La historia universal está contada por los hombres y mujeres queen el transcurrir de los siglos, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han ocasionado quela sociedad, de una forma u otra,progrese.
Si has llegado hasta aquí es porque eres sabedor de la importancia que atesoró Juan Filopon en la historia. Cómo vivió y lo que hizo mientras permaneció en la tierra fue decisivo no sólo para las personas que frecuentaron a Juan Filopon, sino que tal vez produjo una huella mucho más vasta de lo que podamosfigurar en la vida de gente que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya nunca a Juan Filopon de forma personal.Juan Filopon fue un ser humano que, por alguna causa, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.
(Juan Filópono o Filopon de Alejandría, asimismo llamado Juan el Gramático; Cesárea de Palestina, c. 490 - ?, c. 566) Filósofo y teólogo heleno. Fue acólito de Ammonio y defendió contra Proclo la creación en el tiempo (De la eternidad de todo el mundo, 529). Su obra Diatetes (Sobre la unión) fue sentenciada por triteísta. Destacó asimismo como comentarista de Aristóteles.
Habiendo marchado a Alejandría de Egipto hacia el año 500, Juan Filopon entró en la escuela neoplatónica y tras 520 se transformó al cristianismo monofisita, tomando parte en las luchas sanguinolentas que ocurrían, ahora entre cristianos y paganos, ahora entre las distintas sectas cristianas. Perteneció a la secta de los "filopones", que, según M. Meyerhof, "combatían contra instructores y alumnos paganos, intentando de eliminar los últimos santuarios de las viejas divinidades egipcias". De esta secta derivaría su sobrenombre y no, como opínan otros, del concepto heleno de "apasionado del trabajo".
Juan el Gramático está relacionado al último periodo del neoplatonismo y fue acólito, como Damascio, Simplicio y otros, de Ammonio Alejandrino. Esta escuela filosófica tuvo después, desde 520, a Damascio como último profesor; en 529, el emperador Justiniano prohibió la enseñanza de la filosofía y forzó a Damascio y a los otros pensadores a ponerse al abrigo en Persia, de donde solo lograron regresar en 533. Tal periodo apunta el ocaso definitivo de la filosofía griega y de la ciencia vieja.
Juan Filopon forma la figura mucho más característica de este planeta en disolución. El neoplatonismo, en el que había sido iniciado por Ammonio y que después debía repudiar, era impotente ahora para indicar un retorno a la vieja filosofía griega y, mucho más que un culto a las doctrinas de Platón, se había transformado en una cátedra para un nuevo florecimiento de los estudios aristotélicos. Juan fue el primero en servirse de la lógica aristotélica para proteger sus convicciones religiosas, procedimiento este que tuvo enorme éxito en el Medievo.
Atento estudioso de la obra científica de Aristóteles, comentó sus primeros once tratados. Poseía ahora sólidas bases científicas, y sus ideas, que afloran de los comentarios, son completamente auténticos. En ciertos principios escenciales de la mecánica deja completamente las ideas de Aristóteles y, sobre los movimientos de los cuerpos en el vacío, deja entrever el término de inercia, con lo que a veces fué calificado de precursor de Galileo.
En 529 escribió el tratado astronómico y filosófico De la eternidad de todo el mundo, anunciado en versión latina en 1557. Oponiéndose a Proclo, mantuvo en ella el movimiento traje de los cuerpos en el planeta supralunar y la eternidad de su vida. Proclo había afirmado en sus Comentarios al "Timeo" que los astros prosiguen un movimiento espiral complejo no descomponible en rotación traje. Frente a ello escribió Filopon: "Nada de cuanto se desplaza on line recta puede ser perpetuo". Para Filopon, los cuerpos celestes se mueven siguiendo un círculo completamente especial tanto en su integridad como en sus partes. Como "integridad" comprende el grupo del cosmos, y como "partes", las esferas de los planetas, de la luna y del sol.
Juan reconoce como doble el movimiento planetario: por una parte los planetas resultan movidos por la esfera no errante que da un giro siguiendo el ecuador, y por otro en razón de movimiento propio en todo el círculo oblicuo sobre el que están esparcidas las figuras del zodíaco. Proclo confirmaba que el movimiento real de un astro es el movimiento complejo que nosotros observamos; Juan mantiene que solo los movimientos circulares uniformes hay en la naturaleza. Si un cuerpo celeste es tal que le resulta conveniente naturalmente desplazarse según una espiral, como geométricamente el movimiento de espiral está conformado por un movimiento rectilíneo y por uno circular, sería exacto aceptar que todo cuerpo celeste resulta al tiempo eterno y perecedero. De ahí se prosigue la eternidad del movimiento circular traje en los cuerpos de todo el mundo supralunar y la eternidad de su vida.
Aparte de esta obra, Juan Filopon dejó un opúsculo sobre el astrolabio, un comentario a los 2 primeros libros de la Aritmética de Nicómaco y otro ambicioso tratado astronómico y filosófico, De la creación de todo el mundo, en el que rebatirá las variadas críticas de los astrónomos helenos y defendió la cosmografía bíblica. Dedicada al patriarca Sergio de Antioquía, esta obra, que examina las primordiales hipótesis astronómicas y también procura justificar la cosmogonía mosaica, pertence a las primordiales de la floreciente producción del cristianismo en el rechazar de la civilización alejandrina.
En De la creación de todo el mundo, Juan impugna las múltiples críticas de los astrónomos helenos, quienes jamás llegaban a ponerse en concordancia en relación al número de las esferas celestes, y hace ver que Hiparco de Nicea y Claudio Ptolomeo, imaginando una esfera sin estrellas exterior al resto de todo el mundo, proseguían en esto la doctrina de Moisés, quien no deseó, por otro lado, llevar a cabo consideraciones de carácter técnico sobre la naturaleza, sino más bien conducir a los hombres al conocimiento de Dios y enseñarles a vivir según este conocimiento.
Según la enseñanza bíblica, en el primero de los días Dios creó el cielo y la tierra. Juan Filopon considera el cielo distinto del firmamento, desarrollado en el segundo día y poblado de estrellas en el cuarto. En el cielo primitivo, desprovisto de estrellas, Filopon reconoce la novena esfera; el hallazgo del movimiento de precesión de los equinoccios había obligado a los astrónomos alejandrinos a poner la novena esfera alén de los límites de todo el mundo para trasmitir el movimiento diurno al cielo entero. Y ya que Moisés vio formarse el firmamento en la mitad de las aguas, Filopon revela la precisión de esta afirmación contra las de Platón y de Aristóteles: "Moisés, diciendo que el planeta fué desarrollado en la mitad de las aguas, nos sugirió el pensamiento de que la substancia del firmamento está, en su mayor parte, formada de agua. En efecto, los cuerpos celestes son con transparencia y conocido es que los únicos elementos dotados de transparencia son el agua y el aire".
En todas y cada una de las discusiones sobre la naturaleza de los cielos, Filopon semeja atenerse a la hipótesis peripatética de la "quinta esencia", al tiempo que, en lo relativo a las doctrinas físicas, frecuentemente se basa en la escuela estoica. Toda la obra refleja el ahínco, característico del pensamiento católico alejandrino, de detallar una relación entre las declaraciones de la cosmogonía griega con el Génesis bíblico, excluyendo de la teoría pagana las equivocaciones y dejando lo que se encontraba según la realidad revelada.
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