José Miguel Barandiarán

Ya sea inspirando a otros seres humanos o siendo una pieza esencial de la acción. José Miguel Barandiarán es uno de esos sujetos cuya vida, en efecto, merece nuestra atención debido al grado de influencia que tuvo en la historia.Conocer la existencia de José Miguel Barandiarán es comprender más sobre una época concreta de la historia del ser humano.

Comprender las luces y las sombras de las personas relevantes como José Miguel Barandiarán, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es algo sustancial para que podamos poner en valor no sólo la existencia de José Miguel Barandiarán, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por José Miguel Barandiarán, gentes a quienes de de una forma u otra José Miguel Barandiarán influenció, y sin duda, comprender y entender cómo fue vivir en la época y la sociedad en la que vivió José Miguel Barandiarán.

Vida y Biografía de José Miguel Barandiarán

(José Miguel de Barandiarán y Ayerbe; Ataun, Guipúzcoa, 1889 - 1991) Etnógrafo y arqueólogo vasco. Miembro de una familia abundante, en 1906 ingresó en el Seminario Conciliar de Vitoria, donde pasó los próximos treinta años de su historia. Estudió francés, inglés y alemán y, en el Seminario, las carreras de filosofía, magisterio y teología.

En 1913 una crisis religiosa le empujó a marchar a Alemania, donde tuvo ocasión de comprender al instructor Wilhelm Wundt, que daba un curso sobre psicología de los pueblos en la Universidad de Leipzig. Influido por el sicólogo alemán, José Miguel de Barandiarán comprendió que era indispensable el estudio de la civilización de nuestra tierra, de tal manera que decidió marchar a Bélgica y a Francia para agrandar estudios de etnología, antropología y paleontología humana en la Sorbona y en el Instituto de París.

Regresó al País Vasco, se ordenó sacerdote y hasta 1936 fue instructor en el Seminario Conciliar de Vitoria. Durante ese tiempo efectuó distintos trabajos de campo al lado de los catedráticos Telesforo de Aranzadi y Enrique de Eguren, indagaciones que han comenzado por una sucesión de excavaciones arqueológicas en el castillo medieval de Jentilbaratza (Ataun) y los dólmenes de la sierra de Aralar. En 1927 creó las gacetas Idearium y Gymnasium, dedicadas a la investigación colega-religiosa, y por estas datas logró su doctorado en teología y prehistoria. Fundó la Sociedad de Estudios Vascos, y su tarea comenzó a ser conocida, lo que le logró ser considerado por la intelectualidad como entre los puntales de la civilización vasca.

El estallido de la Guerra Civil de españa logró que se viese obligado a exilarse en Francia, lo que no le impidió proseguir con sus indagaciones en el País Vasco Francés desde las localidades de Biarritz y Sara, donde estableció su vivienda. Allí le sorprendió asimismo la Segunda Guerra Mundial, a lo largo de la que estuvo recluído a lo largo de cierto tiempo en Normandía. En 1951, comisionado por el gobierno francés, efectuó el censo de los monumentos megalíticos de este país y estuvo adelante de la Sociedad de Prehistoria.

Desde el instante en que regresó a España del exilio en 1953, para ocuparse de la cátedra de la Universidad de Salamanca, José Miguel de Barandiarán fue objeto de varias condecoraciones y honores, entre aquéllas que se puede destacar la Medalla de Oro y el título de Hijo Predilecto de Guipúzcoa (1982). En 1989 recibió la Medalla de Plata de la Academia de la Lengua Vasca, creó la Fundación que transporta su nombre y, asimismo ese año, el Ayuntamiento de Vizcaya le nombró Hijo Predilecto y fue premiado con la Medalla de Oro de Bellas Artes.

En 1990, el Ayuntamiento de San Sebastián le concedió la Medalla de Oro de la región. Cuando cumplió los cien años de edad, Barandiarán (que estaba haciendo un trabajo en la elaboración de un atlas etnográfico) fue objeto de un justo homenaje que le ofrecieron distintas personalidades de todo el mundo de la civilización y de las artes. En 1991 quedó finalista por segunda vez al Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales (la primera había sido en 1988), que, al final, fue concedido al historiador vasco Miguel Artola.

Entre los mucho más de trescientos trabajos que escribió, recogidos en distintas publicaciones (una parte de ellos tienen dentro la Gran Enciclopedia Vasca), se puede destacar títulos como Mitología vasca, El planeta de la cabeza habitual vasca o Historia equiparada de las religiones. Los desenlaces de sus estudios en su tierra y en los Bajos Pirineos están compendiados en sus Obras Terminadas; en medio de estos trabajos sobresalen el Diccionario mitológico sobre el País Vasco, la obra Prehistoria en Vasconia y las seis monografías sobre el pueblo vasco que escribió en 1987.

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