La historia de las civilizaciones está escrita por los hombres y mujeres quea lo largo del tiempo, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han hecho queel género humano, de un modo u otro,prospere.
Ya sea inspirando a otros seres humanos o siendo parte de la actuación. Juan José Badiola es una de las personas cuya vida, sin duda alguna, merece nuestro interés debido al nivel de influencia que tuvo en la historia.Comprender la existencia de Juan José Badiola es conocer más sobre periodo preciso de la historia del género humano.
Si has llegado hasta aquí es porque tienes consciencia de la importancia que atesoró Juan José Badiola en la historia. La forma en que vivió y lo que hizo mientras permaneció en este mundo fue decisivo no sólo para las personas que frecuentaron a Juan José Badiola, sino que quizá produjo una huella mucho más vasta de lo que podamosfigurar en la vida de gente que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya nunca a Juan José Badiola de modo personal.Juan José Badiola fue una persona que, por alguna causa, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.
(Léon, 1948) Científico español, especialista en el popular «mal de las vacas locas». Juan José Badiola Díez nació en León el 1 de septiembre de 1948. Hijo de veterinario, en su adolescencia logró sus pinitos en el planeta del toreo, si bien, como él mismo ha reconocido con sentido del humor, jamás pasó de «varias plazas de mala muerte en pueblos perdidos de la meseta». Badiola inició sus estudios de veterinaria en la Universidad Complutense de Madrid, donde se licenció en 1972 con nota de destacable y también inició su trayectoria enseñante como instructor ayudante de clases prácticas en la Facultad de Veterinaria.
Tras conseguir el Premio Extraordinario de licenciatura, se doctoró en 1975 con la calificación de destacable cum laude. Adscrito a la cátedra de histología y anatomía patológica, se transformó en instructor adjunto interino, ya que desempeñó en el transcurso de un año. Entre 1976 y 1983 se trasladó a la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Zaragoza, para ocupar la vacante de instructor añadido interino. En 1983 alcanzó la categoría de instructor titular y, un par de años después, consiguió la cátedra, ejercicio que compatibilizó con sus ocupaciones como decano, entre 1984 y 1989. Entre 1985 y 2001 ejercitó la docencia en el Departamento de Patología Animal de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Zaragoza.
En el seno del Consejo de Universidades, Badiola ocupó, entre otros muchos cargos, los de vicepresidente académico, en 1997; presidente de la Comisión de Centros, Estudiantes y Normativa General, entre 1997 y 2000, y coordinador del Grupo de Ciencias de la Salud, entre 1999 y 2000. A lo largo de su trayectoria, participó en varios comités científicos y en ocupaciones de evaluación estudiosa, tanto en España como en la Comisión Europea. Entre 1981 y 1985 fue asesor científico de la Consejería de Agricultura, Ganadería y Pesca del gobierno vasco.
Badiola y las «vacas locas»
Desde principios de 2000, la opinión pública se mostró sobresaltada por la aparición de distintos casos de encefalopatía espongiforme bóvida (EEB), conocida popularmente como «mal de las vacas locas». Juan José Badiola resaltó como el científico español que mejor conocía esa patología y que estudió de manera mucho más sistemática su introducción en la cadena alimenticia y sus efectos sobre los humanos. Entre 1988 y 1997, Badiola había sido integrante del Comité Científico Veterinario y presidente del Subgrupo de Evaluación de las Investigaciones sobre las EEB de la Unión Europea, un puesto clave en su trayectoria que, tras la aparición, en el año 2000, de varios casos de «vacas locas» en toda Europa, lo lanzó al primer chato de esta época.
La extensión de la EEB, tal como la aparición en Gran Bretaña de casos de su versión humana, la patología de Creutzfeldt-Jakob (un trastorno de tipo neurológico destructor del sistema inquieto central), produjo la alarma entre los usuarios de toda Europa. La grave crisis, que afectó especialmente a la cabaña vacuna británica, se trasladó más tarde a otros países, entre ellos España.
Fue entonces en el momento en que Badiola empezó a coordinar, como directivo del Laboratorio Nacional de Referencia de las EEB, con origen en Zaragoza, los análisis de las pruebas remitidas desde todas y cada una de las comunidades autónomas. El aparato de científicos bajo su dirección logró advertir varios casos de reses inficionadas por la EEB, lo que provocó el sacrificio de cientos de reses en las huertas en las que se dieron a conocer vacas con síntomas de la patología.
Badiola se mostró conveniente al «sacrificio selectivo» de reses. «Así -ha dicho en una ocasión- se evitará la ocultación de casos por la parte de ganaderos que eligieron por no hacer llegar la patología frente al miedo de que toda la ganadería sea sacrificada.» Además, fue siempre y en todo momento partidario de frenar el alarmismo desarrollado cerca de la transmisión de la patología a la cadena alimenticia y a su incidencia en el hombre. Sus intervenciones frente a la opinión pública estuvieron orientadas a recobrar la seguridad de los ciudadanos en el consumo de carne de vacuno.
Un experto de prestigio en todo el mundo
En relación con las distintas indagaciones abiertas en el campo de la inmunología, Badiola consideraba «no descartable» una vacuna para el «mal de las vacas locas». Su labor adelante de estas indagaciones llevó al gobierno a nombrarle integrante del Grupo Asesor de la Dirección de Investigaciones de la Comisión Europea en temas de investigación sobre encefalopatías espongiformes transmisibles, una compromiso que le forzó a viajar a Bruselas en mucho más de doscientas oportunidades.
Asimismo fue designado asesor del Programa Nacional de Vigilancia y Control de las EEB, ya que compaginó con la presidencia del Colegio de Veterinarios de España. Asimismo, el vicepresidente primero del gobierno, Mariano Rajoy, que reguló los diferentes ministerios implicados en la pelea contra esta epidemia animal, lo nombró integrante del comité de especialistas que aconsejó al ejecutivo en la materia. Su conocimiento de las EEB y su lenguaje didáctico le llevaron a vocalizar mucho más de cien tutoriales y charlas liderados primordialmente a universitarios y expertos de la sanidad animal y la salud pública para argumentar las causas del «mal de las vacas locas» y el estado de las indagaciones científicas para agarrar la patología.
Badiola ha pertenecido a diferentes consejos editoriales de reputadas gacetas científicas de todo el mundo, merced a su dominio del inglés, la lengua francesa, la lengua alemana y el italiano. Ha dirigido dieciséis proposición doctorales y exhibe la patente del test Elisa para la detección del virus Maedi-Visna. Su prestigio profesional le permitió ser miembro de jurados de esenciales premios científicos y su trabajo fué reconocido con relevantes galardones, como la Gran Cruz del Mérito Militar con propio blanco, la Medalla de Plata al Mérito de la Guardia Civil y la Placa al Mérito de la Junta de Castilla-La Mancha, aparte de ser nombrado Hijo Adoptivo de Zaragoza y premiado con el premio Aragonés con Denominación de Origen.
Un hombre austero y trabajador
Aficionado a comer verduras, frutas y pasta, Badiola ha reconocido muy frecuentemente su pesar al tener que imponer el sacrificio de un animal. Atraído por la lectura, tuvo en los viajes una de sus pasiones. «Mi padre me empujó a viajar, y pese a las adversidades pude recorrer prácticamente toda Europa: Francia, Gran Bretaña, Alemania, Italia y Grecia. Y más que nada la Europa del Este, ya que era habitual llevar a cabo ese género de viajes para la juventud de mi temporada», ha dicho en una ocasión.
Casado con Antonia Vargas, con quien tiene tres hijas, siempre y en todo momento se definió como un hombre austero, cabezota y trabajador. A pesar de su prestigio científico, su auténtica vocación fue la ferroviaria. «Siempre y en todo momento he sentido fascinación por los trenes, deseaba ser maquinista de tren», reconoce. Para todas y cada una de las ideas que ha emprendido en su historia, jamás ha olvidado un consejo que le dio su abuelo: «Todo se logra haciendo un trabajo».
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Los matices y las sutilezas que llenan nuestras vidas son siempre importantes, ya que destacan la singularidad, y en el caso de la vida de una persona como Juan José Badiola, que poseyó su trascendencia en un momento histórico concreto, es vital intentar mostrar una perspectiva de su persona, vida y personalidad lo más rigurosa posible.
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