Ya sea inspirando a otros seres humanos o siendo parte de la actuación. José Mármol es una de esas personas cuya vida, en verdad, merece nuestra atención debido al nivel de influencia que tuvo en la historia.Conocer la vida de José Mármol es conocer más acerca de época determinada de la historia del ser humano.
Apreciar lo bueno y lo malo de las personas relevantes como José Mármol, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es algo fundamental para que seamos capaces de valorar no sólo la existencia de José Mármol, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por José Mármol, aquellas personas a quienes de de una u otra forma José Mármol influyó, y sin duda, conocer y descifrar cómo fue vivir en la época y la sociedad en la que vivió José Mármol.
Las biografías y las vidas de personas que, como José Mármol, seducen nuestra curiosidad, tienen que servirnos en todo momento como punto de referencia y reflexión para ofrendar un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Hacer un esfuerzo por comprender la biografía de José Mármol, el motivo por el cual José Mármol vivió del modo en que lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo a lo largo de su vida, es algo que nos ayudará por un lado a conocer mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que se mueve, de forma inexorable, la historia.
(Buenos Aires, 1817 - id., 1871) Narrador y poeta argentino considerado entre las primordiales figuras del romanticismo en su país. Destacado integrante de la generación de 1837, a la que asimismo pertenecieron Esteban Echeverría, Pedro Bonifacio Palacios Almafuerte y Carlos Guido y Spano, su obra mucho más habitual es la novela Amalia (1851-1855), que puede definirse como un alegato antirrosista. Escribió asimismo dramas y poemas políticos.
Hijo de un soldado español y de una dama uruguaya, llegó a imaginarse que su auténtico padre fue el general Tomás Guido, con quien tenía enorme similar y que fue su asegurador. José Mármol estudió primero en Montevideo y también inició en Buenos Aires la carrera de derecho.
En 1839 fue encarcelado por el gobierno de Juan Manuel de Rosas, acusado de dar a conocer diarios que vienen de Montevideo. Su permanencia en prisión (de seis días, según los diarios oficiales; de diecisiete, según el futuro creador) marcó su futuro, puesto que fue allí, según la historia de historia legendaria impulsada por él mismo, donde escribió, en las paredes del calabozo y con palitos de yerba quemados con los cirios, sus primeros versos contra el dictador. La oposición al régimen de Rosas lo llevaría al exilio en Uruguay y Brasil. Compuso su obra en tierras extranjeras, y tras su regreso a Argentina no volvió a redactar.
En Montevideo cooperó con el movimiento opositor al rosismo desde los diarios El Nacional, Muera Rosas y Tirteo; creó la gaceta El Álbum y allí estrenó los dramas en verso El poeta y El cruzado (los dos en 1842). A su etapa brasileira corresponde el poema El puñal (1844) y el comienzo de la publicación del inconcluso Cantos del peregrino, ambiciosa obra en verso de neta predominación byroniana. Reuniría después su producción poética en Armonías (1851).
Su prosa política incluye Examen crítico de la juventud progresista de Río de Janeiro (1847), Asesinato del señor Florencio Varela, redactor de El Comercio del Plata (1849) y Manuela Rosas (1850), folleto en el que muestra a Rosas como un tirano feroz y a su hija, Manuela, como una víctima de la barbaridad del padre. El mismo trato se reproduce en la citada novela Amalia, que publicó en La Semana, períodico que creó.
Mármol regresó a Buenos Aires a la caída de Rosas y ocupó cargos públicos: fue senador y diputado, partidario de Bartolomé Mitre, y aceptó en 1858 la dirección de la Biblioteca Nacional, que desempeñó hasta su muerte. La ceguera apenó los últimos años de su historia.
La obra de José Mármol
Mármol es un poeta romántico influido en parte por Byron y Espronceda, pero más que nada por Zorrilla. De pobre capacitación cultural (Paul Groussac lo examinó despiadadamente), es el cantor lírico de la emigración argentina a lo largo de la dictadura de Rosas, con enorme vigor poético y un profundo sentido sensible de la Naturaleza, si bien descuidado y también incorrecto, como él mismo reconoce con ironía al decir que la única regla que tenía es la que arreglaba su historia y sus poemas sin regla alguna. Fue poeta de juventud que no prosiguió cultivando la poesía tras la emigración; recogió sus versos en un volumen (Armonías, 1851); pero lo mucho más atrayente de su producción lírica está en su poema incompleto que se titula Cantos del peregrino.
Concebido originariamente en 12 cantos, 4 de los que jamás escribió el creador (VII a X), Cantos del peregrino reelabora libremente un tema byroniano, el de La peregrinación de Childe-Harold, grato a los hombres de su generación, pero dándole ubicación de america a través del paisaje descrito y acento auténticamente argentino al expresar el mal de la juventud, desterrada del país a lo largo de la tiranía rosista. Se conocen, ya que, ocho cantos y asimismo un fragmento episódico, "Las Nubes", de esos que han quedado solo en emprendimiento. Fueron escritos entre 1844 y 1846 y se dieron a conocer desde este último año. El peregrino tiene por nombre Carlos y no es sino más bien directa transfiguración confesional del propio creador y, por extensión, de los camaradas contemporáneos, asimismo condenadas de su tierra y errantes por América.
Los propios temas dan iniciativa de las distintas cuerdas que el creador aprieta: en el I canta a América; en el III, a Buenos Aires; en el XI, al Janeiro; en el XII, al Río de la Plata. El II, en cambio, lo dirige a una mujer idealizada, María, quizá símbolo de la añorada patria. El IV, rápido y travieso, da retratos de la multitud de dentro y pasajes epigramáticos en las referencias al trabajo de redactar y al manejo del idioma, del estilo y del verso, cerrándose con un canto "A la noche obscura", reflejo de sus lecturas románticas. Los del V se titulan "Crepúsculo", "Infortunio" y "A Emilia", himno este de amor fraternal. El del VI, "Súplica". Hay, consiguientemente, heterogeneidad en la materia poética y bastante caos en su acomodación interna. Pese a esto, Mármol consigue aciertos parciales en la descripción de la naturaleza, en la expresión del sentimiento amoroso, en los raptos de patriótica angustia frente a la situación de la Argentina.
Sus 2 dramas románticos en verso, El poeta y El cruzado (1842), el primero, de tema moderno, y el segundo, de tema medieval, no agregan enorme cosa a su gloria literaria. Tampoco significan enorme cosa folletos como El puñal, en el que sienta la doctrina de que el tiranicidio es un deber patriótico, ni monografías como Manuela Rosas.
Es su novela Amalia (1851) la que transforma a Mármol en un tradicional de la literatura argentina. La novela cuenta la historia del acercamiento sentimental entre el joven unitario Eduardo Belgrano y Amalia. Belgrano, con un conjunto de fugitivos, quiere escapar de Buenos Aires a Montevideo, pero es herido a lo largo del intento. La hermosa Amalia, prima de su amigo Daniel Bello (personaje en el que acostumbra verse la proyección del creador), le da asilo.
La novela se ubica en el año 1840, y pese al cariz sentimental de su tema central, la visión histórica, marcada por una visión crítica del régimen rosista, está siempre y en todo momento presente. Ambos planos coinciden en el final de la novela, en el momento en que Amalia y Belgrano, en la noche de su boda segrega, son sorprendidos por los sicarios rosistas, y Belgrano es ejecutado. Amalia fue la novela argentina de mayor influencia en el país y en el extranjero a lo largo del siglo XIX, como lo prueban las incontables ediciones de que fue objeto, tanto en español como en otras lenguas.
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