Juan Bautista Idiarte

La historia de las civilizaciones la cuentan los hombres y mujeres queen el transcurrir de los siglos, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han ocasionado queel género humano, de una forma u otra,avance.

Conocer lo bueno y lo malo de las personas destacadas como Juan Bautista Idiarte, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es una cosa esencial para que podamos poner en valor no sólo la existencia de Juan Bautista Idiarte, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Juan Bautista Idiarte, personas a quienes de un modo u otro Juan Bautista Idiarte influyó, y por supuesto, conocer y descifrar cómo fue vivir en la época y la sociedad en la que vivió Juan Bautista Idiarte.

Las biografías y las vidas de personas que, como Juan Bautista Idiarte, seducen nuestro interés, tienen que servirnos en todo momento como punto de referencia y reflexión para conferir un marco y un contexto a otra sociedad y otra etapa de la historia que no son las nuestras. Hacer un esfuerzo por comprender la biografía de Juan Bautista Idiarte, porqué Juan Bautista Idiarte vivió de la forma en que lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo durante su vida, es algo que nos ayudará por un lado a entender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que avanza, de forma implacable, la historia.

Vida y Biografía de Juan Bautista Idiarte

(Juan Bautista Idiarte Borda; Mercedes, 1844 - Montevideo, 1897) Político uruguayo, presidente de la República entre 1894 y 1897. Era hijo de inmigrantes vasco-franceses. Fue escogido múltiples ocasiones como diputado en las listas del Partido Colorado y en 1890 accedió al Senado. Cuando ese año el general Tajes decidió devolver el poder a los civiles, apoyó la candidatura de Julio Herrera y Obes.

Fue nombrado presidente de la República de Uruguay en 1894, tras generarse la renuncia del gobernante del país elegido José Eugenio Ellauri, cuya candidatura había apoyado Idiarte, si bien no llegó a tomar posesión. La decisión de Idiarte fue extendida y dificultosa, en tanto que ninguno de los aspirantes propuestos conseguía el consenso preciso para conseguir la mayor parte de los votos de los miembros del senado. Después de 21 días y 40 valoraciones, su candidatura, que no estaba entre las proposiciones al comienzo de las sesiones, consiguió los 47 sufragios precisos. Intentó proseguir la política del ex--presidente Julio Herrera y Obes, de quien se había transformado en uno de sus mucho más estrechos ayudantes a lo largo de su orden (1890-1894).

Trató de impulsar el avance económico del país con el fortalecimiento de las vías de comunicación, para lo que edificó la Carretera Nacional -que unía las primordiales ciudades-, llevó la línea férrea hasta la ciudad de Mercedes y mandó llevar a cabo el emprendimiento para la construcción del nuevo puerto de Montevideo. Las gestiones de Idiarte fueron escenciales a fin de que se festejase la Primera Feria de Ganadería y agricultura de Uruguay. Durante su orden se creó el Banco Nacional de la República (1896). Su actuación le valió duras críticas del Partido Blanco y de los ámbitos de su partido encabezados por José Batlle y Ordóñez. Sus oponentes consideraban que era elevado el favoritismo que mostraba hacia sus incondicionales, y que sus directivas políticas se distanciaban de los intereses del país.

En el mes de noviembre 1896 su gobierno estuvo a puntito de caer por culpa de un movimiento innovador en el que Aparicio Saravia se levantó adelante de una división de setecientos hombres. Idiarte recortó las libertades de prensa y prohibió a los diarios reportar sobre la situación, si bien las presiones políticas le forzaron a alzar la prohibición. Las tropas fieles al gobierno lograron terminar de forma fácil con el foco de rebelión.

En el tercer mes del año del año siguiente debió llevar a cabo en frente de un nuevo alzamiento nacionalista, popular como la revuelta blanca, encabezado por los líderes del Partido Blanco, Aparicio Saravia y Diego Lamas. Este alzamiento, bastante superior ordenado y con mucho más acompañamiento, se transformó en una seria amenaza para la seguridad del país. Los amotinados demandaban la proclamación de una enorme candidatura presidencial de unidad nacional, y que se les entregase la jefatura de múltiples comisarías de policía.

Estas necesidades fueron completamente rechazadas por el presidente Idiarte, quien envió al ejército a terminar con los rebeldes. Un campo del Partido Blanco, el encabezado por el general Muñiz, apoyó sin reservas la actuación del gobierno, al paso que otro, el dirigido por los coroneles Pampillón y Saura prefirió sostenerse ajeno. Las tropas gubernativos y las de Saravia y Lamas se confrontaron en cinco oportunidades: en Arbolio, en Tres Árboles, en Cerros Colorados, en Cerros Blancos y en Aceguá, pero la victoria no se inclinaba hacia ninguno de los 2 contricantes.

El presidente envió a múltiples emisarios para llegar a un convenio de paz, pero todas y cada una de las gestiones terminaron en fracaso. Ante el cariz que se encontraba tomando la situación, sus oponentes políticos trataron de llegar a un convenio con Lamas y Saravia a espaldas del gobierno. El presidente fue ejecutado a balazos en el momento en que salía de misa, en las escaleras de la catedral de Montevideo, por Avelino Arredondo, componente del Partido Colorado, el 25 de agosto de 1897. El ejército, que estaba formado a la puertas del templo para rendir honores al presidente, no logró nada por eludir el magnicidio, lo que era reflejo de la fuerte oposición a su gobierno que existe en todos y cada uno de los campos sociales del país. Tras su muerte se alcanzó un convenio que devolvió la paz a Uruguay.

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