La historia del mundo la narran los hombres y mujeres queen el transcurrir de los siglos, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han hecho queel género humano, de una forma u otra,prospere.
Si has llegado hasta aquí es porque sabes de la trascendencia que tuvo Josep Trueta en la historia. La manera en que vivió y las cosas que hizo durante el tiempo que permaneció en el mundo fue decisivo no sólo para quienes conocieron a Josep Trueta, sino que a caso produjo una huella mucho más honda de lo que podamosfigurar en la vida de gente que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya jamás a Josep Trueta de forma personal.Josep Trueta fue una de esas personas que, por algún motivo, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.
Conocer las luces y las sombras de las personas significativas como Josep Trueta, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es una cosa básica para que podamos apreciar no sólo la existencia de Josep Trueta, sino la de todos aquellos y aquellas que fueron inspiradas por Josep Trueta, aquellas personas a quienes de de una forma u otra Josep Trueta influenció, y ciertamente, entender y comprender cómo fue el hecho de vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Josep Trueta.
(Josep Trueta i Raspall; Barcelona, 1897 - 1977) Médico y cirujano español. Formado en la Universidad de Barcelona, en 1935 fue nombrado directivo de los servicios de cirugía del Hospital de Sant Pau de Barcelona. Durante la guerra civil de españa (1936-1939) mejoró los métodos de régimen de las infecciones óseas, construyendo el "procedimiento Trueta", que recogió en el libro El régimen de hoy de las fracturas de guerra, consistente en el lavado con abundante agua y jabón, la escisión y extracción de todos y cada uno de los tejidos dañados y el drenaje y también inmovilización del integrante en un vendaje de yeso, merced al como cientos de heridos se salvaron de padecer amputaciones. En 1939, tras terminar la contienda, se exilió a Gran Bretaña, donde cooperó con médicos militares británicos a lo largo de la Segunda Guerra Mundial. Desde 1949 a 1965 fue catedrático de Traumatología y Ortopedia de la Universidad de Oxford, donde realizó esenciales trabajos sobre la nosología de las lesiones por compresión, la circulación renal y la capacitación y desarrollo de los huesos. Tras jubilarse como instructor regresó a España, estableciéndose en Barcelona.
Licenciado en Medicina por la Universidad de Barcelona, Josep Trueta se doctoró en 1922 y también inició su carrera en el Hospital de Sant Pau de Barcelona como cirujano ayudante del doctor Manuel Corachán. Las largas horas de práctica le llevaron a interesarse por los métodos de régimen de las lesiones producidas por accidentes laborales, para las que se requería una intervención instantánea y, frecuentemente, exactamente en el mismo sitio del percance, como había podido revisar al acompañar a su padre, médico asimismo, mientras que cursaba sus estudios. Fruto de esa preocupación fue uno de sus primeros trabajos teóricos, Autohemoteràpia en les complicacions broncopulmonars postoperatòries, aparecido en 1927 en los anales del hospital y escrito en colaboración con los doctores Corachán y Pi Figueres.
Su pericia y aptitud de trabajo le llevaron, ahora en 1923, a entrar en la Sociedad de Cirugía de Barcelona, y a ser considerado entre los expertos mucho más prometedores de su tiempo. En 1929 abandonó su puesto de cirujano socorrer para desempeñar el cargo de cirujano jefe en la Caixa de Pensió i Socors, donde empezó a desarrollar un trámite para tratar las fracturas abiertas, mejorado más tarde a lo largo de la Guerra Civil (1936-1939), y que expuso en los trabajos Els casos de simulació en els accidents de treball (1934) y El régimen de hoy de las fracturas de guerra (1938), que disfrutaron de enorme difusión y le granjearon el reconocimiento en todo el mundo.
El “procedimiento Trueta”, anunciado en 1934, se fundamentaba en un programa de cinco fases: régimen quirúrgico inmediato, limpieza de la herida, escisión, drenaje y también inmovilización con un vendaje de escayola. Aunque su iniciativa no contó con el interés de sus colegas, quienes la consideraban bastante dañina, terminó por ser admitida hacia 1936, tras haberse comprobado los geniales desenlaces que daba. La técnica fue de enorme herramienta entre 1936 y 1939 para tratar a las víctimas de los bombardeos, en tanto que evitó un elevado número de mutilaciones y muertes por gangrena.
La caída de Barcelona y el desenlace de la Guerra Civil forzaron a Josep Trueta a exilarse en Perpiñán (Francia), donde, por mediación de 2 médicos ingleses, recibió una convidación del Foreign Office británico para viajar a Oxford (Reino Unido) y anunciar sus métodos de intervención urgente. En 1940 se incorporó a la plantilla del Wingfield-Morris Hospital como asesor del Ministerio de Sanidad británico y también ingresó en la Royal Society of Medicine de Londres. Formó parte también del Consell Nacional de Catalunya, constituido en el exilio y en cuyo acompañamiento escribió la monografía The spirit of Catalonia (1941).
La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) lo forzó a trabajar con exactamente el mismo tesón que había probado en Barcelona y, tras la marcha adelante del cirujano jefe de la Radcliffe Infirmary de Oxford, Trueta se transformó en el responsable del servicio de accidentes. En 1943 recibió el nivel de doctor honoris causa por la Universidad de Oxford en reconocimiento a su tarea como estudioso y cirujano. Terminada la contienda, compaginó su tarea enseñante como catedrático de Traumatología y Ortopedia de la Universidad de Oxford (cargo que ocupó hasta su jubilación en 1965) con su trabajo en el Wingfield-Morris Orthopaedic Hospital, bajo cuya dirección se transformó en entre los centros médicos de investigación y avance mucho más esenciales de todo el mundo.
Sus aportaciones al avance de la ciencia médica son destacables. Autor de veinte monografías y mucho más de doscientos productos, su atención por la optimización de las técnicas quirúrgicas no le impidió centrarse en otras áreas de estudio, como el avance del tejido óseo, el régimen de la poliomielitis o el hallazgo de la doble circulación renal, que permitió socorrer a varios pacientes de la desaparición por uricemia.
Alternó además de esto su actividad médica con la política, participando en las emisiones en catalán que la British Broadcasting Corporation (BBC) efectuó entre 1947 y 1957, y en la administración y promoción de la Anglo-Catalan Society. Su actitud contraria al régimen del general Franco fue la causa del desinterés oficial en España por su tarea a lo largo de las décadas de 1940 y 1950. No obstante, su prestigio en todo el mundo era tan enorme que las autoridades españolas no se oponían a su retorno, y, tras su regreso a Barcelona en 1967, recibió apoyó para proseguir sus indagaciones sobre la génesis del tejido óseo.
En 1969 la Sociedad de Cirugía de Barcelona le concedió el Premio Virgilio en reconocimiento por su tarea profesional. En 1970 fue nombrado integrante honorario de la Academia de Medicina de Barcelona, y entre 1971 y 1973 ocupó la presidencia de la Societat Catalana de Biología, adscrita al Institut d’Estudis Catalans. Fue ungido doctor honoris causa por varias universidades de todo el planeta, como la de Buenos Aires (Argentina), la de Goteborg (Suecia) y la Autónoma de Barcelona. En 1976, próximo ahora a su fallecimiento, recibió el Premi Jaume I y fue condecorado con la Gran Cruz de Carlos III. En 1977, a título póstumo, la Generalitat de Catalunya le concedió la medalla de oro de Sant Jordi.
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