tragó y Felip Pedrell.
La predominación de este último sería definitiva en la conformación de su estética: fue él quien le abrió las puertas al conocimiento de la música autóctona de españa, que tanta relevancia tenía que tener en la producción madura falliana. Tras ciertas zarzuelas, el día de hoy perdidas u olvidadas, como Los amores de Inés, los años de estudio en la ciudad más importante de españa acabaron con la composición de la ópera La vida corto, que se realizó acreedora del primer premio de un certamen convocado por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Aunque las bases del certamen estipulaban que el trabajo ganador debía representarse en el Teatro Real de Madrid, Falla debió aguardar ocho años para anunciar su partitura, y esto no fue en Madrid sino más bien en Niza.
Francia, exactamente, iba a ser la próxima etapa de su capacitación: afincado en París desde 1907, allí entró con relación a Claude Debussy, Maurice Ravel, Paul Dukas y también Isaac Albéniz, cuya huella es observable en sus creaciones de ese periodo, singularmente en Noches en los jardines de España, obra donde, pese al indiscutible aroma español que muestra, está latente cierto impresionismo en la instrumentación. Noches en los jardines de España escapa tanto de la manera del concierto como de la sinfonía; en ella el papel del piano, verdadero personaje principal, tiene enorme relieve, pero en ningún instante la orquesta (rica y expresiva) se restringe a una función de mero acompañamiento, sino acepta genuina relevancia. Consta de tres movimientos ("En el Generalife", "Danza lejana" y "En los jardines de la Sierra de Córdoba"), y se destaca por su aptitud para detallar las esencias del paisaje andaluz mediante una música de un delicioso refinamiento.
La madurez creativa de Falla comienza con su regreso a España, en el año 1914. Es el instante en que compone sus proyectos mucho más insignes: la pantomima El amor brujo y el ballet El sombrero de tres picos (este compuesto para cumplimentar un encargo de los insignes Ballets Rusos de Serge de Diaghilev), las Siete canciones populares españolas para voz y piano y la Fantasía bética para piano.
Estrenado el 15 de abril de 1915 en el Teatro Lara de Madrid, El amor brujo es un ballet en un solo acto que cuenta en un ámbito de brujería y secreto el triunfo del amor sobre las tinieblas; protagoniza la acción la gitana Candelas, quien ve de qué forma el espíritu de su viejo apasionado, ahora fallecido, se interpone entre ella y Carmelo. A través de una música que bebe de forma directa del cante jondo, del folclore y de la música habitual andaluza, se evoca el planeta de los gitanos, de sus sortilegios y leyendas, en una atmósfera inquietante y maléfica.
Indudablemente es la Danza del fuego la página mucho más apreciada de El amor brujo, y entre las mucho más universales de la música de españa: hablamos de una danza compuesta por tres fundamentos de carácter rítmico, prácticamente obsesivos, acorde con la escena de conjuro y encantamiento que procura evocar. El fragmento es una increíble exhibe de la capacidad de Falla para tratar los distintos instrumentos de la orquesta, por poner un ejemplo el piano, utilizado de forma percusiva. La celebridad de la Danza del fuego no debe eclipsar otros instantes de tanta o mucho más hermosura, como la Introducción y escena, En la gruta, la Canción del fuego fatuo o la Danza del terror. Todos ellos prueban la aptitud de Falla para hacer una música demasiado personal y, al tiempo, universal, inspirándose en fundamentos o ritmos populares andaluces.
El sombrero de tres picos fue estrenado en Londres el 22 de julio de 1919 por los Ballets Rusos de Diaghilev, con coreografía de Leonid Massine y decorados y figurines de Picasso. La acción de este ballet cómico (inspirado en la novela homónima de Pedro Antonio de Alarcón) nos ubica en una villa castellana del siglo XVIII, donde la joven mujer del molinero es acosada por el viejo corregidor local, quien se toca con un tricornio como símbolo de poder. Para la música, Falla empleó material folclórico de distintas zonas de España, y logró de esta forma el carácter habitual que procuraba. La Fantasía bética fue compuesta en 1919 por encargo del virtuoso pianista polaco Arthur Rubinstein. Obra con aires muy andaluces, derivados de manera directa del cante jondo, fue paradójicamente rechazada a lo largo de mucho tiempo por el público y rechazada por los intérpretes españoles. Rubinstein la estrenó en Nueva York en 1920.
El estilo de Manuel de Falla fue evolucionando mediante estas creaciones desde el nacionalismo folclorista que revelan estas primeras partituras, inspiradas en temas, armonías, ritmos y giros andaluces o castellanos, hasta un nacionalismo que procuraba su inspiración en la tradición musical del Siglo de Oro español y al que argumentan la ópera para marionetas El retablo de maese Pedro, una de sus piezas maestras, y el Concierto para clave y cinco instrumentos.
Adaptación musical y escénica de un popular episodio de Don Quijote de la Mancha, la inmortal creación de Miguel de Cervantes, El retablo de maese Pedro se encuentra dentro de las joyas de la música actualizada: efectuado conformemente con los cánones de una inspiración muy pura para un grupo instrumental de cámara, puede considerarse como la obra mucho más señera de Manuel de Falla. La partitura sigue en el chato de una perfectísima y muy fina caracterización musical para títeres hasta la última escena; en el momento en que participa don Quijote con su trágica disparidad, repentinamente se amplía en notas de humana compasión. Es un planeta que hasta aquel instante observamos mediante un anteojo invertido, que disminuye sus des, y repentinamente las des de los sentimientos vuelven a ser normales y la figura de don Quijote campea trágica y clemente, en su eterna humanidad. Mientras que en sus proyectos precedentes Falla hacía gala de una larga paleta sonora, heredada de manera directa de la escuela francesa, en estas últimas creaciones su estilo fue haciéndose mucho más austero y conciso, y de forma particular en el Concierto.
Los últimos veinte años de su historia, el profesor los pasó haciendo un trabajo donde consideraba tenía que ser la obra de su historia: la cantata escénica La Atlántida, sobre un poema del poeta en lengua catalana Jacint Verdaguer, que le había ofuscado desde su niñez y en el que veía reflejadas sus intranquilidades filosóficas, religiosas y humanísticas. Conocida por ahora solo por bastantes amigos íntimos, esta cantata escénica de vastas dimensiones para solistas, coro y orquesta era considerada por el creador como su testamento artístico y espiritual, y como un homenaje radical a los valores de la fe cristiana y de la civilización mediterránea, objeto de su veneración incesante. Aunque irregular, ciertas de sus páginas (el Prólogo, el Aria y muerte de Pirene, el Sueño de Isabel) poseen lo destacado del genio de Falla. El estallido de la guerra civil de españa lo forzó a buscar cobijo en Argentina, donde le sorprendería la desaparición sin que hubiese podido culminar la obra. La labor de finalizarla según los esbozos dejados por el profesor correspondió a su acólito Ernesto Halffter.
¿Qué te ha parecido la vida de Manuel de Falla? ¿Has encontrado todo aquello que suponías que ibas a hallar?
Evidentemente conocer en profundidad a Manuel de Falla es algo que se reserva a muy pocas personas, y que tratar de recomponer la persona que fue y el modo en que vivió la vida de Manuel de Falla es una especie de rompecabezasque probablemente logremos reconstruir si colaboramos todos en conjunto.
Por ese motivo, si eres de las personas que confían en que cooperando existen posibilidades de hacer algo mejor, y posees información en relación con la existencia de Manuel de Falla, o con respecto a algún detalle de su persona u creación que no hayamos observado en esta biografía, te pedimos que nos lo envíes.
Las sutilezas y las peculiaridades que llenan nuestras vidas son en todos los casos esenciales, ya que destacan la singularidad, y en la ocasión de la vida de alguien como Manuel de Falla, que tuvo su significación en un momento histórico concreto, es indispensable tratar de brindar una visión de su persona, vida y personalidad lo más rigurosa posible.
Sin titubeos, contacta con nosotros para contarnos qué conocimientos posees en relación con Manuel de Falla. Estaremos encantados de perfilar esta biografía con más información.