Justo Rufino Barrios

Si has llegado hasta aquí es porque eres consciente de la importancia que tuvo Justo Rufino Barrios en la historia. La manera en que vivió y lo que hizo durante el tiempo que permaneció en el mundo fue determinante no sólo para quienes trataron a Justo Rufino Barrios, sino que posiblemente legó una señal mucho más vasta de lo que logremosimaginar en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Justo Rufino Barrios de forma personal.Justo Rufino Barrios fue un ser humano que, por algún motivo, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.

Conocer las luces y las sombras de las personas relevantes como Justo Rufino Barrios, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es una cosa fundamental para que seamos capaces de apreciar no sólo la vida de Justo Rufino Barrios, sino la de todos aquellos y aquellas que fueron inspiradas por Justo Rufino Barrios, gentes a quienes de de una forma u otra Justo Rufino Barrios influenció, y desde luego, comprender y entender cómo fue el hecho de vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Justo Rufino Barrios.

Las biografías y las vidas de personas que, como Justo Rufino Barrios, atraen nuestra curiosidad, tienen que ayudarnos siempre como punto de referencia y reflexión para ofrecer un marco y un contexto a otra sociedad y otra etapa de la historia que no son las nuestras. Tratar de comprender la biografía de Justo Rufino Barrios, porqué Justo Rufino Barrios vivió como lo hizo y actuó del modo en que lo hizo durante su vida, es algo que nos impulsará por un lado a entender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que se mueve, de forma implacable, la historia.

Vida y Biografía de Justo Rufino Barrios

(San Lorenzo, Guatemala, 1835 - Chalchuapa, El Salvador, 1885) Político guatemalteco, presidente de la república entre 1873 y 1885. Apoyó la sublevación de Miguel García Granados contra el presidente Vicente Cerna en 1871. Nombrado comandante en jefe del ejército, en 1873 fue escogido para ocurrir a García Granados en la presidencia. Durante su gobierno acometió una sucesión de reformas y desgastó el poder de la Iglesia. En 1879 fue escogido nuevamente presidente, ejercitando un gobierno personal y autoritario. Su enorme ambición era integrar a los cinco Estados independientes de América Central en una federación y, al no verse apoyado por el resto de los países centroamericanos, declaró la federación por su cuenta y se dispuso a mantenerla con las armas. Murió en el campo de guerra, en el momento en que trataba de irrumpir con sus tropas el pueblo salvadoreño de Chalchuapa.

A Justo Rufino Barrios se le llama "el Reformador" por haber realizado una secuencia de cambios en la sociedad guatemalteca en diferentes ámbitos (económico, espiritual, popular) a fines del siglo XIX. Había nacido el 19 de julio de 1835 en el pueblo de San Lorenzo, departamento de San Marcos. Apenas recibió instrucción principal, pero cursó estudios de notariado para agradar a sus progenitores. Barrios fue guerrillero a las órdenes del mariscal Serapio Cruz. Luego participó en la derrota del mariscal Vicente Cerna a lo largo de los movimientos revolucionarios de 1871, encabezados por Miguel García Granados, que preparó desde su exilio en México. Junto a éste inició un alzamiento y los dos fueron apoderándose de Tacaná, San Marcos, Retalhuleu, Laguna Seca, Antigua y Patzicía, donde se firmó un acta donde se rechazaba al gobierno de Cerna y se nombraba a García Granados como presidente provisorio. Más adelante, Barrios se transformó en ministro de Guerra y organizó alzamientos en el Altiplano guatemalteco, hasta tener terminado dominio del territorio.

Si bien las ideas de García Granados no eran anticlericales, Justo Rufino Barrios puso en práctica su anticlericalismo, bajo su cargo de gerente del poder ejecutivo, al dictaminar, por servirnos de un ejemplo, la nacionalización de los recursos de la Compañía de Jesús, o en el momento en que ordenó la desaparición en Guatemala de la Orden de Congregantes de San Felipe de Neri, que solo tenía tres frailes. Pero el golpe de felicidad de Barrios, que causó la extinción absoluta de todas y cada una de las comunidades religiosas del país, llegaría después; sus recursos serían nacionalizados, y a sus integrantes se les devolvió la personalidad civil.

Escogido presidente el 4 de junio de 1873, los decretos siguientes de Barrios tuvieron suma importancia política. Todos estaban calculados para llevar a cabo situación el movimiento innovador, ordenar el nuevo Estado y consolidarlo firmemente en suelo guatemalteco. Una de sus primeras acciones fue dictaminar el estado de salvedad; el ala política de los liberales próximamente se percató de su debilidad y supo quién era el hombre fuerte. Las medidas de su gobierno sostuvieron la línea contraria a la Iglesia y en 1873 se nacionalizaron sus recursos, que se destinaron a la creación del Banco Nacional. Cuando Barrios estimó que la paz se había restituido, emprendió la transformación de la administración estatal y de su soporte legal, tal como la realización de proyectos públicas y la secularización de la educación, del matrimonio, de los cementerios y de los testamentos.

Parte importante de sus propósitos se centraron en consolidar su poder anulando a los contrarios y a los propios liberales, censurando la prensa y legislando la aptitud represiva del Estado contra rebeliones y conspiraciones. Al mismo tiempo procuró agrupar el poder a través del fortalecimiento del Ejército y de las fuerzas de seguridad, tal como con la designación de jefes políticos (principalmente militares) y, por último, a través de una reforma municipal que se transformó en un ataque a la vieja tradición autonomista. A su vez, supo sostenerse sobre su partido y conformar gabinetes con los conservadores, dejando claro que el centro de su propósito era económico. Contó con el acompañamiento del campo comercial, que vio con beneplácito el impulso del comercio, de forma especial del exterior. En términos culturales, impulsó una reforma didáctica sostenida en las ideas positivistas.

Todo ello dejó a Barrios llevar adelante lo mucho más ambicioso de su política: el control del nuevo ámbito terrateniente sobre la tierra y el trabajo. En 1877 derogó el censo enfitéutico (alquiler con derechos perpetuos de usufructo) y legalizó el sistema de trabajo forzado con el Reglamento de Jornaleros, y un año después con la Ley contra la Vagancia. El primero asistía a dejar en libertad el usufructo de la tierra para transformarla en propiedad privada, al tiempo que los otros 2 ofrecían a los terratenientes mano de obra económica y simple de endeudar. Esos provechosos años asimismo sirvieron para el impulso de leyes similares con el comercio, el fisco y el sistema de propiedad. Dio además de esto un considerable impulso al avance de las infraestructuras: habilitó puertos, inauguró la primera vía férrea y estableció servicios de transportes urbanos.

En 1879 la Constitución liberal fue por último difundida, una vez que Barrios gobernara a lo largo de seis años con medidas de salvedad. Barrios justificaba que la etapa dictatorial había sido precisa y, solo habiéndose consolidado los principios pragmáticos de su gobierno, podría pensarse en legitimarlo con periodos democráticos. No obstante, había tenido suficiente tiempo para remover los óbices que le exponían los políticos liberales que demandaban legalidad y el derecho a formar parte en los temas del gobierno, tras lo que se escondía el interés por gozar del poder mucho más que una auténtica asimilación de los principios democráticos. Por otra sección, la Constitución refrendaba los objetivos de los liberales, centrados en hacer más ágil el derecho de propiedad.

Efectuadas las selecciones constitucionales, Barrios fue escogido presidente. Esta vez tenía una Constitución que reafirmaba el presidencialismo y le dejaba sostener un poder legislativo subordinado y destinado a legalizar leyes prácticas de cara al desarrollo de su emprendimiento. A partir de entonces ahondó en la institucionalización del poder liberal, tal como en el entramado de su poder a través del Código Militar (1878) y de la Ley Orgánica del Gobierno Político de los Departamentos (1879). Un poder instrumental que reafirmó con la sencillez que le daba la Constitución de suspender las garantías para sostener quieta a la oposición. Esta última, mucho más que proceder de los conservadores o de novedosas expresiones políticas, procedía de su partido, destacándose la figura de Lorenzo Montúfar, popular intelectual y político que acabó por exilarse en Costa Rica.

Barrios, como antes había hecho Rafael Carrera, asimismo procuró sobrepasar las fronteras de Guatemala y también incidir en Centroamérica para su bien de adentro, tal como expandir geográficamente sus proyectos y también ideas para transformarse en el indiscutible hombre fuerte del istmo. En 1875, aliado con Honduras, volvió a volver a pensar el ideal de la unidad centroamericana, siendo consciente de que ésta solo podía conseguirse con la concordancia liberal. A partir de esos años sostuvo una incesante presión y también intervencionismo en los países vecinos, especialmente contra los gobiernos hostiles salvadoreños, los eternos oponentes de los guatemaltecos. Entretanto, procuró eludir enfrentamientos con su vecino del norte, México. En 1882 firmó con ese país un discutido tratado en el que admitía el statu quo de la incorporación mexicana de los territorios de Chiapas y Soconusco, y además de esto le cedía mucho más territorio del que recibía Guatemala.

Hasta entonces, los gobiernos de El Salvador, Honduras y Guatemala se plantearon reactivar la unidad; pero Barrios no se fiaba pues sus interlocutores podían esperar un poder afín al de el. De esta forma, en 1883 intervino en Honduras para deponer a su amigo Marco Aurelio Soto. En 1884 convocó una cima para debatir la unión, pero los gobiernos de Nicaragua y Costa Rica no la admitieron, con lo que decidió proclamar a su nombre la Unión Centroamericana y obligar al resto de gobiernos a admitirla a través de las armas. El Gobierno salvadoreño se negó y próximamente Barrios preparó la invasión a ese país. No tuvo éxito: en el mes de abril de 1885 Justo Rufino Barrios cayó fallecido a lo largo de la guerra de Chalchuapa, en territorio de El Salvador.

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