José María de Torrijos

La historia del mundo está escrita por las mujeres y hombres queen el transcurrir de los siglos, gracias a su proceder, sus ideas, sus innovaciones o su ingenio; han originado quela civilización, de un modo u otro,avance.

Ya sea inspirando a otras personas o tomando parte de la acción. José María de Torrijos es uno de esos seres humanos cuya vida, realmente, merece nuestro interés debido al grado de influencia que tuvo en la historia.Conocer la biografía de José María de Torrijos es comprender más acerca de un periodo concreto de la historia del ser humano.

Las biografías y las vidas de personas que, como José María de Torrijos, seducen nuestra curiosidad, tienen que valernos siempre como punto de referencia y reflexión para ofrecer un marco y un contexto a otra sociedad y otra etapa de la historia que no son las nuestras. Tratar de entender la biografía de José María de Torrijos, el motivo por qué José María de Torrijos vivió del modo en que lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo en su vida, es algo que nos ayudará por un lado a conocer mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que se mueve, de forma inexorable, la historia.

Vida y Biografía de José María de Torrijos

(José María Torrijos y Uriarte; Madrid, 1791 - Málaga, 1831) Militar liberal español. Combatió en la guerra de la Independencia y, tras la revolución de 1820, fue jefe del Estado Mayor y ministro de la Guerra en 1823. Después del triunfo absolutista se refugió en Londres, lugar desde donde organizó expediciones revolucionarias a España. En la tercera de ellas (1831), fue apresado cerca de Málaga y fusilado.

José María de Torrijos ingresó en el ejército como suponía la tradición familiar, y en 1808, mientras que estudiaba ingeniería militar en la Academia de Alcalá de Henares, se unió al amotinamiento de la población madrileña contra las tropas napoleónicas, en lo que fue el comienzo de la Guerra de la Independencia (1808-1814); en verdad, llegó a combatir codo a codo con Pedro Velarde en el parque de la Artillería, donde fue apresado. Logró, sin embargo, huír del seguro fusilamiento, y en los años siguientes participó en distintas peleas de la contienda (Valencia, Murcia, Soria).

En 1810, su actuación en la de Vic (Barcelona) le valió el ascenso a teniente coronel, pero en la defensa de Tortosa (Tarragona) fue apresado otra vez por los franceses, y nuevamente logró escapar mientras que era movido a Francia. Volvió adelante catalán, hasta el momento en que en 1811 fue nombrado instructor militar, y a tal fin efectuó trabajos de adiestramiento en Cádiz. En mayo de 1812 se estableció con sus tropas en Badajoz. Hasta el desenlace de la guerra participó todavía en varias peleas (Alba de Tormes, Vitoria) y le fue concedido el nivel de brigadier y el título de caballero de la Orden de San Fernando.

Una vez acabada la contienda, a lo largo de los primeros meses del reinado del restaurado Fernando VII fue gobernador militar de Cartagena, Murcia y Alicante. Sus convicciones liberales, sin embargo, se habían ido consolidando hacia el desenlace de la guerra, y en Cartagena organizó múltiples asambleas secretas enlazadas a la masonería. A pesar del fracaso de los pronunciamientos de corte liberal que se brindaron a lo largo de esos años y de la posterior opresión emprendida por el monarca, Torrijos proyectó en 1818 una exclusiva sublevación constitucionalista en Andalucía. La conjura fue descubierta, y Torrijos, encarcelado, primero en el castillo de Santa Bárbara de Alicante y después en la prisión del Santo Oficio de Murcia.

Con el triunfo del pronunciamiento de Las Cabezas de San Juan, orquestado por Rafael del Riego, y el comienzo del Trienio Liberal (1820-1823), José María de Torrijos fue liberado y nombrado jefe del Estado Mayor de las tropas sublevadas en Murcia. En los primeros tiempos del nuevo régimen constitucional estuvo designado en Madrid, donde el rey le tanteó para incorporarle a su conspiración absolutista. La inflexibilidad de Torrijos le granjeó la enemistad del monarca y el alejamiento de la corte.

En 1822 el gobierno le ascendió a mariscal de campo y le nombró jefe de la V Región Militar, Navarra, donde combatió a las partidas absolutistas. Poco después asistió a Francisco Espoz y Mina en exactamente el mismo cometido en Cataluña contra la Regencia de Urgel. En medio de un tiempo de tensión política por la inminente invasión del ejército de la Santa Alianza, Torrijos fue nombrado ministro de Guerra, pero no llegó a tomar posesión antes que su ascenso fuera anulado. Tras formar parte en la defensa de Cartagena frente a las tropas invasoras de los Cien Mil Hijos de San Luis, en el mes de noviembre de 1823 partió hacia el exilio en Inglaterra.

En Londres recibió una pensión del gobierno británico por su participación en la Guerra de la Independencia y estableció contactos con otros asilados liberales, entre ellos Espoz y Mina. De ese conjunto de asilados brotó en Londres, en 1829, la Junta Directiva del Alzamiento Nacional, cuyo propósito era la coordinación de una sublevación contra Fernando VII. En septiembre de 1830, con la asistencia del militar inglés Robert Boyd, José María de Torrijos se embarcó con rumbo a Gibraltar, donde, siguiendo normas de la Junta, efectuó unos cuantos tentativas de penetración en territorio español (en el mes de octubre de 1830 en Algeciras y en el mes de enero de 1831 en La Línea de la Concepción), que fracasaron por la carencia de acompañamiento de las tropas acuarteladas en la región.

Fue exactamente ese acompañamiento el que le ofreció el general Salvador González Moreno, gobernador de Málaga, a quien Torrijos había popular en Valencia a lo largo de la Guerra de la Independencia. Sin embargo, tenía que ver con una trampa. El 30 de noviembre de 1831 salió de Gibraltar al cargo de unos cincuenta hombres, pero en Alhaurín de la Torre (Málaga), Torrijos fue apresado por las tropas gubernativos comandadas por González Moreno. Junto a sus hombres, fue fusilado en Málaga el 11 de diciembre. La figura de Torrijos, emblema de la pelea liberal en España, fue honrada por artistas románticos como el poeta José de Espronceda o el pintor Antonio Gisbert.

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