Ya sea inspirando a más personas o siendo parte de la actuación. José Joaquín Fernández de Lizardi es una de esas personas cuya vida, sin duda alguna, merece nuestra atención debido al grado de influencia que tuvo en la historia.Conocer la vida de José Joaquín Fernández de Lizardi es conocer más acerca de etapa determinada de la historia del ser humano.
(México, 1776-1827) Escritor mexicano. Es el enorme iniciador de la novela de america. En 1812 creó el jornal liberal El Pensador Mexicano, suspendido por el gobierno de Fernando VII, pero cuyo título se apropió el creador como seudónimo. Su vigor polémico le encaró en reiteradas ocasiones con el orden constituido. Tras la independencia, dirigió la Gaceta del Gobierno (1825). Sus proyectos narrativas, que reflejan sus posiciones críticas, tienen dentro El Periquillo Sarniento (1816 y 1830-1831) y La Quijotita y su prima (1818). También cultivó, con menos éxito, la poesía y el teatro. Su autobiografía, Noches tristes y día alegre (1818), tiene dentro los primeros gérmenes del romanticismo mexicano.
Periodista por vocación y liberal influido por los enciclopedistas, si bien con limite por el ámbito de la colonia, José Joaquín Fernández de Lizardi se considera no solo como el escritor más esencial de su país a lo largo del primer tercio del siglo XIX, sino más bien asimismo como el creador de la primera novela, en el sentido moderno del término, que se escribió en América. Nacido hacia el desenlace de la época colonial, la niñez de José Joaquín transcurrió en Tepozotlán, donde su padre ejercitaba la medicina en el Seminario de los Jesuitas. Hizo en esta población sus primeros estudios, que amplió después en el Colegio de San Ildefonso; pero no ha podido terminarlos por carecer de elementos.
Si bien entre sus primeras creaciones figura un himno que se dedica al soberano español Fernando VII (Polaca en honor de nuestro católico monarca, el señor don Fernando Séptimo, 1808), Fernández de Lizardi se opuso próximamente a la monarquía y abrazó los idóneas independentistas. Apoyó la revuelta del cura Hidalgo y después la causa de José María Morelos, escribió pasquines en defensa de la independencia de imprenta y contra el gobierno virreinal, y fue encarcelado en 1815, tras la derrota de Morelos. Fundador de múltiples publicaciones, la mucho más célebre de todas y cada una ellas es El Pensador Mexicano, que duró de 1812 a 1814 y de la que tomaría su seudónimo literario.
Con sus productos y escritos luchó por la independencia de expresión y contribuyó a consolidar el ideario independentista. Escribió asimismo versos desaliñados, de los que lo mucho más atrayente son las Fábulas (1817); procuró el teatro, sin resultado, en piezas como El negro sensible, Auto Mariano y otras. Pero se le recuerda mucho más por sus productos políticos y, más que nada, por sus tres novelas, que inauguraron el género en el conjunto de naciones: El Periquillo Sarniento (1816), La Quijotita y su prima (1818) y Don Catrín de la Fachenda (1832).
De ellas, El Periquillo Sarniento es indudablemente la mejor y mucho más conocida. Pintura satírica y colorida de las postrimerías del virreinato, está inspirada en la picaresca de españa y cuenta la vida de un truhán de buen corazón que sirve a múltiples amos y tiene distintas aventuras. Es una obra de carácter edificante, por medio de la que el creador busca batallar vicios, criticar la hipocresía de la sociedad y ridiculizar los pésimos hábitos. A pesar de su trasfondo moralizante, la novela consigue un indudable valor literario merced a sus elementos costumbristas, a su humor y a la vivacidad de varios de sus capítulos.
El Periquillo Sarniento se publicó íntegramente por vez primera en 1830-1831, y fué objeto de innumerables reimpresiones. El éxito de esta novela, que refleja de modo verdadera la vida mexicana en tiempos de su creador, fue grande, y gozó de envidiable popularidad pues en ella cobran vida los distintos escenarios sociales, con el lenguaje peculiar de cada uno de ellos, más que nada el de los oficios y profesiones (el académico, el de los abogados, los médicos, los players expertos, los ladrones, etcétera). Las situaciones de la vida privada están descritas con meticulosidad y riqueza de datos, tal como las leyendas y supercherías de carácter habitual.
Es indudable que varios de los accidentes que forman la trama de esta novela están tomados de la vida misma de Lizardi. Se cuenta la niñez del personaje principal, y por las páginas dedicadas a ella desfilan sus progenitores, sus primeras academias y profesores, sus tutoriales universitarios y sus visualizaciones de la vida académico. En busca de una profesión que exigiese la menor preparación viable, Periquillo se fija en el sacerdocio, pero malas compañías terminan por separarlo de él.
El miedo de ser aprendiz lo transporta a un monasterio, del que sale al poco tiempo, y tras dilapidar su insignificante herencia, inicia distintas aventuras, a lo largo de las que entra al servicio de una serie atractiva de amos: un escribano socarrón, un barbero, un médico charlatán, un subdelegado vicioso y un capitán del ejército. Sólo por ser verdaderamente cobarde (le hacía falta valor para compañías peligrosas) no ha podido explotar la posibilidad de hacerse salteador de caminos para ganarse la vida. El héroe de El Periquillo Sarniento no difiere de sus congéneres de la novela picaresca de españa sino más bien en que en el final, arrepentido de sus extravíos, se pone a trabajar y a ganarse la vida honestamente, y muere al fin transformado en un ciudadano respetable.
En algunos puntos, La Quijotita y su prima (1818) es una novela afín a El Periquillo Sarniento, protagonizada en este momento por una mujer apicarada. Don Catrín de la Fachenda (cuyo título terminado es Vida y hechos del popular caballero don Catrín de la Fachenda, publicada póstumamente en 1832) es asimismo una novela de carácter moralizante no exenta de trascendencia a la luz de su examen del país. En ella se cuenta la vida de un joven pretencioso; la aversión al trabajo y las absurdas metas de esta clase de señorito de la época colonial terminan ocasionando su ruina. De Noches tristes y día alegre (1818), obra de carácter autobiográfico influida por las Noches fúnebres del español José Cadalso, se acostumbran a resaltar los aspectos que preludian el romanticismo mexicano.
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