La historia de la civilización está escrita por los hombres y mujeres quea lo largo del tiempo, gracias a su proceder, sus ideas, sus innovaciones o su ingenio; han hecho quela civilización, de un modo u otro,avance.
Apreciar lo bueno y lo malo de las personas relevantes como Justiniano I el Grande, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es una cosa esencial para que seamos capaces de poner en valor no sólo la existencia de Justiniano I el Grande, sino la de todos aquellos y aquellas que fueron inspiradas por Justiniano I el Grande, gentes a quienes de un modo u otro Justiniano I el Grande influenció, y sin duda, comprender y entender cómo fue el hecho de vivir en la época y la sociedad en la que vivió Justiniano I el Grande.
Las biografías y las vidas de personas que, como Justiniano I el Grande, seducen nuestra atención, deben valernos en todo momento como referencia y reflexión para ofrendar un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Hacer un esfuerzo por comprender la biografía de Justiniano I el Grande, el motivo por el cual Justiniano I el Grande vivió como lo hizo y actuó del modo en que lo hizo durante su vida, es algo que nos impulsará por un lado a comprender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que avanza, de forma inexorable, la historia.
Vida y Biografía de Justiniano I el Grande
(Flavius Petrus Sabbatius Justinianus; Tauresio, Macedonia, 482 - Constantinopla, 565) Emperador bizantino. Procedía de una familia tracia muy humilde, encabezada por su tío Justino, el que había ascendido en el ejército hasta ser nombrado emperador (518). Justino I no tuvo descendencia y designó como sustituto a Justiniano, asociándole al trono en el 527 (exactamente el mismo año en que murió).
Desde ese momento hasta su muerte, se aplicó con energía a revitalizar el Imperio de Oriente, contando con la inestimable asistencia de su mujer, la emperatriz Teodora (una ex- actriz de enormes características intelectuales, que participó en tareas de gobierno hasta el momento en que murió en el 548). Justiniano centralizó y rehabilitó la Administración, fortaleció el absolutismo monárquico y el ceremonial cortesano, sometió a la jerarquía eclesiástica transformándola en instrumento del poder imperial y emprendió enormes creaciones (como la basílica de Santa Sofía de Constantinopla).
Tras garantizar la frontera oriental conteniendo a los persas («Paz Perpetua», 532), se ha propuesto la reunificación del Imperio Romano, reconquistando los extensos territorios perdidos en Occidente con asistencia de sus en general Belisario y Narsés. Aunque no lo logró completamente, sí recobró de manos de los salvajes el norte de África (arrebatado a los vándalos en el 534), Italia (arrebatada a los ostrogodos en el 540) y una franja del sureste de la península Ibérica (arrebatada a los visigodos en el 554); restauró de esta forma la unidad imperial de las riberas del Mediterráneo, a falta solo de las costas de Marruecos, la Tarraconense y la Galia.
Tan esencial o mucho más que sus acciones de conquista fue el impulso que dio a la codificación del derecho de roma, controlando en lo personal una comisión de especialistas que lo compendió, simplificó, armonizó y agrupó en un Corpus Iuris Civilis (529). Estaba conformado por un código de leyes imperiales actuales (el Código Justiniano), una recopilación de dictámenes jurídicos (el Pandectas o Digesto) y un manual para la enseñanza del derecho (Instituciones). Las leyes decretadas por nuestro Justiniano tras la promulgación del Corpus Iuris Civilis (534) fueron compendiadas y añadidas a aquel en las Novelas.
La relevancia de estos códigos va alén de lo que supuso de racionalización y de reforzamiento del poder imperial en Bizancio: desde ese momento formaron la base del derecho imperial bizantino; pero fue asimismo mediante ellos como se causó la recepción del derecho de roma en Europa occidental desde el siglo XII, sentando las bases para una cultura jurídica común en una gran parte de las naciones de europa recientes (las que tienen un derecho civil de raíz romana).
No obstante, Justiniano fue un emperador impopular. Sus campañas exteriores y sus enormes creaciones arquitectónicas acrecentaron los costos del Estado, realizando acrecentar la presión fiscal. En el 532 reventó contra él una insurrección habitual (la Revuelta de Nika), que fue ahogada en sangre por Teodora y Belisario (unos 30.000 fallecidos).
Asimismo aparecieron disidencias religiosas: Justiniano persiguió a los seguidores de Arrio y de Nestorio, pero no se atrevió a llevar a cabo lo mismo con los monofisitas; si bien era un ortodoxo convencido (partidario de las proposición del Concilio de Nicea), no logró establecer nuevamente completamente la sintonía con el Papado, para no enemistarse con las tendencias monofisitas, muy extendidas en Oriente y en especial en Siria y Egipto. A su muerte, recibida con júbilo por el pueblo, una gran parte de su obra se vino abajo, ya que Bizancio perdió la mayoría de los territorios ganados en Occidente y se transformó terminantemente en un Imperio oriental.
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