La historia del mundo está escrita por los hombres y mujeres queen el transcurrir de los siglos, gracias a su proceder, sus ideas, sus innovaciones o su ingenio; han hecho queel mundo, de una forma u otra,progrese.
Ya sea inspirando a otros seres humanos o siendo parte de la actuación. Krzysztof Penderecki es uno de esos seres humanos cuya vida, realmente, merece nuestro interés debido al grado de influencia que tuvo en la historia.Comprender la vida de Krzysztof Penderecki es conocer más sobre época determinada de la historia del ser humano.
Apreciar las luces y las sombras de las personas relevantes como Krzysztof Penderecki, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es algo fundamental para que podamos poner en valor no sólo la existencia de Krzysztof Penderecki, sino la de todos aquellos y aquellas que fueron inspiradas por Krzysztof Penderecki, aquellas personas a quienes de de una u otra forma Krzysztof Penderecki influenció, y desde luego, entender y comprender cómo fue vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Krzysztof Penderecki.
Las biografías y las vidas de personas que, como Krzysztof Penderecki, cautivan nuestra atención, deben servirnos en todo momento como punto de referencia y reflexión para ofrendar un marco y un contexto a otra sociedad y otra época de la historia que no son las nuestras. Intentar entender la biografía de Krzysztof Penderecki, porqué Krzysztof Penderecki vivió de la forma en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo en su vida, es algo que nos impulsará por un lado a conocer mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que se mueve, de forma inevitable, la historia.
(Debica, 1933) Compositor polaco, considerado entre los mucho más esenciales de la música moderna. Krzystof Penderecki nació en Debica, Polonia, el 23 de noviembre de 1933, y mejoró sus destrezas para la música en el Conservatorio de Cracovia. Allí ahondó singularmente en los estudios de composición, sin poner énfasis particularmente como intérprete de ningún instrumento particularmente. Sin embargo, no tardó en probar una gran intuición en la concepción sonora de sus proyectos.
Con solo veintiséis años, Penderecki ganó los tres primeros premios en el Segundo Concurso de Jóvenes Compositores de Polonia, merced a las proyectos Estrofas, Emanaciones y Salmo de David. Una inaudita demostración de eclecticismo y de dominio de los medios si se estima que la primera de ellas había sido redactada para recitante y diez solistas, la segunda para 2 orquestas de cuerda y la tercera para coros y percusión.
Los efectos de este triple éxito nacional no tardaron en conseguir importancia en todo el mundo. El respetado Festival de Donau ovacionó el estreno mundial en 1960 de la partitura orquestal Ananklasis, transformando a su creador en entre las figuras mucho más importantes de una enorme generación de músicos de vanguardia.
En una temporada donde la separación con la «tonalidad» había dado como resultado una lealtad prácticamente militar hacia las teorías «serialistas» de Anton Webern y sus derivaciones, Penderecki aportaba a la cabeza la sensibilidad de un sonido metafórico y descriptivo. Buena prueba de esto la forma Trenodia por las víctimas de Hiroshima (1960), entre las partituras mucho más sobrecogedoras nunca escritas. En ella se detalla, a través de efectos sonoros de una excepcional ferocidad, el primer ataque nuclear del ejército estadounidense sobre la desgraciadamente conocida localidad de Japón. El encontronazo de esta obra fue asimismo colosal, y no extrañó a absolutamente nadie que una organización de las especificaciones de la Unesco le concediera el Premio de la Música en 1961.
Conforme el prestigio en todo el mundo de Penderecki fue medrando, asimismo lo logró su predominación en los medios intelectuales polacos. Denunció la situación de opresión sufrida por sus compañeros de generación a través de un acto simbólico, al dejar la Asociación de Autores.
Esta separación con un organismo oficial marcó un antes y un después en las relaciones entre Penderecki y las autoridades de su país, que sin embargo jamás se atrevieron a romper terminantemente con él. El músico, que había dado muestras de una incomodidad religiosa poquísimo recurrente entre los intelectuales del este de Europa, cosechó tal éxito con su Pasión de Lucas (1965) que próximamente recibió convidaciones para estrenar y regentar su música en el resto de todo el mundo, y cualquier represalia directa hubiese damnificado de enorme manera la imagen del régimen polaco en el extranjero.
En la época de los años sesenta, Penderecki compuso múltiples proyectos de carácter coral o polifónico inspiradas en temas bíblicos. Es la situacion de Dies Irae (1967), destinado a las víctimas de los campos de concentración de Auschwitz; La resurrección de Cristo (1970), o Utrenia (1971). La dificultad de estas partituras hace realmente difícil su dirección, fundamento por el que cada vez son mucho más las instituciones públicas y privadas que invitan al propio Penderecki a regentar los estrenos de todo el mundo de sus proyectos.
Empezó entonces Penderecki lo que se podría llamar una «carrera secundaria»: la de embajador mundial de la intelectualidad polaca sumida bajo el control del régimen comunista del país. Su contribución a la difusión en todo el mundo del sindicato Solidaridad fue definitiva. Al líder de esta capacitación, Lech Walesa, dedicó múltiples de sus proyectos. Es la situacion del Lacrymosa, un fragmento del Réquiem polaco que se estrenó en Stuttgart en el mes de septiembre de 1974 bajo la dirección de Mstislav Rostropovich.
Varios se preguntan de qué forma ha podido Penderecki conseguir un reconocimiento musical tan extenso en un medio cultural gobernado a lo largo de prácticamente veinticinco años por los intelectuales marxistas. Su música abundaba en referencias del romanticismo clásico, su mensaje (de marcado carácter humanista) no escondía una profunda religiosidad, y su lenguaje generalmente no retaba abiertamente las leyes de la tonalidad. Sin duda fue la audacia sonora de sus partituras la que le logró ganar el respeto de varios colegas de profesión (Pierre Boulez o Karlheinz Stockhausen) que probablemente hubieran sido considerablemente más duros con él de no seguir de un país comunista.
De otra sección, la trascendencia en todo el mundo de Penderecki asimismo dejó que la crítica occidental reparara en la presencia de una esencial generación de músicos polacos. Además de Penderecki, hay que resaltar a otros autores que, como Lutoslawski o Bacewicz, escribieron música de un increíble valor a nivel artístico.
Un nuevo estilo
En los años ochenta la producción de Penderecki experimentó un sutil cambio hacia un nuevo estilo. Si bien el lenguaje de su obra no padeció una evolución apreciable, se observaba una progresiva adaptación de los elementos comunes en la producción vocal al lote de la música instrumental. La crítica, confundida por la progresiva pérdida de los referentes culturales que habían servido para evaluar el arte a lo largo de los últimos veinte años, adoptó frente este cambio un cierto escepticismo. Aquellos que habían defendido tanto a Penderecki como al resto de músicos que a lo largo de 2 décadas habían dirigido los movimientos de vanguardia, sentían en este momento que el sistema les «hurtaba» a uno de sus epígonos. Con mucho más razón en el momento en que el monumental Te Deum fue dedicado en 1980 a su compatriota el papa Juan Pablo II.
Penderecki, indiferente a este absurdo distanciamiento, continuó generando proyectos fenomenales. Que sus óperas triunfaran en el mismísimo Festival de Salzburgo (La máscara negra, 1986) o se inspirasen en la temática buffa de Rossini (Ubú rey, 1991, sobre el artículo de Alfred Jarry) no quitó un ápice de valor a un músico que en los últimos tiempos de su trayectoria fué derivando hacia géneros en los que jamás antes había profundizado. Es la situacion de la sinfonía (escribió tres desde 1988) o el concierto (escribió múltiples, para los instrumentos solistas mucho más dispares).
Entre los cargos que Penderecki ha desempeñado desde los años setenta podemos destacar el de directivo de la Escuela de Música de Cracovia, el de catedrático de composición en la Universidad de Yale (USA) y el de alcalde honorario de la Villa de Estrasburgo.
La fonografía fué desprendida con este compositor de producción no exageradamente abundante. Sin duda los discos que dejan al oyente hacerse un concepto mucho más aproximada de su estética son esos en los que él mismo dirige su música. Merecen destacarse, de entre ellos, la Pasión de Lucas, los distintos monográficos con proyectos de los años sesenta interpretados por la Filarmónica Nacional de Polonia, el Réquiem polaco o la ópera Los diablos de Loudun.
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Por esta razón, si eres del tipo de personas que confían en que de forma colaborativa existen posibilidades de elaborar algo mejor, y tienes información con respecto a la vida de Krzysztof Penderecki, o con respecto a algún matiz de su persona u creación que no hayamos contemplado en esta biografía, te pedimos que nos lo hagas llegar.
Los matices y las sutilezas que ocupan nuestras vidas son siempre imprescindibles, ya que perfilan la diversidad, y en la ocasión de la vida de un ser como Krzysztof Penderecki, que poseyó su importancia en un momento concreto de la historia, es indispensable tratar de brindar una perspectiva de su persona, vida y personalidad lo más exacta posible.
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