Ya sea inspirando a otros o siendo parte de la actuación. Lionel Hampton es una de las personas cuya vida, indudablemente, merece nuestro interés por el nivel de influencia que tuvo en la historia.Conocer la existencia de Lionel Hampton es conocer más sobre una época concreta de la historia del género humano.
Apreciar las luces y las sombras de las personas destacadas como Lionel Hampton, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es una cosa sustancial para que podamos apreciar no sólo la existencia de Lionel Hampton, sino la de todos aquellos y aquellas que fueron inspiradas por Lionel Hampton, personas a quienes de de una u otra forma Lionel Hampton influyó, y ciertamente, conocer y descifrar cómo fue vivir en el periodo histórico y la sociedad en la que vivió Lionel Hampton.
(Louisville, Kentucky, 1909? - Nueva York, 2002) Músico estadounidense, entre los instrumentistas mucho más polifacéticos y longevos de la historia del jazz. Auténtica historia de historia legendaria del género, en la biografía de Lionel Hampton, llena de capítulos míticos, tienen la posibilidad de rastrearse varios de los tópicos que el enorme público asocia a la figura del jazzman: intuición, virtuosismo o talento innato. Y sus interpretaciones forman una parte del imaginario colectivo de los fanaticos del género.
Lionel Hampton nació un 20 de abril, en el seno de una familia parcialmente acomodada. Curiosamente, no se conoce seguramente exactamente en qué año: según ciertas fuentes, en 1908; según otras, en 1909. Pero absolutamente nadie pudo jamás aclarar qué fecha es la adecuada, no nuestro músico.
El primer contacto de Hampton con la música se estableció, como el de muchos artistas afroamericanos, mediante la iglesia. Su abuela le llevaba de chaval a los servicios por semana de una congregación de Kenosha, Wisconsin, el sitio al que se habían movido los Hampton. Allí ha podido percibir por vez primera a una banda. Una de las percusionistas era exactamente la hermana de su abuela, y el futuro vibrafonista se halló un óptimo día moviendo los pies a ritmo de gospel.
A la familia de Hampton no le pasó inadvertida la sencillez con la que el jóven proseguía el ritmo de la música. Así, un óptimo día Lionel se hallaría con el obsequio de Navidad que marcaría su porvenir profesional: una batería conseguida por su abuela. Ese sería su primer instrumento.
Temprana vocación musical
La vocación musical de Lionel no tardó en patentizarse. El precoz instrumentista aprendió de manera rápida y se fogueó en las percusiones de la Academia del Santo Rosario, un centro regentado por religiosas dominicas en Wisconsin. Además de la batería, se familiarizó con la marimba y con el piano, instrumentos que tocaba esporádicamente.
Siendo solo un joven, Hampton ahora trabajaba con orquestas. En una de ellas, la Les Hite’s Band, donde actuaba como batería y artista, se causó entre los encuentros mucho más convocados de la historia del jazz: el de Lionel Hampton y Louis Armstrong. Fue en 1930. La orquesta había sido contratada para acompañar al enorme artista y trompetista en una secuencia de grabaciones. Una vez en el estudio, Satchmo (alias con el que se conocía a Louis Armstrong) dio con un interesante instrumento. Se trataba de un vibráfono, artilugio que en aquel momento prácticamente absolutamente nadie había soñado que pudiese ser útil para tocar jazz. Sin embargo, Satchmo preguntó a los jóvenes elementos de la orquesta si alguno de ellos «se atrevía a llevarlo a cabo sonar».
Según la historia de historia legendaria, fue entonces en el momento en que Hampton, que nunca había visto un aparato similar, levantó la mano, cogió los macillos y empezó a tocar la canción Chinese Chopped Suey. El vibráfono sonó de forma que Lionel por el momento no lo abandonaría en los próximos setenta años.
El primer tema que incorporaron a la consiguiente sesión de registros forma ahora una parte de la historia del jazz. Se trata de Memories of you, que, según todas y cada una de las enciclopedias, figura como el primer solo de vibráfono nunca grabado. La trayectoria profesional y artística de Hampton dio un giro de 180 grados en solo unos minutos: el enorme Benny Goodman lo incorporó en el instante a su trío, que se transformó, consecuentemente, en cuarteto.
No es extraño que Goodman se fijase en Hampton. En una temporada donde el jazz era todavía la música de baile de la población afroamericana, en la mayoría de los casos sin elementos, ciertos instrumentistas intuían las considerables transformaciones que se aproximaban en el género. Y si bien el lenguaje de esos músicos era todavía muy rudimentario, más que nada en comparación con el que veinte años después inventarían Charlie Parker y Miles Davis, Goodman sabía que la capacidad instrumental era completamente que se requiere para realizar enorme música, como lo era hacía ahora siglos en el ambiente de la música llamada letrada. Y Hampton era un auténtico genio: tenía un pasmante sentido del ritmo, el lenguaje del swing le afloraba por arte de birlibirloque y tenía una gran intuición melódica y unos dedos espectaculares.
En solo un lustro, Lionel Hampton no solo se transformó en un renovador (al integrar un nuevo instrumento al lenguaje jazzístico), sino más bien asimismo en una estrella. El atractivo percusionista empezó a grabar por su cuenta (los expertos sostienen que los registros de 1936 y 1937 forman lo mucho más especial de su trayectoria) y a transformarse en entre las atracciones del cuarteto de Goodman. En 1938 sucedió el mítico concierto del Benny Goodman Quartet en el Carnegie Hall, acontecimiento que la fonografía convirtió en de los mejores discos grabados en directo de siempre.
Estrella indiscutible del jazz
Durante los años 40, el reconocimiento de Lionel Hampton no dejó de medrar. A sus incontrovertibles características musicales unía un insustituible sentido del espectáculo. Los elementos del conjunto de Goodman eran un espectáculo, ya que esos virtuosos agradaban de integrar un punto circense a sus actuaciones. Por poner un caso de muestra, en el momento en que interpretaban Flying home, Hampton se subía a un avión de juguete que sobrevolaba el patio de sillas si el local contratante disponía de la infraestructura que se requiere para ello.
En el estudio, Hampton asimismo echaba mano de elementos que de ser puestos en práctica por músicos de menor talento hubiesen sido puras bufonadas. En 1942 grabó Central Avenue Breakdown tocando el piano con 2 dedos y pegando el teclado tal y como si se tratase de los mazos del vibráfono. Fue un éxito.
Otra característica diferenciadora de la banda era su multirracialidad. En una temporada donde la música de baile blanca parecía estimar realizarse ajeno de la afroamericana, un conjunto en el que blancos y negros probaban un nivel tan prominente de compenetración se consideraba un caso de muestra de integración popular. Públicos de todas y cada una de las edades y procedencias enloquecieron con esos discos y recitales.
En 1943, la Lionel Hampton Orchestra era ahora una situación. Una situación cuajada a través de las contribuciones de increíbles estrellas del futuro inmediato del jazz: Quincy Jones, Wes Montgomery, Clark Terry, Joe Newman o Fats Navarro, entre otros muchos, pasaron por ella.
Sin embargo, pese a volar tan prominente, Hampton sabía sostener los pies en el suelo. Estudioso de la Biblia, fue diversificando de a poco su actividad profesional. Requerido por Chief Rabbi y, según sus expresiones, «incitado por la inspiración del Señor», compuso una suite orquestal llamada El rey David. Fue su apertura a otras etnias musicales y un concepto que acarreó con su llegada muchas otras, puesto que en la época de la década de los cincuenta, tras haberse dado a saber a la red social israelí, decidió llevar el jazz a países en los que este género se consideraba poco menos que un exotismo occidental: Japón, Australia, Oriente Medio, etcétera.
Buscador de talentos
Otra de las capacidades innatas de Hampton era la de predecir el talento de artistas muy jóvenes. La lista de enormes artistas del jazz que descubrió es muy amplia: Charlie Mingus, Dexter Gordon y Dinah Washington, entre otros muchos. Particularmente atrayente resulta el acercamiento de Hampton con la excelente artista de Chicago. Tuvo rincón en el teatro Regal de la región, en cuyo guardarropía trabajaba la que después cantaría la mejor versión nunca grabada de Mad about the boy.
Hampton iba a ofrecer un concierto, y alguien le charló de la espectacular voz de aquella chica de clase trabajadora. Él mismo le solicitó que subiese al ámbito, donde tuvo un éxito arrollador. Inmediatamente después la contrató, a condición de que se cambiara el nombre. «Ruth Jones no me agradaba nada, conque la bauticé bajo un colosal cielo azul como Dinah Washington», manifestó el vibrafonista.
Las ocupaciones extramusicales de Hampton le llevaron a transformarse en una suerte de embajador del jazz por todo el planeta. A partir de los años sesenta, Hampton empezó a interesarse por la política. Y si su primer ídolo en este campo fue John F. Kennedy, no tardaría en afiliarse al Partido Republicano, en cuyas campañas electorales no dejó de formar parte mientras que su salud se lo dejó.
A pesar de su ideología, entre los mayores fundamentos de orgullo en su carrera fue la actuación privada que efectuó para el entonces presidente demócrata Jimmy Carter en 1978. El concierto sucedió en la mismísima Casa Blanca y Hampton siempre y en todo momento lo recordó con un cariño particular.
También en 1978 Hampton creó su discográfica, Who is Who in Jazz. Era un pequeño sello con el que el instrumentista trató de sostener viva la tradición del estilo mainstream, al que se sostuvo siempre y en todo momento leal pese a la victoria comercial del be-bop desde la década de los cincuenta.
Profesional infatigable, su actividad prácticamente no menguó entre 1960 y 1990. En ese periodo visitó los niveles de jazz mucho más esenciales de todo el mundo y recibió condecoraciones, distinciones y el reconocimiento a sus compañías beneficiosas. Quizás entre los hechos mucho más importantes de la biografía de un septuagenario Hampton fue la creación de la Lionel Hampton School of Music en 1987, en Idaho, la primera escuela universitaria que recibía el nombre de un instrumentista de jazz.
En la década de los noventa, su fenomenal banda de «gatos viejos» funcionaba como un mecanismo de relojería. En 1997 la desaparición le dio un primer aviso: su apartamento de Manhattan se incendió por causas no aclaradas y perdió una gran parte de sus pertenencias. No obstante, sería una dolencia cardiaca la que se lo llevaría el 31 de agosto de 2002, tras setenta pasmantes años de carrera al límite nivel.
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Debido a esto, si eres del tipo de personas que creen en que de forma colaborativa existen posibilidades de elaborar algo mejor, y conservas información con respecto a la vida de Lionel Hampton, o sobre algún detalle de su personalidad u obra que no hayamos contemplado en esta biografía, te solicitamos que nos lo envíes.
Las sutilezas y las peculiaridades que ocupan nuestras vidas son decididamente fundamentales, ya que perfilan la diversidad, y en el tema de la vida de alguien como Lionel Hampton, que detentó su importancia en una época concreta, es vital procurar ofrecer una visión de su persona, vida y personalidad lo más rigurosa posible.
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