Si has llegado hasta aquí es porque eres sabedor de la relevancia que atesoró Luis Batlle Berres en la historia. Cómo vivió y lo que hizo mientras permaneció en el mundo fue determinante no sólo para quienes trataron a Luis Batlle Berres, sino que posiblemente produjo una huella mucho más profunda de lo que logremosfigurar en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Luis Batlle Berres en persona.Luis Batlle Berres ha sido una persona que, por alguna causa, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.
Comprender lo bueno y lo malo de las personas relevantes como Luis Batlle Berres, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es una cosa sustancial para que podamos apreciar no sólo la vida de Luis Batlle Berres, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Luis Batlle Berres, aquellas personas a quienes de de una forma u otra Luis Batlle Berres influenció, y desde luego, entender y comprender cómo fue el hecho de vivir en el periodo histórico y la sociedad en la que vivió Luis Batlle Berres.
Las biografías y las vidas de personas que, como Luis Batlle Berres, atraen nuestra curiosidad, tienen que ayudarnos en todo momento como referencia y reflexión para conferir un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Tratar de comprender la biografía de Luis Batlle Berres, porqué Luis Batlle Berres vivió de la forma en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo a lo largo de su vida, es algo que nos ayudará por un lado a entender mejor el alma del ser humano, y por el otro, el modo en que se mueve, de forma inevitable, la historia.
(Montevideo, 1897-1964) Político uruguayo. Miembro desde muy joven del Partido Colorado, fue diputado desde el año 1921. De 1933 a 1938 continuó en el exilio, por ser opuesto a la dictadura del presidente Gabriel Terra. Tras regresar a Uruguay, reanudó su trayectoria periodística y política. Presidente de la Cámara desde 1942 hasta 1946, fue escogido por el presidente, Tomás Berreta, para ocupar la vicepresidencia; tras la prematura muerte de este, fue designado presidente, ya que ocupó desde 1947 hasta 1951. El 1 de marzo de 1955, tras la implantación del sistema colegiado en el poder ejecutivo, fue escogido asesor nacional, ocupando este puesto hasta el 1 de marzo de 1956.
Descendiente de mercaderes españoles emigrados desde Cataluña a Uruguay en el primer cuarto del siglo XIX, atraídos por el enorme desarrollo económico que experimentaba el país, Luis Conrado Batlle Berres se formó en una familia muy enlazada al planeta de la política. Su tío, José Batlle y Ordoñez, ocupó en un par de ocasiones la presidencia de Uruguay (1903-1907 y 1911-1915), emprendió la modernización del sistema político y desde el poder hizo una extensa reforma popular orientada al avance de las clases trabajadoras, definida con posterioridad por los historiadores como socialdemócrata.
Constructor de una corriente política muy influyente, llamada batllismo, en el seno del Partido Colorado al que pertenecía, fueron varios, incluido su sobrino, los que siguieron con su obra en años siguientes. Hay que resaltar que uno de sus proyectos mucho más revolucionarios, llevado medianamente a la práctica tras la reforma constitucional de 1917, pretendía la instauración de un gobierno colegiado de la nación, descartando por consiguiente la figura del presidente. Este emprendimiento produjo esenciales divisiones en el seno del partido Colorado, que tras la desaparición de José Batlle, el 20 de octubre de 1929, tuvo enormes adversidades para conseguir un nuevo líder.
Relacionado por consiguiente desde su niñez al Partido Colorado, en 1921 Luis Batlle Berres se presentó en las listas del citado partido y fue escogido diputado. Su llegada al Congreso coincidió con los gobiernos de Baltasar Brum (1919-1923) y de José Serrato (1923-1929), integrantes los dos de su partido y seguidores del batllismo. En este instante, Uruguay gozaba de un periodo de tiempo de bonanza económica propiciada por el incremento de la actividad comercial y se consideraba entre los países mucho más avanzados en América Latina, merced a las reformas emprendidas por José Batlle y sus fieles.
En 1931 subió al poder el rojo Gabriel Terra, en un instante en que la economía nacional estaba atascada y en claro retroceso como resultado del estallido de la Crisis de 1929. La crisis mundial dejó sentir sus efectos en Uruguay desde 1930. El nuevo presidente se halló con que sus poderes eran limitados, ya que la reforma constitucional de 1917 le forzaba a gobernar bajo la rigurosa supervisión del Consejo de Administración.
Descontento con esta situación, en 1933 Gabriel Terra, tras disolver el parlamento y el Consejo de Administración, aceptó poderes dictatoriales y estableció una vigorosa censura. Terra contó con el acompañamiento del Partido Blanco, de ciertos ámbitos minoritarios de su partido y de las familias terratenientes que controlaban la mayor parte de las explotaciones agrícolas y ganaderas uruguayas. El presidente justificó su acción explicando que el control absoluto del poder era preciso para sacar a Uruguay de la grave crisis que padecía.
Batlle Berres, en estos años, era directivo del periódico El Día de Montevideo, fundado por José Batlle. Este periódico se creó con la iniciativa de arrimar la información a las clases mucho más desfavorecidas, por esta razón se vendía a costes accesibles. El períodico fue una revolución, ya que la mayor parte de los diarios se vendían por suscripción y solo estaban al alcance de las clases altas. Ante la resolución del presidente, Batlle Berres protestó abiertamente y desarrolló una fuerte oposición. A consecuencia de esto se vio obligado a mantenerse en el exilio a lo largo de cinco años. A lo largo del periodo de tiempo que estuvo fuera de Uruguay, radicó en Argentina y Brasil adjuntado con su familia; años antes había contraído matrimonio con la argentina Matilde Ibañez Tálice.
En 1938 Luis Batlle Berres regresó a Uruguay y reanudó su trayectoria periodística. Fundó y dirigió Radio Ariel y, tras la llegada al poder del general Alfredo Baldomir (1938-1942), fue nuevamente diputado y se incorporó a la vida política uruguaya. El Partido Colorado se encontraba poderosamente fragmentado gracias a las diferencias surgidas entre sus integrantes tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial; unos eran convenientes a mantenerse neutrales, al paso que otros eran incondicionales de intervenir. En 1942 llegó al poder Juan José Amezaga (1942-1946), el que reunificó el Partido Colorado y logró un aplastante triunfo en las selecciones. En esa legislatura Batlle Berres ocupó un puesto señalado como presidente de la Cámara.
Las selecciones de 1946 brindaron el triunfo a Tomás Berreta, que ocupó su cargo en 1947 y nombró vicepresidente a Batlle Berres, el que ocupó la presidencia tras el fallecimiento de Berreta hasta agotar la legislatura (1947-1951). El nuevo presidente debió realizar en frente de las críticas, lanzadas por ciertos campos de su partido, por haberse proclamado heredero del batllismo. La oposición se encontraba apuntada por César y Lorenzo Batlle Pacheco, hijos de José Batlle, que opinaban que ellos eran los auténticos herederos del batllismo, si bien en la práctica eran considerablemente más conservadores que su primo y presidente.
A lo largo de los primeros años que Batlle Berres continuó en el poder, Uruguay vivió un instante de prosperidad económica gracias más que nada a la guerra de Corea, que causó un incremento de los intercambios comerciales con el exterior. El nuevo presidente era partidario de actualizar la industria resguardando a los inversores nacionales y realizó un plan de nacionalización de las compañías que continuaban bajo control británico, como la compañía de aguas y el ferrocarril; Gran Bretaña cedió a las presiones del presidente, para saldar la deuda que había contraído con Uruguay a lo largo de la Segunda Guerra Mundial por el suministro de carne.
Batlle Berres ha podido verse influido por las actuaciones económicas de Juan Domingo Perón en Argentina, pese a las diferencias ideológicas que había entre los dos, más que nada en temas de control de costos y en la instauración de fuertes aranceles que protegieran la industria nacional. Toda la producción ganadera uruguaya estuvo doblegada a un riguroso control y quedó fijado el valor de la carne; de esta manera se impedía que se generara una fuerte subida que perjudicara a las clases mucho más enclenques, o que el valor bajase por la necesidad de ingresar en rivalidad con artículos del exterior. Años después, este elevado control resultaría contraproducente, ya que los ganaderos, para eludirlo, recurrirían al contrabando de ganado.
Como heredero del batllismo, Batlle Berres, utilizando la situación privilegiada que le ofrecía su cargo, decidió sentar las bases para hacer la reforma del poder ejecutivo que había proyectado su tío, José Batlle, años antes. En 1952 se efectuó una reforma constitucional que dejaba la creación de un gobierno colegiado, donde un Consejo Nacional aceptaba las funcionalidades del presidente. El Consejo estaría compuesto de nueve integrantes, los que serían seleccionados cada 4 años por voto habitual; la capacitación política mucho más votada conseguiría seis consejeros, quedando los otros tres en poder del partido minoritario.
En 1954 fue introducido el nuevo gobierno colegiado, controlado por Batlle, que fue asesor nacional, presidente en la práctica, desde el 1 de marzo de 1955 hasta el 1 de marzo de 1956. Por estas datas la economía de Uruguay empezaba a tener serios problemas. Tras el objetivo de la guerra de Corea, el ritmo de las exportaciones había disminuido. Además, muchas de las medidas proteccionistas adoptadas estaban resultando mucho más dañinos que buenas. El triunfo del Partido Blanco en 1958, tras décadas de mantenerse en la oposición, supuso que Batlle Berres se apartase del primer chato político y decidiese respaldar la carrera política de su hijo, Jorge Batlle, que años después llegaría a la presidencia de la nación.
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