Manuel Ascencio Segura y Cordero

La historia de la civilización la narran aquellas personas queen el paso de los años, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han originado queel género humano, de una forma u otra,avance.

Si has llegado hasta aquí es porque tienes consciencia de la importancia que detentó Manuel Ascencio Segura y Cordero en la historia. La forma en que vivió y aquello que hizo durante el tiempo que permaneció en el mundo fue decisivo no sólo para aquellas personas que trataron a Manuel Ascencio Segura y Cordero, sino que tal vez dejó una señal mucho más honda de lo que logremossospechar en la vida de personas que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya jamás a Manuel Ascencio Segura y Cordero de modo personal.Manuel Ascencio Segura y Cordero ha sido una persona que, por alguna causa, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.

Las biografías y las vidas de personas que, como Manuel Ascencio Segura y Cordero, atraen nuestro interés, deben servirnos siempre como referencia y reflexión para conferir un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Tratar de comprender la biografía de Manuel Ascencio Segura y Cordero, porqué Manuel Ascencio Segura y Cordero vivió como lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo durante su vida, es algo que nos impulsará por un lado a comprender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que se mueve, de forma inevitable, la historia.

Vida y Biografía de Manuel Ascencio Segura y Cordero

(Lima, 1805 - 1871) Dramaturgo costumbrista peruano, reconocido como el mucho más reconocido del siglo XIX en el país. Hijo del teniente del ejército español Juan Segura y de Manuela Cordero, Manuel Ascencio Segura combatió a la vera de los peninsulares y al lado de su padre en la guerra de Ayacucho, la última en la guerra de la independencia. Perdida la causa que defendían, los Segura se han quedado en el país, consiguiendo el joven hijo el nivel de capitán en 1831, a lo largo del gobierno del general Agustín Gamarra, del que era fan.

Entre 1833 y 1834 Manuel Ascencio Segura escribió su primera comedia, La Pepa, en la que criticaba la prepotencia militarista, si bien no llegó a representarse ni a ser editada, ya que sus críticas latentes podían poner en riesgo su trayectoria militar. Durante los próximos años, Segura se vio inmerso en la barahúnda anarquista de las guerras civiles que se sucedieron en los principios de la república. Así, fue fan de Felipe Santiago Salaverry y nombrado gestor de la aduana de Huacho; decidió entonces moverse al sur, para batallar al costado del joven caudillo. Perdida la causa, fue hecho preso en Camaná por las fuerzas de la Confederación peruano-boliviana. Finalmente, derrotada la Confederación (1839), era de nuevo llamado por Gamarra a su ejército, del que se retiró terminantemente siendo teniente coronel de la Guardia Nacional, en 1842.

Por entonces ahora había estrenado su parte Amor y Política y su comedia El Sargento Canuto (1839), novedosa crítica al militarismo, la que tuvo una increíble aceptación entre el público. Enseguida escribiría el drama literario Blasco Núñez de Vela, la comedia La saya y el mantón y el entremés La mozamala. En La saya y el mantón aparecía el tema de las prácticas políticas de la temporada, especialmente de los elementos femeninos para lograr puestos públicos para sus familiares.

Para esos años, Segura era el hombre del teatro en Lima; entre 1839 y 1845, de hecho, era el único que cada cierto tiempo estrenaba piezas en el ámbito limeño. Precisamente ese último año se estrenaba en Lima la primera versión de Ña Catita, parte en tres actos (que entonces ampliaría a 4), probablemente la mucho más conocida de sus proyectos teatrales.

Segura asimismo escribió en medios de prensa de la temporada, como El Comercio (aún el día de hoy en circulación), del que fue redactor. En él publicó su única novela, Gonzalo Pizarro. En 1841 decidió dejar este períodico para ocuparse a la edición del periódico La Bolsa. En él aparecerían sus productos de prácticas Los Carnavales, Me voy al Callao, El Puente, etcétera. Se trata de contenidos escritos sin bastante precaución en el estilo, pero con un lenguaje directo y familiar que captura de forma fácil al lector. En este periódico asimismo publicó ciertos poemas, como A las muchachas. Otros productos de prácticas publicados en distintas periódicos fueron El té y la mazamorra, Los viejos, Las calles de Lima, Dios te guarde del día de las loas, etcétera.

En el momento en que apareció El Espejo de mi tierra, publicación satírica de Felipe Pardo y Aliaga, Segura colaboraría en los 2 números de Lima contra Pardo. Sin firmar los dos y con afín agudeza, cruzaron versos uno contra el otro. Segura y sus compañeros de redacción le achacaban a Pardo una actitud anticostumbrista y desdeñosa en frente de los deseos populares. Un ejemplo de esta "correo" literaria fue el poema Los tamales (de Segura) y su consiguiente contestación, El tamalero (de Pardo). Otras publicaciones en las que cooperó fueron El Cometa, El Vigía y El Moscón.

Casado ahora con María Josefa Fernández de Viana, Manuel Ascencio Segura marchó a Piura en 1842, señalado como Secretario de la Prefectura de esa localidad. Allí vivió los próximos once años, publicó el diario El Moscón y escribió La Pelimuertada. Epopeya de última moda, serie de poemas llenos de talento en los que de nuevo hacía alusiones contra su contendiente literario, Felipe Pardo, y los escritores academicistas de la ciudad más importante.

En 1853 volvió a residir en la ciudad más importante, ya que fue nombrado Comisario de Guerra y Marina del Ministerio de Hacienda. Con fundamento del trigésimo aniversario de la guerra de Ayacucho, en 1854 estrenó La Espía. Al año siguiente proseguiría la presentación de la parte El Resignado, de enorme éxito entre el público limeño. Pero la mayores loas las recibió en la segunda escenificación de Ña Catita (1856), su obra mucho más apreciada, ampliada de tres a 4 actos. Enseguida vendrían Nadie me la pega y Un juguete (1858), esta última considerada por ciertos críticos como una comedia madura, de las mejores del teatro peruano. El sainete El Santo de Panchita (1859) fue redactada por Segura en colaboración con Ricardo Palma. Finalmente, un par de años después generaba su última parte, Percances de un remitido (1861). Sin embargo, todavía vendrían estrenos de proyectos previamente escritas: El Cacharpari, Lances de Amancaes y Las tres viudas, esta última una comedia mucho más vigilada y pulimentada en la utilización del lenguaje que las precedentes.

Tanto las piezas teatrales como los productos costumbristas de Manuel Ascencio Segura retrataron con talento no superado a la sociedad peruana del siglo XIX: los militares prepotentes, las intrigas políticas, el juego de relaciones sociales para conseguir cargos públicos, los matrimonios arreglados, etcétera. Sus individuos teatrales (entre los que se destaca la santurrona Ña Catita, de accionar enterrado) tienen mucho más hondura sicológica que los hasta el momento conformados en el teatro peruano. En el chato del lenguaje, Segura enriqueció el vocabulario teatral, ingresando nuevos usos del charla limeña, tanto de los criollos como de los cholos mestizos y negros. Parte del éxito entre sus contemporáneos se debió a esa incorporación correcta de la manera de charlar de la calle o los mercados.

Hombre hábil con la pluma, Manuel Ascencio Segura no lo era, no obstante, para expresarse públicamente. Ocupó un escaño en el Congreso como diputado suplente por Loreto, pero no sobresalió exactamente por su oratoria, gracias a la timidez. Durante la última década de su historia, Segura escribió poquísimo. Para sus contemporáneos, fue un caso de muestra de honestidad personal, continuando durante su historia en una vida fácil, materialmente humilde.

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Obviamente conocer en profundidad a Manuel Ascencio Segura y Cordero es algo que está reservado a escasas personas, y que tratar de reconstruir la persona que fue y el modo en que vivió la vida de Manuel Ascencio Segura y Cordero es una suerte de puzzleque posiblemente lleguemos a reconstruir si contribuimos conjuntamente.

Debido a esto, si eres de esas personas que creen en que de forma cooperativa existen posibilidades de hacer algo mejor, y tienes información acerca de la existencia de Manuel Ascencio Segura y Cordero, o con respecto a algún matiz de su persona u obra que no hayamos contemplado en esta biografía, te pedimos que nos lo hagas llegar.

Los matices y las sutilezas que ocupan nuestras vidas son decididamente esenciales, ya que perfilan la diversidad, y en la ocasión de la vida de una persona como Manuel Ascencio Segura y Cordero, que detentó su trascendencia en un momento concreto de la historia, es fundamental intentar ofrecer una visión de su persona, vida y personalidad lo más exacta posible.

No lo dudes y contacta con nosotros para narrarnos qué conoces sobre Manuel Ascencio Segura y Cordero. Estaremos encantados de poder completar esta biografía con más información.