Ya sea inspirando a otras personas o siendo una pieza esencial de la acción. Juan Antonio Llorente es una de esas personas cuya vida, en verdad, merece nuestra consideración debido al nivel de influencia que tuvo en la historia.Conocer la vida de Juan Antonio Llorente es conocer más sobre etapa determinada de la historia del género humano.
Si has llegado hasta aquí es porque tienes consciencia de la trascendencia que tuvo Juan Antonio Llorente en la historia. La manera en que vivió y las cosas que hizo mientras estuvo en la tierra fue determinante no sólo para las personas que conocieron a Juan Antonio Llorente, sino que posiblemente legó una huella mucho más insondable de lo que logremosconcebir en la vida de gente que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya jamás a Juan Antonio Llorente en persona.Juan Antonio Llorente fue uno de esos seres humanos que, por alguna causa, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.
Las biografías y las vidas de personas que, como Juan Antonio Llorente, seducen nuestra curiosidad, tienen que servirnos siempre como punto de referencia y reflexión para ofrecer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Intentar entender la biografía de Juan Antonio Llorente, el motivo por el cual Juan Antonio Llorente vivió como lo hizo y actuó del modo en que lo hizo durante su vida, es algo que nos impulsará por un lado a comprender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que avanza, de forma inexorable, la historia.
(Rincón de Soto, La Rioja, 1750 - Madrid, 1823) Eclesiástico y también historiador español. Secretario general de la Inquisición desde 1789, procuró efectuar una profunda revisión de la institución, por orden del inquisidor general. José Bonaparte le nombró asesor de Estado. A la caída de este, pasó a Francia, donde efectuó distintos estudios sobre la Inquisición, entre aquéllos que resaltan Historia de la Inquisición de España (1817). También es creador de Memoria para la narración de la revolución de españa (1814-1816).
Integrante de una familia de curiales muy enlazada al palacio episcopal de Calahorra, Juan Antonio Llorente dio ahora desde joven muestras de un carácter sin dependencia y libre. Protegido por sus tíos González Mendizábal y Manuel Medrano, estudió filosofía en Tarragona, donde recibió la tonsura clerical. Continuó su trayectoria en Zaragoza, en cuya facultad cursó derecho de roma y canónico. En Madrid (1766) recibió el nivel de bachiller en derecho. Se ordenó sacerdote en 1779, con dispensa de edad. Dos años después figuraba como letrado del Consejo Supremo de Castilla, tras haberse graduado de doctor en derecho por Valencia. El obispo de Calahorra lo nombró vicario general de la diócesis en 1784.
Por los datos que se tienen la posibilidad de obtener de su Noticia biográfica, hacia 1784 ahora se encontraba influido por ideas sectarias contra la Iglesia de Roma por norma general y contra los papas particularmente. Tales tendencias, que sin ser totalmente heterodoxas daban a conocer ahora resabios enciclopedistas teñidos de regalismo, no impidieron que se le ofreciera, y que él lo admitiera, el cargo de comisario de la Inquisición de Logroño (1785) y, años después, el de secretarlo general, con origen en Madrid (1789). No se saben las causas, pero bien fuera por algún descuido en su ministerio, o por sus ímpetus y también impertinencias, o sencillamente gracias a envidias de sus ayudantes, la verdad es que debió dejar Madrid y retirarse a su vivienda de Calahorra (1793).
Su previo estancia y cargo en aquella ciudad habían puesto a su predisposición el fichero de la diócesis, el que proveyó a Llorente materiales para redactar sobre el origen de las ventajas patrimoniales de las parroquias del obispado. En aquel tiempo varios eclesiásticos de Francia, que habían huido de la revolución, se refugiaron en Calahorra. Llorente los atendió con cuantos medios estuvieron a su alcance; si antes simpatizaba con lo francés por sus ideas y estudios, en este momento tenía ocasión de probar con los hechos su francofilia. Mientras se encontraba en Calahorra, el inquisidor general le confió materiales esenciales para una investigación sobre la Inquisición. Con estos papeles en su mano fue mejorando su narración acerca de aquel tribunal, realizando hincapié sobre los datos denigratorios. Por ello y por sus amistosas relaciones con los promotores de la Revolución Francesa fue destituido de su cargo y desterrado a un convento de la Rioja por un mes; vivió después múltiples años en retiro.
Su vida callada de entonces y sus muestras de arrepentimiento le valieron ser llamado a Madrid; en 1806 se le concedió una canonjía en Toledo. Posibles resquemores contra la Corte de españa llevaron a Llorente a Bayona (1808) para complementarse entre los incondicionales que incitaban la ambición de José Bonaparte, acompañarle después a Madrid y ser a lo largo de cierto tiempo su asesor. Su obra Memorias históricas sobre las tres provincias vascongadas, mandada de antemano como tributo de admiración al ministro de Negocios Extranjeros francés, Champagny, influyó no poco en su llamada a Bayona. Este mismo año de 1808 fue nombrado asesor de Estado. La afiliación al bonapartismo amontonó honores y cargos sobre su persona. En un escrito sobre la iglesia en España dirigido al propio Napoleón (1808), Juan Antonio Llorente contaba en tres apéndices los títulos, méritos y cargos que había logrado hasta hoy.
Entre los primeros actos de José Bonaparte fue eliminar el Santo Oficio y abolir las órdenes religiosas. Llorente fue nombrado custodio de los Archivos de la Suprema Inquisición, a los que se añadieron después los ficheros de provincias, y, además de esto, ejecutor de la supresión de las órdenes. A los honores señalados, desagradecidos por sí para una conciencia de españa, se unió el de gestor de los recursos decomisados a los patriotas de la Independencia. Pasado cierto tiempo, sin que consten las causas (la apuntada por Marcelino Menéndez Pelayo de malversación de recursos no se le ha podido evaluar), fue depuesto. Su cargo de directivo general de los Bienes Nacionales se le permutó por el de comisario de Cruzada.
Los años de dominación francesa fueron extensamente aprovechados por Llorente para el acopio de datos con vistas a su célebre Historia de la Inquisición. En 1812 prosiguió al rey José a Valencia. Estuvo allí hasta octubre, se trasladó entonces a Zaragoza y, con la retirada francesa, en 1813 pasó a Francia por Canfranc. Estando en Francia recibió un aviso de Fernando VII por el que se le prohibía ingresar en España. Durante la restauración borbónica viajó a Inglaterra y de allí a París. Falto de amigos y sin medios de vida, se refugió en la Masonería. Con el propósito de recuperar sus prebendas en España y reconciliarse con Fernando VII, escribió una obra adulatoria sobre la genealogía de este rey y múltiples cartas que no merecieron una mínima atención seria. Su obra Retrato político de los papas forzó al Gobierno francés a desterrarlo. Desde 1819 cooperó con la Revue Enciclopédyque. Aprovechando la amnistía concedida por los liberales, regresó a España y murió un par de años después.
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Por eso, si eres de aquellos que confían en que colaborando se puede crear algo mejor, y posees información sobre la vida de Juan Antonio Llorente, o acerca de algún característica de su figura u creación que no hayamos contemplado en esta biografía, te pedimos que nos lo envíes.
Los matices y las sutilezas que ocupan nuestras vidas son decididamente fundamentales, ya que marcan la diferencia, y en el tema de la vida de una persona como Juan Antonio Llorente, que detentó su significación en un momento histórico concreto, es imprescindible procurar mostrar un aspecto de su persona, vida y personalidad lo más precisa posible.
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