Julien Offray de La Mettrie

Ya sea inspirando a más seres humanos o tomando parte de la acción. Julien Offray de La Mettrie es una de las personas cuya vida, indudablemente, merece nuestra consideración debido al grado de influencia que tuvo en la historia.Comprender la vida de Julien Offray de La Mettrie es conocer más acerca de un periodo concreto de la historia de la humanidad.

Comprender lo bueno y lo malo de las personas significativas como Julien Offray de La Mettrie, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es algo sustancial para que seamos capaces de poner en valor no sólo la existencia de Julien Offray de La Mettrie, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Julien Offray de La Mettrie, personas a quienes de un modo u otro Julien Offray de La Mettrie influyó, y desde luego, entender y comprender cómo fue vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Julien Offray de La Mettrie.

Las biografías y las vidas de personas que, como Julien Offray de La Mettrie, cautivan nuestro interés, deben servirnos en todo momento como punto de referencia y reflexión para ofrecer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Intentar comprender la biografía de Julien Offray de La Mettrie, el motivo por qué Julien Offray de La Mettrie vivió del modo en que lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo a lo largo de su vida, es algo que nos impulsará por un lado a vislumbrar mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que se mueve, de forma inevitable, la historia.

Vida y Biografía de Julien Offray de La Mettrie

(Julien Offray u Offroy de La Mettrie; Saint-Malo, 1709 - Berlín, 1751) Médico y pensador francés. Nacido en el seno de una familia de mercaderes, se formó con los jesuitas y estudió medicina en París y Reims. Causó polémica su interpretación materialista de los fenómenos físicos, que le llevó a denegar la presencia de Dios y el alma humana en contenidos escritos como Historia natural del alma (1745). Por ello se vio obligado a exilarse primero en los Países Bajos y después en la corte de Federico II de Prusia, de la que fue médico. Su mecanicismo extremista quedó expuesto en El hombre máquina (1748), ensayo en el que interpreta el pensamiento como el resultado de la acción de los elementos del cerebro y ofrece una continuidad entre los animales y el hombre. También ha propuesto estimar a determinados delincuentes como enfermos. Típicamente ilustrado, su pensamiento pone una fe sin límites en el avance científico y agrede con saña la religión y la ignorancia médica. Entre sus proyectos de medicina resalta Observaciones de medicina práctica (1743).

Tras haber estudiado teología y sido un ferviente jansenista, Julien Offray de La Mettrie marchó en 1733 a Leyden, y, bajo la guía del popular médico y fisiólogo Herman Boerhave, fan de las doctrinas de Spinoza, se dedicó al estudio de la medicina; ello le indujo al materialismo, al que daría la manera mucho más sistemática y lógica. Médico militar en París en 1742, se enemistó con sus colegas gracias a ciertos despreciativos contenidos escritos controvertidos.

Su primera obra filosófica, Historia natural del alma, publicada en 1745 en La Haya, le indispuso asimismo con los medios eclesiásticos, y debió salir de Francia; refugiado en Holanda, fue del mismo modo expulsado de este país tras la publicación de su libro El hombre máquina (1748). Finalmente se vio bien acogido en la corte de Federico el Grande, quien aun le ingresó en la Academia de Berlín. Sin embargo, poco después y de manera inopinada, La Mettrie murió de una indigestión.

Desde su tratado sobre el alma, el materialismo de La Mettrie hace aparición fundamentado en visualizaciones fisiológicas (explicación mecánica de los movimientos de los animales) y consecuentemente que proceden de la física de Newton (la atracción es una prueba de las habilidades activas de la materia). La vida orgánica e inclusive los actos de la conciencia, pura función físico-química del cerebro, tienen la posibilidad de quedar bastante explicados por la materia. Ello excluye, en relación que inútil hipótesis, el alma como substancia.

En El hombre máquina (1748), su obra mucho más conocida, La Mettrie funda toda la actividad siendo consciente del hombre en la teoría del automatismo animal, y prolonga al humano lo que Descartes había considerado visible solo en las bestias; convencido del avance de los órganos a través de el ejercicio y la educación, La Mettrie evalúa viable aun la enseñanza del lenguaje a los monos.

Más tarde escribió El hombre-planta (1748), donde asegura que los vegetales tienen, como el hombre, sensibilidad, y Les animaux agregado que machines (1750), para probar, en oposición a Descartes, que la conciencia de los animales tiene exactamente la misma naturaleza que la humana. La Mettrie considera la presencia de Dios como una suposición superflua, y se agrada en una ética libremente materialista, que exalta sobre todos y cada uno de los sobrantes el exitación de los sentidos, aun en el momento en que asimismo deduce del mismo individualismo (a través del sentimiento del "honor") el método de la subordinación del interés privado al público, y, consecuentemente, la oportunidad de una regla de conducta ética.

El hombre máquina

La Mettrie expuso con audacia y sinceridad su materialismo donde es indudablemente la mucho más famosa de sus proyectos, El hombre máquina (1748). Para La Mettrie, la filosofía no probó ni probará jamás de modo seguramente permanezca un alma, en el sentido espiritual de la palabra, ni lo puede evaluar la revelación, pues si la naturaleza es muda, asimismo su Dios lo es; la razón nos fué concedida, además de esto, para argumentar la revelación y acordarla con la naturaleza. "Los sentidos son mis pensadores", asegura el creador; "sin experiencias no hay ideas".

No obstante, los sentidos y la experiencia nos comentan que las funcionalidades del alma dependen del temperamento, del ámbito, de la nutrición, de las patologías. Las alteraciones mentales están en función de las orgánicas, tal es así que "Hubiese bastado una cosa muy insignificante, una fibrilla, para regresar idiotas a un Erasmo o a un Fontenelle". El pensamiento es dependiente rigurosamente de la materia; en el cosmos no hay mucho más que una substancia diversamente cambiada, y el hombre es una máquina. El alma es solo un principio de movimiento, o una sección natural invisible del cerebro, que es el resorte primordial de la máquina. Ello no supone que el alma humana perezca completamente; de eso sencillamente no entendemos nada. Con todo, La Mettrie no asegura que la materia sea la única situación del cosmos; el de el es un materialismo antropológico.

En cuanto a la presencia de un Ser Supremo, la acepta como viable, pero negando valor a las pruebas habituales del primer motor y de las causas finales. Por lo demás, de la presencia de Dios no se podría inferir la necesidad de un culto, ni su negación supone la negación de la ética. "El cosmos no va a ser jamás feliz hasta el momento en que sea ateo. Sólo entonces la naturaleza, hasta este día inficionada del veneno sacro, recobrará sus derechos."

La ética de Julien Offray de La Mettrie es un epicureísmo no refinado. La naturaleza nos creó solo para ser contentos, y la alegría descansa sobre el sentimiento de los bienestares, a los que considera de carácter sensual. No hay ni el bien ni el mal de modo absoluto, sino más bien únicamente el interés público o privado. Al opuesto de Hobbes, La Mettrie no asigna al Estado el derecho a saber el bien, sino se remite para esto al sujeto. Con todo, el Estado puede conducir a los individuos a ser útil el interés común con un sistema de castigos y premios.

El hombre máquina consiguió un colosal "éxito de escándalo" en su temporada, singularmente en Alemania, donde se han publicado muchas refutaciones de ese libro ahora por año siguiente de su publicación. En situación, hablamos de una obra de pura vulgarización que no tiene singularidad y prolonga al hombre el automatismo atribuido por Descartes a los animales, exagera el empirismo de Locke y resucita el hedonismo de Epicuro. La desenvoltura y la ligereza con que trata los datos escenciales de la experiencia interior, ética y religiosa, son sus notas dominantes; la congruencia, la honestidad y la cruda franqueza forman su mérito primordial.

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Las sutilezas y las peculiaridades que llenan nuestras vidas son decididamente esenciales, ya que marcan la diferencia, y en la ocasión de la vida de una persona como Julien Offray de La Mettrie, que poseyó su significación en un momento concreto de la historia, es imprescindible tratar de brindar una perspectiva de su persona, vida y personalidad lo más rigurosa posible.

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