La historia de la civilización la escriben las mujeres y hombres quea lo largo de los siglos, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han originado queel mundo, de un modo u otro,prospere.
Si has llegado hasta aquí es porque eres sabedor de la trascendencia que detentó Luis Felipe José de Orleans en la historia. La forma en que vivió y las cosas que hizo en el tiempo en que permaneció en el mundo fue decisivo no sólo para las personas que frecuentaron a Luis Felipe José de Orleans, sino que tal vez produjo una huella mucho más insondable de lo que logremossospechar en la vida de gente que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya jamás a Luis Felipe José de Orleans en persona.Luis Felipe José de Orleans ha sido una de esas personas que, por algún motivo, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.
(Luis Felipe José, duque de Orleans; Saint-Cloud, 1747 - París, 1793). Príncipe francés. Se casó en 1769 con Luisa María Adelaida de Borbón, hija del duque de Penthievre, y fue desterrado a sus haciendas en 1771 por haberse negado a ser parte del parlamento Maupeou.
Llamado a la corte al advenimiento de Luis XVI, y solicitado de un mando en la marina, dirigió una escuadra en Ouessant, y mostró valor a lo largo de la guerra. No obstante el partido que, apoyado en la reina, había llegado a controlar al rey, le acusó de cobardía, y le logró eliminar el mando.
Irritado con esta afrenta, concibió contra sus autores un odio mortal, y se realizó desde ese momento jefe de los descontentos y de los renovadores. Se atrevió en 1787 a interpelar al rey en pleno parlamento y a hacerle una pregunta si festejaba un solio de justicia, y al oír la contestación afirmativa del rey, logró que la reunión declarara que no tomaba parte en el registro de los decretos que se les presentaban.
La reina María Antonieta consiguió enseguida contra él una orden de destierro; pero esta medida no logró mucho más que acrecentar su popularidad, y el parlamento dirigió al rey múltiples representaciones para soliciar que se le alzara el destierro. No lo ha podido conseguir, y el destierro se alargó hasta 1788.
Entonces encabezó la tercera sección en la segunda Asamblea de los visibles, y combatió con exactamente la misma vehemencia que antes los proyectos ministeriales. Algún tiempo después, fue escogido diputado de la nobleza por las bailías de Villers-Cotterets y de Crespy en los Estados En general. Tras el estallido de la Revolución Francesa se reunió el 25 de julio de 1789 con la minoría de su orden y los miembros del congreso de los diputados del Tercer Estado, y fue escogido por una enorme mayoría presidente de la Asamblea Nacional, honor que no deseó admitir.
Tras los hechos del 5 y 6 de octubre de 1789, se le acusó de haber causado la insurrección, y el Chatelet, solicitado de reportar sobre esos hechos, solicitó a la Asamblea Nacional autorización para perseguirle. Mientras esto sucedía, Luis Felipe José de Orleans se encontraba en Londres, y en el momento en que volvió, la Asamblea, por una orden del día, desechó la solicitud de los oficiales del Chatelet.
A lo largo de la presencia de la Asamblea Legislativa trató de conseguir un mando en el ejército; pero todos y cada uno de los pasos que dio en este sentido fueron tercamente rechazados por la corte. Cuando, después de los hechos del diez de agosto, se convocó la Convención Nacional, tomó el sobrenombre de Felipe Igualdad. Elegido diputado por París en aquella reunión, ocupó un puesto entre los integrantes del partido democrático; en el momento en que se formó el desarrollo a Luis XVI, cometió la carencia de no retraerse, y votó la desaparición de su próximo familiar. Acusado después consecutivamente por los girondinos y los montañeses de aspirar a la corona, fue preso y conducido a Marsella. Traído de nuevo a París, y acusado frente al tribunal innovador, se le condenó a muerte. Subió al cadalso con el mayor valor.
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