Ya sea inspirando a otros seres humanos o siendo una pieza esencial de la acción. Julián del Casal es una de las personas cuya vida, sin duda alguna, merece nuestro interés por el grado de influencia que tuvo en la historia.Conocer la vida de Julián del Casal es comprender más sobre etapa determinada de la historia de la humanidad.
Si has llegado hasta aquí es porque tienes conocimiento de la relevancia que detentó Julián del Casal en la historia. Cómo vivió y las cosas que hizo en el tiempo en que estuvo en el mundo fue determinante no sólo para quienes frecuentaron a Julián del Casal, sino que quizá legó una huella mucho más insondable de lo que logremosfigurar en la vida de gente que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya nunca a Julián del Casal en persona.Julián del Casal ha sido uno de esos seres humanos que, por algún motivo, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.
Vida y Biografía de Julián del Casal
(La Habana, 1863 - id., 1893) Poeta cubano. Aunque inició su trayectoria en el romanticismo decimonónico, se considera un precursor de la estética modernista. Nacido en el seno de una familia acomodada, de padre español y madre cubana, perdió a su madre siendo muy niño, y a su padre en el momento en que contaba 22 años; la fortuna paterna se vino abajo y su historia cambió radicalmente. Julián del Casal se halló sin elementos en frente de la vida, después de los estudios que había cursado en el Colegio Belén, y en solitario con el caudal de sus inclinaciones literarias y periodísticas.
Sencillo usado de Hacienda, perdió su empleo en el momento en que inició la publicación de La Sociedad de la Habana, cuyo primer capitulo contenía alusiones mordaces para la familia del gobernador; la publicación fue suspendida por orden de las autoridades. Dedicado íntegramente a las letras, vivió primero en una cuarta parte de la redacción de La Habana Elegante; logró un viaje de pocos meses a España, donde trabó amistad con Salvador Rueda, y al regresar se hospedó en una cuarta parte de la redacción de El País, por no tener medios de subsistencia. Una rotura de aneurisma terminó de manera temprana con su historia.
Considerado entre los predecesores del modernismo en la literatura sudamericana, Casal incorporó a las letras cubanas y a las de toda Hispanoamérica el tono de una exclusiva sensibilidad, y fue el constructor de ciertas novedosas composiciones métricas que el modernismo generalizó. Maestro del soneto endecasílabo (Pax Animae, Salomé), procuró asimismo el dodecasílabo y el alejandrino (Profanación); precioso ejemplo de verso eneasílabo es Tarde de lluvia, y, de verso en diez sílabas, Horridum Somnium. Casal representa una anticipación del movimiento modernista, que en Cuba fue interrumpido en su avance por la última guerra de independencia.
Prácticamente en el final de su historia publicó los tres libros que forman sus proyectos terminadas: Hojas al viento (1890), todavía con marcada predominación del romanticismo español y francés; el parnasiano Nieve (1892) y, por último, Bustos y Rimas (1893), grupo de prosas y versos en el que se puede ver la predominación de Charles Baudelaire y de Paul Verlaine, y una intuición que preanuncia el modernismo. En este último libro se destaca el subjetivismo peculiar de Casal, su alma lírica dominada por la tristeza irreparable, por el ensueño superador de la angosta y pobre situación provinciana, monótona y vulgar, que le circunda. Se añade a ello su necesidad espiritual de refinamiento, su aptitud para la expresión tanto de estados de alma como de situaciones refulgentes de la naturaleza y su progresiva maestría para la factura del verso nuevo.
Julián de Casal conoció a Rubén Darío en 1892, antes de fallecer, con lo que poca ha podido ser la predominación rubeniana en su obra; fue mucho más bien Casal quien influyó poderosamente en el alma lírica de Rubén Darlo. Aunque su inspiración patológica nos realice rememorar a Gustavo Adolfo Bécquer, Julián de Casal no es un posromántico, sino más bien un renovador, profesor de la rima y de las formas métricas que habría de cultivar el modernismo; no se detiene en Heinrich Heine: pasa por Teófilo Gautier, Verlaine y Baudelaire, y forja una lírica de incomodidad íntima que expresa una angustia de sentido universal desde una obscura habitación de La Habana. Poeta cubano de la angustia, como fué llamado, Casal sentía una apasionada inclinación hacia una pequeña de alma lírica que se llamaba Juana Borrero, a la que cantó en redondillas; como contagiada de la mortal angustia del poeta, la joven murió tres años después que él, a los diecinueve de edad.
La fantasía desbordada de Casal pareció predecir los honores que se le tenían que rendir tras la desaparición (Fatuidad póstuma); José Martí y Rubén Darío cantaron su excelencia. Su obra desperdigada en El estudiante (periódico manuscrito de su primera juventud), en el semanario La Habana Elegante, en El País, La Discusión, El Fígaro y La Caricatura, fué obtenida y publicada últimamente. Ejerció el periodismo con los pseudónimos El conde de Camors, Hernani y Alceste.
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