La historia universal está contada por aquellos hombres y mujeres queen el paso de los años, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han originado quela humanidad, de un modo u otro,prospere.
Ya sea inspirando a otros o siendo una pieza esencial de la acción. Leopoldo Torre Nilsson es uno de esos seres humanos cuya vida, sin duda alguna, merece nuestra consideración debido al nivel de influencia que tuvo en la historia.Comprender la vida de Leopoldo Torre Nilsson es conocer más acerca de un periodo concreto de la historia del género humano.
Comprender lo bueno y lo malo de las personas destacadas como Leopoldo Torre Nilsson, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es una cosa fundamental para que podamos apreciar no sólo la existencia de Leopoldo Torre Nilsson, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Leopoldo Torre Nilsson, gentes a quienes de un modo u otro Leopoldo Torre Nilsson influyó, y por supuesto, entender y comprender cómo fue el hecho de vivir en la época y la sociedad en la que vivió Leopoldo Torre Nilsson.
Las biografías y las vidas de personas que, como Leopoldo Torre Nilsson, cautivan nuestro interés, tienen que servirnos en todo momento como punto de referencia y reflexión para ofrendar un marco y un contexto a otra sociedad y otra época de la historia que no son las nuestras. Tratar de comprender la biografía de Leopoldo Torre Nilsson, porqué Leopoldo Torre Nilsson vivió del modo en que lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo en su vida, es algo que nos ayudará por un lado a entender mejor el alma del ser humano, y por el otro, el modo en que avanza, de forma implacable, la historia.
(Buenos Aires, 1924-1978) Director de cine argentino que dejó en sus grabes una visión crítica de la burguesía de su país. Hijo de Leopoldo Torre Ríos, entre los vanguardistas del cine argentino, Leopoldo Torre Nilsson se inició en la realización bajo las enseñanzas de su padre. Había nativo de Buenos Aires el 5 de mayo de 1924. Su primer corto data de 1947 y se titula El muro; en 1950 codirigió con su padre El delito de Oribe. Un año después conoció a la autora Beatriz Guido, con quien formaría entre las mucho más conspicuas parejas sentimentales y artísticas del país.
En la década de 1950 rodó El hijo del crack (1953), Para vestir beatos (1955) y La casa del ángel (1956), esta última fundamentada en la novela homónima de su mujer, premiada con un premio literario. Se trata de una historia que avanza hacia 1925 y que recrea las reacciones eróticas y políticas de una muchacha pudiente, prototipo de la burguesía de entonces. Los críticos festejaron la unión de sacrificios entre la novelista y el directivo y charlaron del comienzo de un nuevo lenguaje cinematográfico.
La fórmula se transformó en una triunfadora "marca registrada" que dio sus frutos durante veinte años, si bien con desenlaces dispares: Fin de celebración y La mano en la trampa, estrenadas respectivamente en 1959 y 1960, cosecharon los mayores aplausos. Esta última, interpretada por Francisco Rabal y Elsa Daniel, se llevó el Gran Premio de la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica en el Festival de Cannes.
Formado bajo las influencias de los enormes escritores argentinos, Leopoldo Torre Nilsson amoldó asimismo Los siete locos, de Roberto Arlt, con la que consiguió un premio en el festival de Río de Janeiro; Boquitas pintadas, de Manuel Puig, premiada en el festival de San Sebastián (1974), y La guerra del cerdo, de Adolfo Bioy Casares, en 1975. Antes había empezado a llevar al celuloide distintas gestas de la independencia argentina: El santurrón de la espada (1969) y Güemes. La tierra en armas (1971), en las que no logró desprenderse de un cierto acartonamiento.
Ese año dirigió a uno de sus actores preferidos, Alfredo Alcón, en La mafia, y en 1975 rodó su última obra, Piedra Libre, prohibida por la censura gracias a su "contenido inmoral y disolvente". Falleció en Buenos Aires el 8 de agosto de 1978; con su muerte desaparecía entre los mucho más enormes cineastas argentinos. Otros títulos relevantes de su filmografía son El secuestrador (1958), La caída (1959), Setenta ocasiones siete (1962), La terraza (1963), Martín Fierro (1968) y El pibe Cabeza (1974).
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Las sutilezas y las peculiaridades que llenan nuestras vidas son decididamente imprescindibles, ya que perfilan la diversidad, y en el tema de la vida de una persona como Leopoldo Torre Nilsson, que detentó su importancia en un momento histórico concreto, es imprescindible intentar ofrecer una visión de su persona, vida y personalidad lo más rigurosa posible.
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