La historia de la civilización la escriben aquellas personas quea lo largo de los siglos, gracias a su proceder, sus ideas, sus innovaciones o su ingenio; han ocasionado queel mundo, de una forma u otra,progrese.
Si has llegado hasta aquí es porque eres consciente de la importancia que detentó Joseph Joachim en la historia. La forma en que vivió y lo que hizo durante el tiempo que permaneció en este mundo fue decisivo no sólo para las personas que frecuentaron a Joseph Joachim, sino que posiblemente legó una señal mucho más profunda de lo que podamossospechar en la vida de gente que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya nunca a Joseph Joachim personalmente.Joseph Joachim ha sido un ser humano que, por algún motivo, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.
Las biografías y las vidas de personas que, como Joseph Joachim, atraen nuestro interés, deben valernos en todo momento como punto de referencia y reflexión para conferir un marco y un contexto a otra sociedad y otra época de la historia que no son las nuestras. Tratar de entender la biografía de Joseph Joachim, el motivo por qué Joseph Joachim vivió como lo hizo y actuó del modo en que lo hizo en su vida, es algo que nos impulsará por un lado a entender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que se mueve, de forma inevitable, la historia.
(Kittsee, 1831 - Berlín, 1907) Violinista, compositor y directivo de orquesta austro-húngaro. Fue entre los cinco violinistas mucho más esenciales del siglo XIX, adjuntado con Paganini, Sarasate, Wieniawsky y Vieuxtemps.
Inició sus estudios en su localidad natal antes de moverse a Viena con tan solo diez años. Posteriormente, mejoró con Ferdinand David en Leipzig, localidad donde dio su primer concierto en la famosa salón de la Gewandhaus con un éxito que lo lanzó inmediatamente a una da un giro por ciudades como Viena, Praga y Londres (localidad que sería un segundo centro musical para él y donde formaría un trío con el que tocaba en el momento en que estaba allí). En 1847, con tan solo diecisiete años, logró el puesto de concertino en la orquestal de exactamente la misma Gewandhaus donde antes triunfase como solista.
Un par de años después, pasó a Weimar, donde trabó contacto con el círculo musical que rodeaba a Franz Liszt; después, su amistad con Brahms lo distanció de este círculo sin que ello empañara su amistad con el compositor húngaro. Respecto de su amistad con Johannes Brahms, los vínculos que se establecieron entre los dos fueron semejantes que les sostuvieron en relación aun tras su alejamiento personal. Este alejamiento se causó con ocasión del divorcio del compositor, receloso, semeja que en radical, de la lealtad de su mujer.
El divorcio llevó aparejado un litigio a lo largo del como Brahms se manifestó en pos de la mujer de Joachim, al que acusó de receloso sin fundamento. Ello logró que se distanciaran hasta el radical de no volverse a conocer. No obstante, Brahms no dejó de mandar a Joachim su producción camerística para conseguir su voto, ni Joachim, de tocarla y corregirla, tal como de interpretarla.
Posteriormente, y tras una época como directivo de orquesta en Hannover, pasó a regentar la Musikhöchschule de Berlín en 1866. A partir de entonces se instaló en la ciudad más importante brandemburguesa para el resto de su historia y formó a su alrededor un círculo musical. También en Berlín creó el Cuarteto Joachim, con el que recorrió Europa interpretando la obra camerística de Beethoven, de manera especial sus últimos cuartetos, poquísimo populares en aquel instante.
Como instructor, resaltó Joachim por la atención prestada a la expresividad, tal como por eludir toda clase de exhibicionismo virtuosista. De entre sus cerca de cuatrocientos estudiantes, es atrayente resaltar la presencia del español Enrique Fernández Arbós, con el que le unió una amistad singularmente íntima (aun compartieron casa tras el citado divorcio de Joachim).
En la situacion de Arbós, fue Joachim genuino padre aparte de profesor, toda vez que le dejó formar parte a veces como el estreno de la Cuarta Sinfonía de Brahms, o la revisión de las advertencias metronómicas de los cuartetos de Robert Schumann, llevada a cabo por Joachim con el auxilio de Clara Schumann, tal como la interpretación de los auténticos que Brahms mandaba a Joachim a fin de que este le diese su parecer. De esta forma, actuaba Joachim como factotum de la vida musical alemana hasta el radical de regentar, aun sin quererlo, las críticas extrañas. Es en este punto increíble indicio el testimonio del mismo Arbós, que cuenta de qué manera precisó distanciarse de su venerado profesor para llegar a lograr un método musical propio.
Como violinista, resaltó Joachim por la distinción de su fraseo y por la expresividad de su línea, si bien, como era frecuente en la escuela alemana, desatendiera el sonido en labras de la musicalidad. Por su responsabilidad, prácticamente religiosa, en frente de la música, fue contrario en su tiempo a Pablo Sarasate, de talante mucho más impulsivo y también improvisador. Asimismo se distinguieron los dos violinistas por el repertorio en el que se especializaron, tal es así que Sarasate se especializó en el repertorio franco-belga, en la medida en que Joachim lo hacía en la lengua alemana, con hincapié en la música de Bach para violín solo, que el violinista navarro menospreciaba y que Joachim logró revalorizar tras mucho más de un siglo de olvido. De esta forma se ubicaba Joachim a medio sendero entre Clasicismo y Romanticismo, de la misma manera que aconteciera en el aspecto compositivo a Brahms.
Su altura como intérprete lo llevó a ser dedicatario y primer intérprete del Concierto para violín y del Doble Concierto de Brahms -el primero tras la negativa de Sarasate a interpretarlo, y el segundo por ser compuesto para él tras el citado distanciamiento-, o los recitales para violín de Max Bruch, Robert Schumann y Antonin Dvorak, tal como la Rapsodia nº 12 de Liszt y distintas sonatas, entre ellas, una de Brahms fundamentada en las iniciales F A E (Frei aber Einsam, "libre pero solo") que corresponden en notación alemana a Fa La Mi y que eran el lema del violinista.
También realizó Joachim un trabajo compositivo del que son fruto proyectos como las Variaciones Hebreas, cinco aperturas y múltiples recitales para violín (de entre aquéllos que resalta el Concierto Húngaro); no obstante, lo mucho más popular de esta faceta son las cadencias escritas para los recitales de Mozart, Beethoven y Brahms, que se prosiguen interpretando hasta esta época.
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Las sutilezas y las peculiaridades que ocupan nuestras vidas son en todos los casos fundamentales, ya que perfilan la diversidad, y en el tema de la vida de una persona como Joseph Joachim, que poseyó su trascendencia en una época determinada, es indispensable tratar de brindar una visión de su persona, vida y personalidad lo más exacta posible.
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