Luis Figo

Ya sea inspirando a otras personas o formando parte de la acción. Luis Figo es una de esas personas cuya vida, en efecto, merece nuestro interés debido al nivel de influencia que tuvo en la historia.Comprender la biografía de Luis Figo es comprender más sobre una época concreta de la historia del género humano.

Las biografías y las vidas de personas que, como Luis Figo, seducen nuestra curiosidad, deben servirnos en todo momento como referencia y reflexión para proponer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Intentar comprender la biografía de Luis Figo, el motivo por qué Luis Figo vivió de la forma en que lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo durante su vida, es algo que nos impulsará por un lado a comprender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que avanza, de forma inexorable, la historia.

Vida y Biografía de Luis Figo

(Lisboa, 1972) Futbolista portugués, considerado como uno de mejores interiores del fútbol mundial. Luis Filipe Madeira Caeiro, popular en los medios de deportes con el sobrenombre de Figo, nació el 4 de noviembre de 1972 en el hospital São Jorge do Arroios, en Lisboa, como hijo único del humilde matrimonio compuesto por António Caeiro, que dirigía una modesta tienda de supermercado en Almada, y Maria Joana Madeira.

Fue un óptimo estudiante al que se le daban realmente bien las matemáticas, pero próximamente debió dejar los estudios para ocuparse absolutamente a la realización de su sueño: ser un futbolista internacionalmente reconocido. Comenzó a entrenar el fútbol a los ocho años en el Barrocas B, un sencillo club del vecindario de trabajadores donde nació. A los diez años pasó al Os Pastilhas, donde ahora llamó la atención de los ojeadores del Sporting de Lisboa, el buque insignia de su ambiente.

A los 12 años el pequeño Luis superó las pruebas y se integró en las categorías inferiores del club lisboeta. Destacó sobre el resto de sus compañeros y comenzó con la selección Sub-16, con la que en 1989 se proclamó vencedor de Europa. Había surgido una generación de futbolistas portugueses que próximamente hicieron rememorar la temporada del enorme Eusébio, y Figo era la estrella mucho más rutilante. Esa progresión dejó que el 1 de abril de 1990 debutara con el primer aparato del Sporting en partido oficial frente al Marítimo. Tan solo tenía diecisiete años.

Al año siguiente se proclamó vencedor de todo el mundo juvenil con Portugal. Su actuación en este torneo y su importancia en el Sporting le valieron para debutar con la selección absoluta en 1992, a través de Carlos Queirós, que fue su entrenador en el Sporting.

El ídolo blaugrana

Su enorme partido con el aparato lisboeta frente al Real Madrid en la Copa de la UEFA de 1994 logró que los 2 equipos punteros del fútbol español se fijaran en él. Jorge Valdano, del Real Madrid, insistió en su contratación, pero solo ofrecía 40 millones de pesetas. No hubo acuerdo y entonces el F. C. Barcelona pujó por él.

No obstante, su contratación no fue simple, por el hecho de que antes que el Barça llamara a sus puertas, Figo había iniciado gestiones con 2 equipos italianos, la Juventus y el Parma, cosa que le podría haber acarreado una sanción de un par de años sin poder escapar del Sporting. Luisito, ya que, pasó al grupo barcelonista prácticamente sin quererlo. Fue una apuesta de Johan Cruyff, el entrenador del Barça, quien, por 230 millones de pesetas -un precio nada limitado entonces-, contrató los servicios del nuevo portugués para eliminar la huella del hasta el momento ídolo de la afición culé, Michael Laudrup, quien se había marchado al Real Madrid gracias a las diferencias que sostenía con el técnico holandés.

Figo se realizó próximamente un hueco en el vestuario y un espacio favorecido en el corazón de la afición blaugrana, para todos los que se transformó en el portaestandarte del barcelonismo y en la parte clave de los triunfos del aparato. En el F. C. Barcelona siempre y en todo momento dio muestras de su calidad pese a estar bajo el mando de tres entrenadores con estilos muy distinguidos: Cruyff, Bobby Robson y Louis van Gaal. Con ellos, el portugués probó su aptitud para amoldarse a cualquier sistema de juego. En su etapa barcelonista Figo ganó una Supercopa de España, 2 Copas del Rey, 2 Ligas, una Recopa de Europa y una Supercopa de Europa.

En 2000 Figo resaltó en extremo merced a su increíble actuación en la Eurocopa de Naciones, donde en la final Portugal cayó inmerecidamente frente Francia, con un gol de penalti marcado por Zinedine Zidane, quien rivalizaría con el portugués en las valoraciones para la decisión del mejor futbolista de todo el mundo en el año.

¿Héroe o villano?

El nombre de Figo copó, el verano de tal año, las portadas de los diarios en el ardor de las campañas electorales a las presidencias del Real Madrid y del F. C. Barcelona. El candidato madridista, Florentino Pérez, jugó la definitiva partida del fichaje del portugués, símbolo del barcelonismo, para vencer a Lorenzo Sanz, quien, más allá de la bancarrota económica, presentaba un cómputo deslumbrante en lo deportivo: una Liga y 2 Copas de Europa en tres años. Pérez firmó un precontrato con el gerente del jugador, José Veiga, por el que Figo, previo pago de su fantástica cláusula de rescisión -diez.000 millones de pesetas-, ficharía por el Real Madrid si el candidato madridista salía escogido presidente.

El acuerdo tenía una cláusula agregada que era, por lo menos, curiosa: si ciertas partes no cumplía lo pactado, debía indemnizar a la otra con 5.000 millones de pesetas. Esa condición dejó que Florentino echase un órdago en medio de una campaña: si yo soy el presidente y Figo no viene este año al Real Madrid, pagaré [con el dinero que me dará Figo, debía pensar] los abonos de la próxima temporada a todos y cada uno de los asociados. En Barcelona, los asociados del aparato blaugrana se frotaron las manos, por el hecho de que todos y cada uno de los aspirantes a la presidencia del aparato aseguraron, sin dar pruebas, que la estrella portuguesa no se movería del Camp Nou.

No obstante, Florentino salió escogido, cumplió su contrato y Figo, a quien Joan Gaspart se negó a ofrecer los 5.000 millones para indemnizar al Real Madrid, asimismo. El portugués, flanqueado por Alfredo di Stéfano y por el flamante presidente, posó en medio de una canícula con su novedosa remera, con la que pasaba de héroe a traidor y de menospreciado a idolatrado, según los tonos del aparato desde el que se contemplara aquella complicada operación que marcó un jalón en el planeta de los traspasos, ya que fue el mucho más costoso de la historia.

La monumental pitada con que Figo fue recibido a su regreso al Camp Nou con la zamarra del máximo contrincante sirvió a fin de que en Madrid aumentara el aprecio hacia la estrella humillada y para apresurar la integración del ex- barcelonista en su equipo nuevo, a través de Raúl González. Tras aquel lamentable espectáculo protagonizado por una afición que se sentía traicionada en sus mucho más sagrados sentimientos, el tema Figo salió desvaneciendo, pero la herida no cicatrizaría jamás completamente.

El deportista laureado

En enero de 2001, más allá de que el año previo Figo no había ganado premio alguno, ni con su club ni con la selección portuguesa, logró el Balón de Oro en reconocimiento a su fenomenal trayectoria. Tenía ahora veintiocho años, y los franceses, más allá de que el otro candidato preferido era Zidane (vencedor de todo el mundo y de Europa con la selección), dejaron ajeno su proverbial chauvinismo y se decantaron por el jugador portugués, que cogía de este modo el testigo de Eusébio, premiado con idéntico premio en 1965.

Poco después, Figo fue distinguido, en Londres, con el premio que entrega la reconocida gaceta World Sports al mejor jugador del año, en votación realizada por Internet. El futbolista portugués se realizó merecedor de otros galardones: mejor jugador de la Liga 1999-2000, según los entrenadores de Primera División en España; mejor jugador de Portugal (1995 y 1996); segundo mejor jugador de todo el mundo, tras Zidane (2000); mejor futbolista portugués de todo el mundo concedido por el períodico luso A Bola (2001), y personalidad del año 2001, según la Asociación de Prensa Extranjera en Portugal, por estimar que era quien mucho más había contribuido a progresar la imagen del país en el exterior. En Portugal no dejaba indiferente a absolutamente nadie, y hasta el premio Nobel José Saramago, para halagarlo, declaró: «Yo me siento el Figo de la literatura».

Con unos capital solo por ficha que en 2001 superaban los 1.000 millones de pesetas netas al año y con un contrato hasta 2006, podía posibilitarse todos y cada uno de los deseos. Conducía un Porsche negro con matrícula de Madrid y en 2001 se adquirió una vivienda en la urbanización Parque Conde Orgaz. Figo colecciona relojes y otros elementos de valor, pero la mayoría de sus inversiones las dedicó a inmobiliarias en Vilamoura (Algarve). Vive con Helene Swedin, una modelo sueca con la que se casó en 2001 y con la que próximamente tuvo una hija, Daniela. Es un cinéfilo empedernido, más que nada de películas de acción, comedias de embrollo o de cualquier largometraje que protagonicen sus actores preferidos: Michael Douglas, Dustin Hoffman, Michelle Pfeiffer y Carri Ottis.

Figo no olvida sus raíces. Es un hombre solidario que se siente puesto en compromiso con los inconvenientes sociales, odia las drogas y las guerras. En 2001 salvó a su primer aparato de la desaparición a través de la adquisición de un edificio con el que la entidad pudiese avalar un crédito millonario. Y no renuncia a sus principios: uno de sus mejores amigos todavía es el ex- jugador del F. C. Barcelona Josep Guardiola. Al César lo que es del César y a Figo lo que es de Figo. También en el momento en que se fue del Sporting de Lisboa, los apasionados le tildaron de traidor, pero él todavía es un adepto del club.

Idolatrado por los seguidores del Real Madrid y detestado por los del F. C. Barcelona, es no obstante admirado por todos y cada uno de los fanaticos del fútbol en su mucho más puro estado, gracias a su fuerza, regate, visión de la jugada y distribución absoluta. Tímido, de respuestas monosilábicas, pero célebre por someterse en el campo a un desgaste físico excepcional en las considerables estrellas, ha encandilado a los apasionados de todo el planeta con su aptitud para desbordar al contrincante y por su precisión en los pases desde la banda derecha, que le dejan hacer varias ocasiones de gol en todos y cada partido.

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