Julia de Burgos

La historia de la civilización está contada por las personas queen el paso de los años, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han originado quela sociedad, de un modo u otro,progrese.

Si has llegado hasta aquí es porque sabes de la relevancia que atesoró Julia de Burgos en la historia. El modo en que vivió y aquello que hizo en el tiempo en que estuvo en la tierra fue determinante no sólo para aquellas personas que trataron a Julia de Burgos, sino que a caso dejó una señal mucho más vasta de lo que logremossospechar en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Julia de Burgos de modo personal.Julia de Burgos fue uno de esos seres humanos que, por algún motivo, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.

Conocer lo bueno y lo malo de las personas destacadas como Julia de Burgos, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es algo básica para que seamos capaces de poner en valor no sólo la existencia de Julia de Burgos, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Julia de Burgos, personas a quienes de un modo u otro Julia de Burgos influyó, y sin duda, comprender y entender cómo fue vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Julia de Burgos.

Vida y Biografía de Julia de Burgos

(Julia Constancia Burgos García; Carolina, Puerto Rico, 1914 - Nueva York, 1953) Poetisa puertorriqueña. Julia de Burgos se graduó de profesora normalista en la Universidad de Puerto Rico en 1933. En 1934 trabajó en la PRERA (Agencia para la Rehabilitación Económica de Puerto Rico, por sus iniciales en inglés) en Comerío, como usada de una estación de leche, rincón en que los pequeños de familias pobres recibían desayuno gratis. Contrajo nupcias con Rubén Rodríguez Beauchamp en ese año. En 1935, al cierre de la PRERA, ejercitó por corto tiempo como profesora en un vecindario de Naranjito.

En esa época escribió su popular poema Río Grande de Loíza. Durante ese año Julia de Burgos asimismo conoció y también logró amistad con Luis Llorens Torres, Luis Palés Matos y Evaristo Ribera Chevremont, entre otros muchos versistas boricuas, y en 1936 publicó en una hoja suelta su poema Es nuestra la hora, con el que comenzó a hacerse conocer en el ámbito literario. En octubre de ese año pronunció el alegato La mujer frente al mal de la Patria en la primera reunión general del Frente Unido Pro Convención Constituyente, en el Ateneo Puertorriqueño. Escribió los dramas breves Llamita desea ser mariposa, Paisaje marino, La joda del sábado y Coplas jíbaras para ser cantadas.

En 1937 coinciden 2 hechos significativos en la vida de Julia de Burgos: la separación de su matrimonio con Rubén Rodríguez Beauchamp y la edición privada de Poemas precisos a mí misma, que representa una de sus primeras manifestaciones líricas, cuyo paradero hoy día no se sabe. Al año siguiente conoció al médico y sociólogo Juan Isidro Jimenes Grullón, quien habría de transformarse en su mucho más acrisolado amor.

Publicó además de esto, en 1938, su obra Poema en veinte surcos y, en 1939, la Canción de la realidad simple, obra premiada por el Instituto de Literatura Puertorriqueña. Un año después viajó a Cuba, en donde conoció a múltiples intelectuales, entre ellos Juan Marinello, Juan Bosch, Raúl Roa y Manuel Luna. A partir de ese instante radicó de forma alternativa en La Habana y Nueva York, dedicándose al periodismo y a la creación literaria.

El 18 de enero de 1940 llegó a la localidad de Nueva York. A los quince días de su llegada concedió una entrevista al periódico La Prensa, que se publicó bajo el título "Julia de Burgos, versista puertorriqueña, en misión cultural en Estados Unidos". El 5 de abril de 1940 la Asociación de Periodistas y escritores Puertorriqueños rindió un homenaje público a Julia de Burgos y a Antonio Coll y Vidal en el Wadleigh High School Auditorium, en Nueva York.

En 1941 regresó a La Habana; en la facultad de la ciudad más importante cubana se anotó en tutoriales sobre variadas materias que despertaban su interés (heleno, latín, francés, biología, antropología, sociología, psicología, higiene mental, didáctica). La relación con Juan Isidro Jimenes llegó a su final en 1942. Tras esa decepción cariñosa, Julia de Burgos se estableció finalmente en la localidad de los edificios, en donde merodeó en pos de empleo. Durante cierto tiempo trabajó como inspectora de óptica, usada de un laboratorio químico, vendedora de lámparas, oficinista y modista.

Julia de Burgos murió en la localidad de Nueva York, el 6 de julio de 1953. Todavía el día de hoy su muerte prosigue cercada de secreto: fue encontrada inconsciente y sin identificación alguna entre la Calle 106 y la Quinta Avenida y murió siendo trasladada al Hospital de Harlem. Ante la carencia de identificación, su cuerpo fue sepultado en una tumba anónima; más tarde sus restos serían trasladados a Puerto Rico y enterrados en el Cementerio de Carolina, el sitio mucho más próximo viable al Río Grande de Loíza, que la apasionó.

Póstumamente se han publicado El mar y tú y otros poemas (1954) y Yo misma fui mi ruta (1986). Bajo el título de Obra poética, el Instituto de Cultura Puertorriqueña recogió su lírica en 1961. Una exhibe de sus versos figura en la Antología de la poesía galáctica puertorriqueña, lanzada por Manuel de la Puebla en 2002, y en las considerables compilaciones de poesía latinoamericana, en las que acostumbra ocupar una situación tan sobresaliente como Alfonsina Storni, Juana de Ibarbourou, Gabriela Mistral y otras enormes versistas del siglo XX.

La obra de Julia de Burgos se identifica por su singular fuerza expresiva; su con pasión romanticismo la llevó a desarrollar de una forma mística y metafísica temas como la naturaleza y el cariño. La hondura y calidad de su producción poética, su excepcional aptitud para reflejar los inconvenientes de la mujer de su tiempo, tal como las inusuales situaciones que rodearon su historia y su muerte (envueltas en un halo de mal, enajenación y desarraigo que la habían llevado a considerarse como una "desterrada de sí"), hicieron de ella entre las figuras mucho más sorprendentes no solo de las letras puertorriqueñas de la primera mitad del siglo XX, sino más bien de toda la literatura sudamericana moderna.

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