Ya sea inspirando a más personas o formando parte de la acción. Manuel Azaña es uno de esos seres humanos cuya vida, en efecto, merece nuestro interés debido al nivel de influencia que tuvo en la historia.Comprender la biografía de Manuel Azaña es comprender más sobre periodo preciso de la historia de la humanidad.
Si has llegado hasta aquí es porque eres sabedor de la importancia que detentó Manuel Azaña en la historia. La manera en que vivió y lo que hizo mientras estuvo en el mundo fue determinante no sólo para las personas que frecuentaron a Manuel Azaña, sino que a lo mejor dejó una señal mucho más honda de lo que podamosconcebir en la vida de gente que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya nunca a Manuel Azaña de modo personal.Manuel Azaña ha sido uno de esos seres humanos que, por alguna causa, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.
Las biografías y las vidas de personas que, como Manuel Azaña, atraen nuestra curiosidad, deben valernos en todo momento como referencia y reflexión para ofrecer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época de la historia que no son las nuestras. Intentar comprender la biografía de Manuel Azaña, el motivo por el cual Manuel Azaña vivió de la forma en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo durante su vida, es algo que nos impulsará por un lado a conocer mejor el alma del ser humano, y por el otro, el modo en que avanza, de forma inevitable, la historia.
(Manuel Azaña Díaz; Alcalá de Henares, Madrid, 1880 - Montauban, Francia, 1940) Político español, presidente de la Segunda República. Procedente de una familia liberal, Azaña estudió derecho en Zaragoza y Madrid, doctorándose con una proposición sobre La compromiso de las multitudes; entró por oposición en la función pública (1910); y completó su capacitación con una beca de la Junta para Ampliación de Estudios en París en 1911-12. Su actividad intelectual le llevó a la secretaría del Ateneo de Madrid, ya que ocupó entre 1913 y 1920; su interés por los temas militares se inició siendo comisionado por el Ateneo para conocer los frentes de la Primera Guerra Mundial en Francia y también Italia (1916).
En 1913 ingresó en el Partido Reformista de Melquiades Álvarez y participó con Ortega y Gasset en la fundación de la Liga de Educación Política; en 1918 creó la Unión Democrática De españa; pero fracasó en consecutivos intentos de ser escogido diputado en las Cortes de la Restauración (1918 y 1923). Se separó por un tiempo de la política para ocuparse al periodismo, primero como corresponsal en París (1919-20), entonces adelante de La Pluma (1920-23) y por último como directivo de la gaceta España.
Bajo la dictadura de Miguel Primo de Rivera abandonó el Partido Reformista y se declaró partidario de la República, fundando Acción Republicana (1925); al tiempo medraba su prestigio intelectual, con la publicación de proyectos como El jardín de los monjes o los Ensayos sobre Valera, aplicados al novelista español Juan Valera. En 1930 accedió a la presidencia del Ateneo y, ahora como figura de alcance nacional, participó en el Pacto de San Sebastián para deponer la monarquía de Alfonso XIII.
Al proclamarse la República de españa (14 de abril de 1931), Manuel Azaña se integró en el gobierno provisional como ministro de la Guerra. Participó activamente en las Cortes constituyentes, y aceptó la presidencia del Consejo de Ministros en el momento en que las disconformidades sobre las relaciones Iglesia-Estado llevaron a Niceto Alcalá Zamora a dejar el gabinete.
Como jefe de un gobierno compuesto por socialistas y republicanos de izquierdas (1931-33), Manuel Azaña impulsó un extenso programa de reformas: secularizó la vida pública (legalizando el matrimonio civil y el divorcio), rehabilitó el ejército, puso en marcha una reforma agraria y concedió la autonomía a Cataluña. Todo ello le encaró con las fuerzas conservadoras, pero no fue bastante para asegurarle el acompañamiento del movimiento obrero, en un instante en que la depresión económica mundial aguzaba las adversidades. Desprestigiado por la opresión armada de un alzamiento campesino en Casas Viejas (Cádiz), debió renunciar y perdió las selecciones de 1933, que brindaron el gobierno a la derecha.
En 1934 fusionó su partido con los radicales de Marcelino Domingo, formando Izquierda Republicana (1934), partido con el que efectuó una eficaz campaña de oposición al gobierno. La ascensión de José María Gil Robles al poder, interpretada como el triunfo del fascismo en España, le llevó a formar parte primero en la fracasada Revolución de Octubre de 1934 (con lo que pasó cierto tiempo en prisión) y a complementarse después en un Frente Popular con todas y cada una de las fuerzas de izquierdas.
El triunfo de esa capacitación en las selecciones de febrero de 1936 devolvió a Manuel Azaña a la jefatura del gobierno y le fomentó después a la Presidencia de la República (mayo). Enseguida reanudó el software reformista del primer bienio republicano, pero solamente tuvo tiempo de desarrollarlo a raíz del golpe de Estado que, desde julio, dio paso a la Guerra Civil (1936-39).
Azaña salió quedando paulativamente apartado, sin aptitud para sostener la unidad y el orden en el bando republicano, frente al radicalismo y los enfrentamientos internos de las organizaciones obreras; las fuerzas golpistas, en contraste, centralizaron inmediatamente el mando en la figura del general Francisco Franco. Refugiado en su papel de intelectual, se dejó pensar sobre la guerra en La velada en Benicarló (1937); y defendió la conveniencia de apresurar un final negociado de la contienda, frente a la visión implacable de la derrota (lo que le encaró con Juan Negrín). Perdida la guerra, se exilió en Francia y renunció a la presidencia (1939).
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Los matices y las sutilezas que llenan nuestras vidas son siempre imprescindibles, ya que marcan la diferencia, y en el tema de la vida de una persona como Manuel Azaña, que tuvo su significación en una época concreta, es esencia tratar de mostrar una visión de su persona, vida y personalidad lo más rigurosa posible.
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