Juan de Oñate

La historia del mundo la cuentan aquellas mujeres y hombres quea lo largo de los siglos, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han ocasionado quela sociedad, de una forma u otra,progrese.

Las biografías y las vidas de personas que, como Juan de Oñate, cautivan nuestro interés, tienen que servirnos en todo momento como referencia y reflexión para conferir un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Tratar de entender la biografía de Juan de Oñate, el motivo por el cual Juan de Oñate vivió de la forma en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo en su vida, es algo que nos ayudará por un lado a vislumbrar mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que avanza, de forma inevitable, la historia.

Vida y Biografía de Juan de Oñate

(Minas de Pánuco, Zacatecas, 1550 - en España, hacia 1626) Conquistador de Nuevo México y principal creador de la región californiana de Santa Fe.

Nació en el seno de una familia de la aristocracia de españa instalada en América. Su padre, Cristóbal de Oñate, casado con Catalina de Salazar, fue un señalado conquistador, y a lo largo de la niñez de Juan desempeñó el cargo de gobernador de Nueva Galicia.

Hacia 1585 contrajo matrimonio con Isabel de Tolosa, nieta de Hernán Cortés, lo que le aseguró no solo una situación de privilegio entre la aristocracia local mexicana, sino más bien asimismo la predisposición de un rico patrimonio territorial y rentista. En 1595, y fruto de la amistad que le profesaba Luis de Velasco, marqués de Salinas y virrey de México, Juan de Oñate fue solicitado de ordenar una expedición para examinar el territorio de Nuevo México, misión donde había fracasado años atrás el explorador Francisco de Urdiñola.

Juan de Oñate, confiado en su suerte, empezó a reclutar múltiples cientos de soldados, docentes, religiosos y ganaderos, hasta el momento en que logró tener prácticamente quinientos y arrancar el sendero. Cabe decir que la financiación que el virrey Velasco dispuso atrajo a mucha gente para la expedición, aparte de que nuestro Oñate, que había sido nombrado antes gobernador y capitán general de los territorios que encontrara, no cesó de jurar riquezas a su contingente. En teoría, la expedición tenía un elevado número de religiosos, ya que la cristianización territorial era uno de las causas primordiales de su puesta en marcha; no obstante, todos cobijaban la promesa de encontrar ricas minas de platas que, según era mítico, existían en Nuevo México.

Desde Santa Bárbara, en 1596, la expedición de Oñate cruzó el río Gila y llegó a las estribaciones del río de las Balsas. Allí, los expedicionarios crearon un primer campamento al que llamaron San Francisco (de hoy localidad de Chamita), si bien después la ciudad más importante de esta sección primera de la expedición se trasladó a San Juan. Las tribus autóctonas no opusieron mucha resistencia y, tras dejar a una parte de su contingente, Juan de Oñate partió hacia el río Conchos con el abultado de la expedición.

En abril de 1598 llegaron al río Bravo (asimismo llamado Río Grande del Norte), el límite natural de Nuevo México, tras haber cruzado el llamado Paso del Norte, que Oñate descubrió. A los pocos días el capitán tomó posesión de las tierras en nombre del rey español, Felipe II. Animado por la relativa sencillez de la conquista, la expedición de Juan de Oñate se dirigió hacia Acoma, donde sí hallaron mucha resistencia por la parte de tribus indígenas, pero en el final consiguieron imponer la superioridad militar de sus tropas. Hacia 1599 puede hablarse del total control de Nuevo México por la parte del gobernador Juan de Oñate, que estableció un primitivo establecimiento en San Juan, donde enseguida se levantó una misión cristiana.

En los primeros años del siglo XVII, el gobernador deseó examinar novedosas sendas. Para ello, se dirigió hacia la llanura de Kansas, llegando hasta Texas por el río Pecos y a Oklahoma por el río Colorado, pero al final volvió a bajar hacia el sur, hacia las fértiles tierras del golfo de California. Allí llegó en el mes de abril de 1604, estableciendo otro puesto de control hispano que validaba el dominio total de Nuevo México y el éxito en la expedición de Juan de Oñate.

Con la fundación de Santa Fe, en 1605, la riqueza del gobernador de Nuevo México era enorme, aparte de supervisar quizás el territorio mucho más rico del virreinato. Sin embargo, los permanentes asaltos indígenas, aparte de inconvenientes de orden de adentro, hicieron que la colonia de San Juan entrara en ocaso, lo que aprovecharon sus contrincantes para desprestigiarle.

En 1606, por orden del rey español Felipe III, Juan de Oñate fue obligado a regresar a la ciudad más importante virreinal para someterse a juicio, ya que fue acusado de haber desacatado las órdenes del virrey. La intriga política semeja ser visible, toda vez que el veredicto fue la inocencia del acusado, pero a cambio se le desposeyó de sus títulos y rentas en Nuevo México por no haber actuado de acuerdo bajo el mando del virrey a lo largo de una rebelión de San Juan.

Si bien Oñate procuró clamar justicia, la verdad es que sus proyectos de colonización de Santa Fe se realizaron sin él, que, además de esto, fue obligado a exilarse de México. En tal situación, Oñate regresó a España, donde la intercesión de Felipe III le logró conseguir un puesto en las compañías mineras peninsulares. Falleció hacia el mes de junio de 1626, sin restitución de su previo estado popular.

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