Justine Henin

La historia universal la cuentan los hombres y mujeres queen el paso de los años, gracias a su proceder, sus ideas, sus innovaciones o su ingenio; han hecho queel mundo, de una forma u otra,prospere.

Ya sea inspirando a otros o tomando parte de la acción. Justine Henin es una de esas personas cuya vida, realmente, merece nuestra atención debido al nivel de influencia que tuvo en la historia.Comprender la biografía de Justine Henin es conocer más sobre etapa determinada de la historia del ser humano.

Si has llegado hasta aquí es porque eres sabedor de la trascendencia que tuvo Justine Henin en la historia. La forma en que vivió y lo que hizo durante el tiempo que estuvo en este mundo fue determinante no sólo para las personas que conocieron a Justine Henin, sino que quizá legó una huella mucho más profunda de lo que podamosconcebir en la vida de personas que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya jamás a Justine Henin de modo personal.Justine Henin fue un ser humano que, por algún motivo, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.

Conocer las luces y las sombras de las personas significativas como Justine Henin, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es algo básica para que podamos apreciar no sólo la vida de Justine Henin, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Justine Henin, aquellas personas a quienes de de una forma u otra Justine Henin influyó, y ciertamente, entender y comprender cómo fue el hecho de vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Justine Henin.

Vida y Biografía de Justine Henin

(Justine Henin-Hardenne; Lieja, 1982) Tenista belga, entre las jugadoras mucho más regulares del circuito en todo el mundo, que alcanzó en 2006 el número uno del top de la WTA. Tenista menos mediática y musculosa que lo que se estila en los últimos tiempos (mide 1,67 y pesa 57 kg), la solidez de su juego, su deportividad y el respeto por los contrincantes son las permanentes de la trayectoria que la ha conducido a la cima del tenis mundial.

Justine Henin nació en la localidad belga de Lieja, en el seno de una familia acomodada. El padre, Joseph Henin, era un hombre de negocios, y la madre, Françoise Rosière, maestra de francés y de historia. El fallecimiento de su madre en 1995, víctima de un cáncer intestinal, sumió en la depresión a sus hermanos: Sarah, Florence (que moriría arrollada) y David. Su relación con el tenis se inició en el momento en que tenía poco mucho más de un par de años, por el hecho de que radicaba a unos cien metros del Club de Tenis de Rochefort, donde, como un juego de pequeña, comenzó a coger una raqueta. A partir de los cinco años pasó un par de meses de vacaciones en un club de tenis, que solo abandonaba para proceder a comer.

A los seis años era integrante del Club de Tenis de Ciney, donde descubrió el planeta de los adiestramientos sistemáticos y de las disputas con pequeñas de su edad. Tras continuar las normas de múltiples instructores, entró a ser parte de la Federación belga, donde tuvo como profesores a Jean-Pierre Collot y Luc Bodart, quienes pulieron en parte a aquel diamante en salvaje.

Su progresión en la Federación fue tan rápida que a los un par de años se dio de baja para entrenar en un club privado, el TC Géronsart, bajo el mando de Carlos Rodríguez. En aquella temporada compaginaba el tenis con el fútbol, hasta el momento en que a los 12 años optó terminantemente por la raqueta. El padre estimó, erróneamente, que con Rodríguez por el momento no podía progresar mucho más, y la puso a lo largo de un par de años bajo la tutela técnica de Michel Mouillard.

A los catorce años, poco tras el fallecimiento de su madre, Justine regresó a la Federación, donde se rencontró con Rodríguez, quien había fichado asimismo por la entidad federativa y que imprimió a su tenis el sello de calidad que la caracteriza. Como se adiestraba primordialmente en Mons, siguió sus estudios de bachillerato en el Ateneo de esta ciudad. Los hechos se precipitaron en el momento en que en 1997 ganó el Orange Bowl, semejante al campeonato de todo el mundo júnior. A este título mundial sumó unas semanas después el Roland Garros júnior. Ambos títulos le dieron una proyección global.

El padre le logró entender que debía ocuparse en única al tenis y abandonó los estudios. Así, en 1999, se realizó profesional. Debutó jugando para su país la Copa Federación. Pero su entrada triunfal en el circuito en todo el mundo se causó poco después al proclamarse ganadora del Torneo de Amberes, venciendo en la final a Sarah Pitkowkis. En este torneo intimó con Pierre-Yves Hardenne, que el 16 de noviembre de 2002 se transformaría en su marido. Entonces adoptaría el apellido Hardenne (si bien prosiguió usando asimismo el de el por el hecho de que la legislación belga no deja emplear solo el del marido) a lo largo de 4 años, hasta el momento en que se divorciaron a fines de 2006.

Tras un año 2000 difícil gracias a inconvenientes familiares y anomalías de la salud personales, en 2001 recobró su manera más óptima y ganó 2 campeonatos sucesivos, en Gold Coast y en Canberra. Poco después, ese año, su nombre alcanzó resonancia mundial con su semifinal en Roland Garros y, más que nada, con la disputa de la final de Wimbledon, que perdió frente a la entonces número uno Venus Williams, a la que logró ganar un equipo por 6-3.

En 2002 consolidó su progresión con victorias en las finales de Berlín, frente Serena Williams, y en el torneo austriaco de Linz, en frente de Alexandra Stevenson. Esos excelente resultados la ubicaron en la cuarta situación del top de la Women’s Tennis Association (WTA).

La temporada 2003 consagró a Justine Henin como la tenista mucho más temida por sus oponentes. Tras lograr las semifinales del Open de Australia, ganó 2 campeonatos sucesivos del grand slam, los dos frente a la asimismo belga Kim Clijster: su primer Roland Garros y el Open de Estados Unidos. Además, logró otros seis títulos del Grand Prix: Dubai, Charleston, Berlín, San Diego, Toronto y Zurich. Fue proclamada la mejor deportista belga del año; no en balde su triunfo en París suponía el primer triunfo de una belga en un torneo del grand slam. Justine dedicó la copa a su madre, a la que antes de fallecer le prometió que un día se proclamaría reina en la pista central de la ciudad más importante francesa.

En 2004, tras vencer a la francesa Amélie Mauresmo en Sydney, sumó el 19 de enero el segundo grand slam a su palmarés: el Open de Australia; de nuevo, frente Clijster, a la sazón número uno de todo el mundo. Afrontó la final tras haber sudado de lo hermoso para sobrepasar las semifinales frente al ídolo local, Jennifer Capriati, en un partido que duró mucho más de tres horas. Aun de esta manera, no acusó el ahínco en la final; con sus 54 pulsaciones por minuto, pertence a las tenistas que mejor se está recuperando.

Ese año ganó nuevamente en Dubai como número 2 de todo el mundo, y en Indian Wells frente Lindsay Davenport, que había vuelto por sus fueros. Pero más que nada cabe destacar su medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas, donde superó en la final a Mauresmo por un contundente 6-3, 6-3. Fue la única medalla de oro de la delegación belga, con lo que ella le dio mucho más valor que a un torneo grande. Además, se presentó en Atenas tras una extendida inmovilidad adecuada a un virus que aún se ignora si dejó de agredir su cuerpo.

En 2005 pensaba que no podría competir pues el enigmático virus (cytomegalovirus) le había atacado una rodilla. De hecho solo ha podido disputar unos pocos campeonatos. Debutó el 17 de abril y en su primer torneo del año, en Charleston, ganó la final frente a la rusa Elena Dementieva. Pero era visible que jugaba mermada, como quedó patente con su derrota en la final del Open de Australia frente Mauresmo. Al mes siguiente, no obstante, logró los títulos de Varsovia y de Berlín. Y tras un maratoniano partido de semifinales frente Conchita Martínez, el 4 de junio superó a la local Mary Pierce en la final de Roland Garros, por un contundente 6-1, 6-1.

Comenzó la temporada 2006 con pésimos vaticinios por unos arduos problemas estomacales. Pero desde su victoria en París se había destinado a reposar y a restituirse física y mentalmente. El 13 de enero ganó nuevamente el respetado torneo de Sydney, y el 25 de febrero superó a Maria Sharapova en Dubai. Descansó nuevamente para elaborar su torneo favorito; Roland Garros, donde en la final, el 28 de mayo, superó a la rusa Svetlana Kuznetzova por 6-4, 6-2. Era ahora entre las escasas tricampeonas del mayor premio sobre tierra batida. Después llegaron los títulos de Eastbourne y de New Haven. No eran títulos mayores, pero coronó el año con otro grande: el WTA Tour Championship festejado en Madrid, donde en la final derrotó nuevamente a Mauresmo. Era ahora desde fines de 2005 la número uno de todo el mundo.

En 2007 defendió a cubierta y espada su situación, con triunfos en Dubai, Doha y Varsovia, hasta el momento en que el 9 de junio se transformó en la única tenista actualizada que ostentaba 4 títulos de Roland Garros. Hasta su triunfo en Roland Garros 2007, en su palmarés figuraban 33 títulos particulares y 2 en dobles, con solo veinticinco años. Además, tras su derrota en Wimbledon, donde compitió sin haber finiquitado los trámites de su divorcio, prosiguió ostentando la situación de número uno.

Justine Henin fué distinguida con múltiples premios y galardones. Sobresalen sus títulos de Campeona del Mundo ITF en 2003 y 2006 y su segundo galardón de Deportista Belga del Año, asimismo en 2006. Pero entre todos, ella destaca su decisión como Campeona de la Unesco, cuyo diploma se le entregó el 14 de diciembre de 2006 en la pista Central de Roland Garros, “en reconocimiento a su dedicación personal, a la preservación y defensa de los valores de excelencia, juego limpio y también integridad durante su trayectoria”. Una carrera que estaba en su meridiano y que a buen seguro, en el momento en que cuelgue las raquetas, acabará con un palmarés a lo Roger Federer, de quien podría considerarse su versión masculina.

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Los matices y las sutilezas que ocupan nuestras vidas son decididamente imprescindibles, ya que marcan la diferencia, y en la ocasión de la vida de una persona como Justine Henin, que poseyó su trascendencia en una época determinada, es vital intentar mostrar un panorama de su persona, vida y personalidad lo más exacta posible.

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