José María Eça de Queiroz

La historia del mundo la cuentan las personas quea lo largo de los siglos, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han originado queel mundo, de un modo u otro,avance.

Las biografías y las vidas de personas que, como José María Eça de Queiroz, cautivan nuestra curiosidad, tienen que ayudarnos siempre como punto de referencia y reflexión para proponer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época de la historia que no son las nuestras. Intentar entender la biografía de José María Eça de Queiroz, el motivo por qué José María Eça de Queiroz vivió del modo en que lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo a lo largo de su vida, es algo que nos impulsará por un lado a comprender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que avanza, de forma inevitable, la historia.

Vida y Biografía de José María Eça de Queiroz

(José Maria Eça de Queirós o Queiroz; Póvoa de Varzim, 1845 - París, 1900) Escritor portugués, máximo gerente de la novela verdadera y naturalista portuguesa. Se graduó en leyes en Coimbra (1866) y se dedicó al periodismo y a las ocupaciones diplomáticas. Romántico de capacitación, cultivó la perfección formal y se abocó a la sátira y a la ironía. Entre sus proyectos resaltan El delito del padre Amaro (1875), El primo Basilio (1878) y Los Maia (1888).

Eça de Queiroz es la figura primordial de la novela portuguesa del siglo XIX. Sus primeros contenidos escritos, aparecidos en La Gazeta de Portugal con apariencia de folletín (recogidos después de su muerte en Prosas salvajes, 1903), sorprendieron y escandalizaron por su novedad. Los años vividos en Coimbra son una incesante temática en sus contenidos escritos: la mayor parte de sus individuos habitan en esta localidad y están relacionados con su experiencia académico. A Antero de Quental, su mayor referente de ese instante, le dedicó un artículo de enorme hermosura editado de manera póstuma en Notas Contemporáneas, en el que registró los descubrimientos culturales que alteraron su orientación ideológica a lo largo de su juventud.

Su obra se anota en el realismo posromántico y se identifica por la búsqueda de un ideal de justicia y de conciencia popular. Eça de Queiroz interpreta la literatura como un instrumento para arrancar a Portugal de su retardo endémico. En sus expresiones, hablamos de "la negación del arte por el arte". La afirmación de su anticlericalismo y la incomodidad por la caída de la patria son asimismo temas recurrentes en sus contenidos escritos. Su actividad periodística lo condujo a África y Asia, experiencia que le inspiró Egipto, notas de viaje. En 1871 publicó Las farpas, pequeños cuadernos de sátira popular, cultural y política que revelan su buen manejo de la ironía y su talento como humorista.

Distintos cargos consulares lo llevaron a Newcastle, Bristol y París. En esos años comienza su etapa verdadera, que daría como fruto una secuencia de novelas dedicadas al análisis de la sociedad entre aquéllas que se tienen dentro las mucho más renombradas de sus proyectos. Centrada en la crítica del conformismo, la hipocresía o la vanidad de sus contemporáneos, su narrativa resulta especialmente admirable por la distinción de su estilo, la descripción de los entornos y la caracterización de los individuos habituales, más allá de que no se ahonda en su psicología. El cuento Singularidades de una chica rubia (1873) tiene valor inaugural en la evolución artística del escritor: apunta su primera tentativa de ingresar el realismo, dando una base práctica y específica a las declaraciones que él mismo había hecho a favor de la novedosa corriente literaria, en una charla pronunciada en el Casino Lisboeta en 1871.

El delito del Padre Amaro (1875) es la primera novela esencial de la escuela verdadera portuguesa; en la línea de Gustave Flaubert y de Émile Zola, inaugura entre los temas recurrentes del naturalismo: el inconveniente del celibato eclesiástico y de sus secuelas. La acción central se lleva a cabo en Leiria, pequeña, histórica y vieja localidad del centro de Portugal, donde está designado, como párroco de la catedral, un joven sacerdote llamado Amaro. De pequeño había sido inclinado por su familia a la carrera eclesiástica; por ser de naturaleza frágil y un tanto patológica, nunca se sublevó contra los suyos, admitiendo la vocación impuesta. Llegado a Leiria poco tras escapar del seminario, Amaro se instala en la pensión de la señora Joaneira, madre de Amelia, entre las mucho más preciosas y virtuosas muchachas de la región.

Amelia es de carácter enclenque y pasivo; si bien está prometida con el joven Joao Edoardo, se deja de manera lenta arrastrar hacia el padre Amaro, siguiendo una inclinación incipiente. El párroco siente asimismo la simpatía y el cariño de la chica, pero su estado le impide casarse con ella. La pasión, al comienzo contenida, incrementa vertiginosamente y se hace morbosa en aquel ámbito corrompido; el acercamiento de los 2 en una granja revela a los dos su mutuo amor, hasta el momento en que al fin la pasión revienta.

Amaro tiene instantes de terror y de escrúpulos religiosos; el pecado le amedrenta y le preocupa. En sus instantes de crisis acusa a la Iglesia, confiesa la debilidad de la carne y asegura que "su amor sería legítimo en un sacerdocio con reglas mucho más humanas". Amelia queda embarazada y deja la localidad; recibe entonces la predominación beneficiosa del padre Ferraz, hermosa y ejemplar figura de sacerdote, que de forma delicada la inclina a entender la abyección de la falta cometida y a abominarla. Amelia se ofrece arrancar una exclusiva vida, pero Amaro resurge para conducirla al viejo pecado. La infeliz chavala muere en el parto, mientras que Amaro compra a una medianera que se hace cargo de estrangular al recién nacido. Presa del mal y del remordimiento, Amaro marcha a Lisboa, donde se distribución a las mujeres.

De tal desenlace trágico resulta clara la proposición de la obra, enteramente anticlerical. El propio creador se pronuncia a través del médico materialista, personaje secundario que muestra abiertamente sus críticas sobre el celibato del clero y sobre las prácticas eclesiásticas por norma general, vistas según su intención "a la luz de la razón y de la experiencia". Ya en esta primera novela Eça de Queiroz mostró un singular dominio de las técnicas narrativas; las proyectos consecutivas lo harían popular en toda Europa. El tono de esta novela es análogo al de La caída del abate Mouret de Zola, pero debe de tenerse presente que la obra de Eça de Queiroz es previo a la de Zola.

En exactamente la misma línea naturalista están las novelas El primo Basilio (1878) y Los Maia (1888), al tiempo que en El chino mandarín (1880) y La reliquia (1887), la base verdadera se conjuga con la fantasía. La correo de Fradique Mendes (redactada hacia 1891 y también impresa en 1900) reúne un epistolario sobre diversos temas del personaje ficcional del título, hombre noble de rica vida interior al que caracterizan su aburrimiento de fin de siglo y la intolerancia hacia las situaciones espirituales terminantes. La carga crítica de estas novelas se suavizó en una dirección mucho más edificante en sus últimas proyectos: La ilustre casa de Ramires (1900) y La localidad y las sierras (1901).

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