Ya sea inspirando a más seres humanos o tomando parte de la acción. Juana Enríquez es una de esas personas cuya vida, en efecto, merece nuestro interés por el nivel de influencia que tuvo en la historia.Comprender la vida de Juana Enríquez es comprender más acerca de un periodo concreto de la historia del género humano.
Si has llegado hasta aquí es porque sabes de la relevancia que atesoró Juana Enríquez en la historia. La forma en que vivió y las cosas que hizo durante el tiempo que permaneció en el mundo fue decisivo no sólo para quienes conocieron a Juana Enríquez, sino que tal vez dejó una huella mucho más insondable de lo que podamosfigurar en la vida de personas que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya jamás a Juana Enríquez de modo personal.Juana Enríquez fue uno de esos seres humanos que, por alguna causa, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.
(Torrelobatón, Valladolid, 1425 - Tarragona, 1468) Reina de Navarra (1447-1468) y de Aragón (1458-1468). Hija de Fadrique Enríquez, almirante de Castilla, correspondiente a una familia opuesta a Álvaro de Luna, casó con Juan II de Aragón y I de Navarra. Se encaró con el príncipe Carlos de Viana (hijo del rey Juan II en su previo matrimonio con Blanca de Navarra) a raíz del viable link de este con Isabel, hermana de Enrique IV, enemigo de su familia. A la desaparición de Carlos, se trasladó a Barcelona, en calidad de regente de su hijo Fernando. Su administración llevó al combate entre los campos populares de la Busca, en los que Juana procuraba acompañamiento, y la Biga, gerente de los intereses de la oligarquía catalana que controlaba la Generalitat. Esto, y un enfrentamiento entre remenses y señores, llevó al estallido de la guerra civil. Acusada de haber ordenado el intoxicación de Carlos, Juana escapó con su hijo a Gerona, en pos de la protección de los remenses y del obispo, y debió aguantar el asedio de las tropas de la diputación.
Biografía
Juana Enríquez fue la segunda mujer de Juan II, quien había enviudado en el mes de mayo de 1441 de la primera, Blanca de Navarra. Juana era hija de Fadrique Enríquez, almirante de Castilla, y de Marina de Ayala. Educada por su abuela materna Inés de Ayala, su niñez transcurrió en el castillo de Torrelobatón, donde se festejaron sus esponsales con Juan, infante de Aragón, en 1443; el matrimonio, no obstante, no se consumó hasta 1447 en Calatayud.
Juan II halló adversidades para entrar como titular al trono de Navarra tras la desaparición de su mujer Blanca, ya que debió confrontar al hijo primogénito de los que tuvo con ella, Carlos de Viana, que demandaba sus derechos al trono navarro. Desde 1450 Juan II apoyó a los agramonteses en su pelea contra una facción navarra, los llamados beaumonteses, que pretendían ofrecer el trono a Carlos de Viana. En 1451 Juana Enríquez fue nombrada lugarteniente del reino de Navarra, y tomó parte activa en la pelea entre los agramonteses y los beaumonteses.
Intervino entonces Juana en las negociaciones entre el rey y la Generalitat de Cataluña que tuvieron sitio tras la queja del principado por la detención de Carlos de Viana en Lérida (1460); estas diálogos condujeron a la Concordia de Vilafranca del Penedès, que Juana Enríquez firmó, en nombre del rey, en 1461, y donde, entre otras muchas cosas, la Generalitat declaraba príncipe heredero al hijo de Juan II y Juana Enríquez, el infante Fernando (futuro Fernando el Católico), en caso de que Carlos de Viana muriese sin hijos.
A la desaparición de Carlos de Viana (1461), de la que ciertos autores hicieron responsable a nuestra Juana Enríquez, le sucedió como heredero Fernando; Juana Enríquez fue encargada de su tutoría y mandada con él, entonces de nueve años, a Cataluña, a fin de que el joven infante se hiciera cargo de la lugartenencia del principado, de conformidad con las cláusulas de la Concordia de Vilafranca. En 1461 la reina entró en Barcelona con su hijo y, como tutora del infante, juró los permisos, usos y prácticas del principado.
La actuación de Juana Enríquez en Cataluña contribuyó al empeoramiento de la situación política, y por último no ha podido eludir la sublevación del principado contra Juan II. Cuando fue a Gerona para mediar en el enfrentamiento ampurdanés entre los payeses y sus señores, un ejército designado a achicar a los payeses a su servidumbre, mandado por Hugo Roger, conde de Pallars, sitió en aquella localidad a Juana y a su hijo Fernando, a los que conminó con ultrajes y muerte.
La reina se ocupó en lo personal de los datos de la defensa hasta el momento en que un ejército francés dirigido por el conde de Foix puso fin al lugar en el mes de julio de 1462. Participó en las negociaciones con Luis XI de Francia (1461-1483) y Enrique IV de Castilla (1454-1474) que llevaron a la renuncia de este al trono de Cataluña, al admitir la sentencia arbitral de Bayona iniciativa por el rey francés, que actuó como intermediario entre Juan II y el rey español en el enfrentamiento producido en Cataluña; Juana Enríquez debió mantenerse como rehén para asegurar el cumplimiento por la parte de Juan II de la cláusula de la sentencia que le forzaba a dar a Enrique IV la merindad de Estella. Así, la reina continuó protegida por el arzobispo de Toledo, Alonso Carrillo de Acuña, en Larraga (Navarra), donde estuvo hasta marzo de 1464.
En 1464, a lo largo del reinado en Cataluña de Pedro IV, condestable de Portugal y monarca de los catalanes (1464-1466), Juana reunió un ejército con el que asistió para contribuir a Juan II, que sitiaba la localidad de Lérida. Como tutora del príncipe Fernando juró en Zaragoza los fueros y libertades de Aragón en el mes de septiembre de 1464, siendo reconocido Fernando como príncipe heredero de Aragón y Sicilia en la iglesia de San Salvador de la región.
Tras la desaparición del condestable Pedro de Portugal, la reina se trasladó al Ampurdán, donde dirigió la pelea contra los seguidores de Renato de Anjou (rey de Cataluña de 1466 a 1471), que había recibido en 1466 la corona de Cataluña ofrecida por la Generalitat; Juana dirigió el lugar de Rosas y envió socorros a Gerona, que se encontraba asediada por Juan, duque de Calabria y de Lorena, hijo de Renato de Anjou y su lugarteniente en Cataluña.
Juana Enríquez festejó unas vistas en Ejea de los Caballeros con su hijastra Leonor de Navarra en 1466, de las que resultó un tratado que renovaba la promesa de respetar la sucesión del reino de Navarra en la familia Foix, lo que era fundamental en la situación que existe de guerra contra los Anjou en tierras del Ampurdán, ya que representaba asegurar la neutralidad del Pirineo navarro, libre de probables maniobras de Luis XI. Juana Enríquez intentó el matrimonio entre su hijo el infante Fernando y también Isabel de Castilla, que no llegó a generarse hasta tras su muerte. Además de Fernando, Juana tuvo tres hijas con Juan II; Juana, que casó con su primo Fernando I de Nápoles (1458-1494) en 1474, y Mariana y Leonor, que continuaron solteras.
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