José Ortega Spottorno

La historia del mundo la cuentan aquellas personas queen el paso de los años, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han hecho quela humanidad, de un modo u otro,progrese.

Si has llegado hasta aquí es porque tienes consciencia de la relevancia que detentó José Ortega Spottorno en la historia. El modo en que vivió y lo que hizo en el tiempo en que estuvo en este mundo fue decisivo no sólo para aquellas personas que conocieron a José Ortega Spottorno, sino que a caso dejó una huella mucho más honda de lo que podamossospechar en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya jamás a José Ortega Spottorno de modo personal.José Ortega Spottorno ha sido una de esas personas que, por alguna razón, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.

Vida y Biografía de José Ortega Spottorno

(Madrid, 1916 - 2002) Editor español. José Ortega Spottorno nació en Madrid el 13 de noviembre de 1916, mientras que su padre, el pensador José Ortega y Gasset, se encontraba en da un giro triunfal por Buenos Aires, donde recibió alborozado la novedad del nacimiento de su tercer hijo con Rosa Spottorno.

Las familias de su padre y de su madre enraizaban en el planeta editorial español desde el siglo XIX, en publicaciones por ellos fundadas o regentadas como El Imparcial, El Sol o El Diario Gráfico. En cuanto a su padre, adquiriría nombradía mundial como pensador y, de manera señalada, como divulgador del pensamiento occidental. Su predominación fue definitiva sobre su hijo, que le profesó siempre y en todo momento una afable veneración y aceptó la labor de ofrecer salida a sus escritos y de dar a conocer sus medites filosóficas.

La guerra y la Revista de Occidente

Estudió en el Instituto Escuela de Madrid, un lugar enseñante caracterizado por utilizar paradigmas educativos vinculados al librepensamiento, el liberalismo y el laicismo, que dejaron indeleble huella en sus convicciones, agnósticas, a lo largo de su historia adulta. En este centro educativo coincidiría con el crítico taurino y directivo del Diario de Tánger Alfredo Corrochano, entre las amistades de su niñez que preservaría siempre y en todo momento.

Su niñez y adolescencia discurrieron entre el Madrid escolar y los veraneos en Zumaya, en el País Vasco. De natural relajado, tenía un acentuado sentido crítico y un humor un punto irónico que, según sus allegados, habría heredado de su madre. El joven José Ortega Spottorno vaciló entre la filosofía y la ciencia en el momento de seleccionar sus estudios pero, por fin, optó por cursar la carrera de ingeniero agrónomo en la Universidad Politécnica de Madrid, que se costeó a través de la impartición de clases particulares de matemáticas, una de sus enormes aficiones.

Con diecinueve años le sorprendió la Guerra Civil, y emigró con su familia a La Tronche, cerca de Ginebra, en Suiza, para residir entonces en París. Al finalizar la contienda, tendría su primer destino como ingeniero agrónomo del Estado en Girona. Con fundamento del desenlace de la guerra en España, su padre tuvo que exilarse. Él prosiguió viviendo en Madrid, si bien con usuales desplazamientos a Portugal para ayudar a su progenitor, quien, por la persuasión familiar, retornaría a España en 1946, recién terminada la Segunda Guerra Mundial.

Seis años antes, Ortega Spottorno había cooperado decisivamente en la reanudación de la edición de Revista de Occidente, desde 1923 entre las mucho más reputadas publicaciones españolas de pensamiento de siempre, establecida antes de la contienda por su padre. En 1949 se casó con Simone Klein, con quien tuvo tres hijos.

La irrupción de Alianza Editorial

Consagrado a la labor de publicar el pensamiento de Ortega y Gasset, que murió en Madrid en 1955, creó once años después, en 1966, Alianza Editorial, de la que llegaría a ser asesor encargado. Al frente de la editorial impulsaría la publicación de las hasta el momento prácticamente inusuales ediciones de bolsillo, que, a costes muy admisibles para los jóvenes de entonces y con una vigilada presentación y también impresión, difundirían en España a autores, escritores, pensadores y científicos hasta el día de hoy innaccesibles al enorme público; de este modo, fueron editadas proyectos del español Leopoldo Alas, Clarín, del francés Marcel Proust, del austriaco Sigmund Freud o del británico Arnold J. Toynbee.

Aquella actividad editorial, más tarde calificada por enseñantes y editores como verídica «gesta», contribuyó de forma definitiva a hacer múltiples generaciones de españoles literariamente cultos o probablemente capacitados para serlo en un sentido extenso, habida cuenta de la vigilada pluralidad de autores y contenidos que las publicaciones incorporaban a sus títulos.

En 1963 Revista de Occidente dio un considerable giro: se transformó en por mes y Ortega Spottorno pasó a dirigirla. Comenzó a difundir proyectos de escritores o pensadores hasta el momento castigados, como Julián Marías, acólito de su padre; además, editó títulos como Hijos de la furia, de Dámaso Alonso.

Alianza Editorial ensayó novedosas maneras de relación adaptada con las librerías y desplegó novedosas técnicas de artes gráficas, de manera señalada el llamado portadismo, con ilustradores de la talla de Alberto Corazón, Daniel Gil y otros. Revista de Occidente, por su lado, fue la interfaz para la difusión de la obra de Ortega y de sus primordiales seguidores, como Xavier Zubiri, nuestro Marías o intelectuales de la talla de Pedro Laín Entralgo, entre otros muchos.

La aventura de El País

Con el legado de estas 2 muy importantes herramientas editoriales a sus espaldas, José Ortega Spottorno pergeñó, al principio de los años setenta, la creación de un períodico de información general, que llamaría El País y que contribuiría a publicar los valores civiles del liberalismo democrático por él invocados a lo largo de toda su historia.

En el acto de recepción del Premio Juan Palomo, en 1971, anunció por vez primera su emprendimiento, al que atrajo a hombres de negocios como Jesús de Polanco, con quien creó Promotora de Informaciones Sociedad Anónima, Prisa, el 18 de enero de 1972. Pugnó por hallar el permiso de edición del períodico, que no le fue concedido hasta un mes antes de la desaparición, en el mes de noviembre de 1975, del general Francisco Franco. El períodico no saldría a la calle, bajo la dirección del periodista Juan Luis Cebrián, hasta el 4 de mayo de 1976.

Ortega Spottorno fue presidente del Consejo de Administración de Prisa hasta junio de 1984 y redactor de los principios fundacionales de El País, que se incorporarían como entre los vanguardistas entre los Estatutos de Redacción actuales en España. En esta etapa, el períodico editado en Madrid con una rotativa Harris Marinoni que iba a ser mandada al períodico argelino Al Muyaid, se consolidaría como el diario de referencia en España, aparte de ser un negocio próspero por la relevancia de sus leyentes y anunciantes.

Desde su salida a los quioscos en los comienzos de la transición, datas en las que debió sortear varias adversidades por sus contenidos considerados a la sazón en demasía progresistas, este periódico sería expresión de una coalición ideológica no redactada. De la coalición formaría parte un campo evolucionado y también ilustrado de todo el mundo editorial, del que Ortega Spottorno y De Polanco eran 2 de los primordiales exponentes, tal como un ámbito de la izquierda demócrata enlazada a la facultad y al planeta sindical.

Fidelidad al pensamiento orteguiano

Hasta su muerte, José Ortega prosiguió leal a su deber de publicar el pensamiento orteguiano, desde una eticidad estricta, más allá de que hasta el último tramo de su historia no ha podido ocuparse en cuerpo y alma a la substantiva labor de redactar. Así, dejó una novela, El área recóndita, de 1986, y Relatos en espiral, de 1990; un par de años después publicó Historia posible de los Spottorno y, antes de fallecer, acabó Los Ortega, que vio la luz en el mes de abril de 2002.

En esta última obra, aparecida póstumamente, pormenorizaba la historia biográfica de sus precursores, quienes, como él, pertenecían ahora a la galería de personalidades de la civilización y de la divulgación cultural y periodística de España. Su rigor intelectual le llevó a poner por enfrente de su designio el recibido del legado de su padre, labor que aceptó como un deber vocacional al que incorporó la sabiduría de un talento propio y de una bonhomía conocida por cuantos lo trataron.

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Los matices y las sutilezas que llenan nuestras vidas son en todos los casos imprescindibles, ya que marcan la diferencia, y en la ocasión de la vida de una persona como José Ortega Spottorno, que poseyó su importancia en un momento histórico concreto, es imprescindible procurar brindar un panorama de su persona, vida y personalidad lo más rigurosa posible.

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