Comprender lo bueno y lo malo de las personas relevantes como Leopoldo María Panero, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es una cosa fundamental para que seamos capaces de apreciar no sólo la existencia de Leopoldo María Panero, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Leopoldo María Panero, aquellas personas a quienes de un modo u otro Leopoldo María Panero influyó, y ciertamente, entender y comprender cómo fue el hecho de vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Leopoldo María Panero.
(La capital española, 1948 - Las Palmas de Gran Canaria, 2014) Poeta español. En sus versos, de signo culturalista y heterodoxo, y mediante su experiencia en centros siquiátricos, realizó una complicada visión de todo el mundo. Hijo del poeta Leopoldo Panero, fue incluido por José María Castellet en la antología Nueve muy, muy nuevos versistas españoles (1970), con versos extraídos de su primera obra, Por el sendero de Swan (1968). En Así se creó Carnaby Street (1970) ahondó en una línea culturalista y anticonvencional, tanto ideológica como desde la perspectiva de la expresión. Después de Teoría (1973), Narciso en el acorde último de las flautas (1979), Dioscuros (1982) y el volumen Poesía 1970-1985 (1986), su producción se identifica por un malditismo visionario derivado de sus inconvenientes mentales y su adicción al alcohol y las drogas. Su horrible experiencia quedó reflejada en Poemas del psiquiátrico de Mondragón (1987), Piedra negra o del temblor (1992), y Heroína y otros poemas (1992). Ha anunciado asimismo Guarida de un animal que no existe (1998) y Abismo (1999).
Desde su primera juventud, su actitud rebelde y también inconformista le acarreó arduos problemas de adaptación. Este accionar comenzó a constituir una imagen específica y a esbozar el sendero escencial y creativo que iba a proseguir Leopoldo María Panero. El aura de malditismo romántico que comenzó a construirse en torno a su figura desde su adolescencia fue tanto obra suya como de las situaciones ajenas (esencialmente, del constreñimiento familiar y educativo).
Sus duras experiencias en la prisión (con distintos intentos de suicidio), el alcoholismo y la adicción a las drogas marcaron una poesía hipersensible que bascula entre la lucidez y la disparidad con un sustrato fundamental en el sentimiento de la pérdida de la niñez y del desvanecimiento de la alegría y la inocencia, comprendido como desarrollo de destrucción. Muchas de sus referencias poéticas vienen de todo el mundo mágico y fantasioso de la niñez, claves para comprender su obra.
Ello quedó reflejado en sus primeros títulos: Por el sendero de Swan (1968) y, más que nada, Así se creó Carnaby Street (1970). En este último libro las referencias a figuras como el poeta británico T. S. Eliot, el líder innovador Ernesto Che Guevara o los ácratas italianos Sacco y Vanzetti se intercalan con otras a Mary Poppins, el Mago de Oz, Peter Pan o Tarzán, individuos procedentes del cuento infantil, del cómic o del cine, campo asimismo fundamental en la imaginería personal del poeta. En 1970 su nombre apareció en la célebre antología de José María Castellet Nueve muy nuevos versistas españoles, al lado del de autores como Félix de Azúa, Pere Gimferrer, Ana María Moix o Manuel Vázquez Montalbán, entre otros muchos.
En la década de 1970 se dieron a conocer Teoría (1973), Narciso en el acorde último de las flautas (1979) y la obra en prosa En rincón del hijo (1976). En estas proyectos consolida Panero el soporte culturalista, tal como la trasgresión de las convenciones sociales y también ideológicas, y singularmente de las expresivas. A esas trasgresiones no se oponen demasiadas elecciones, sino (como en sus admirados escritores malditos) se detallan caminos de destrucción por la vía de un mal que, no obstante, es siempre y en todo momento susceptible de ser poetizado. En esta etapa creativa fueron desvelándose otros temas recurrentes como el sexo (traducido en incesto, homofilia, sadismo, necrofilia y coprofilia), el humor (que exprime la comicidad de lo trágico con desenlaces siniestros) o la disparidad, entendida como un desvelamiento del sueño de la normalidad.
Transcurrido el tiempo, el tema de la disparidad y su expresión (introduciendo vivencias siquiátricas y psicoanalíticas) fue consiguiendo tintes realmente trágicos gracias a su trayectoria escencial, puesto que vivió largas temporadas en el psiquiátrico de Mondragón (Guipúzcoa). De esta experiencia brotó un considerable grupo de poemas, Poemas del psiquiátrico de Mondragón (1987), ciertos de ellos recogidos entre los compañeros del siquiátrico. Además de esta obra, en la década de 1980 escribió Last river together (1980), El que no ve (1980), Dioscuros (1982), una recreación personal de todo el mundo tradicional, y El último hombre (1983), en el que hace aparición el haiku y rinde homenaje en un largo poema a su amado Ezra Pound.
En 1990 apareció Contra España y otros poemas de no amor, donde se advierte una mayor disponibilidad, y en 1992 Piedra negra o del temblor y Heroína y otros poemas. Capítulo aparte es la obra Tensó, que Leopoldo María Panero escribió en colaboración con el italiano Claudio Rizzo, fuera del psiquiátrico de Mondragón. Señalada aún mucho más si cabe por la disparidad y el desvarío, en 1998 publicó la obra Mi cerebro es una rosa. Textos inusuales.
Otros de sus títulos son Cuentos de terror de la literatura anglosajona (1978), Dos cuentos y una perversión (1984), El globo colorado. Antología de la disparidad (1989), Aviso a los civilizados (1991), Suplicio en la cruz (2001) y Me amará en el momento en que esté fallecido (2001). La figura de Leopoldo María Panero quedó descarnadamente retratada, al lado del recuerdo de sus progenitores y hermanos, en las películas El infortunio (Jaime Chávarri, 1976) y su continuadora Después de muchos años (Ricardo Franco, 1994).
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