Las biografías y las vidas de personas que, como José Hernández, atraen nuestra atención, deben ayudarnos siempre como punto de referencia y reflexión para ofrecer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época de la historia que no son las nuestras. Intentar comprender la biografía de José Hernández, el motivo por qué José Hernández vivió como lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo durante su vida, es algo que nos impulsará por un lado a comprender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que avanza, de forma inevitable, la historia.
(Perdriel, San Martín, 1834 - Buenos Aires, 1886) Poeta argentino, creador de Martín Fierro, obra que se considera la cima de la literatura gauchesca y un señalado tradicional de la literatura argentina.
De pequeño estuvo al precaución de tíos y abuelos mientras que sus progenitores trabajaban en el campo. Estudió en el Liceo Argentino de San Telmo, pero una patología del pecho le logró dejar Buenos Aires y reunirse con su padre en un campo de Camarones; para entonces la madre había fallecido. Allí el joven Hernández continuó unos años, impregnándose de todo el mundo rural.
Regresó a Buenos Aires tras la guerra de Caseros (1852), y se vio implicado en las luchas políticas que dividieron al país tras la caída de Juan Manuel de Rosas. De convicciones federales, se unió al gobierno de la Confederación, enfrentado con Buenos Aires. Para 1856 ciertas fuentes lo ubican en Paraná; otras atrasan esa vivienda hasta 1858, pero la verdad es que Hernández trabajó en tal localidad como usado de comercio y que participó activamente en la guerra de Cepeda (1859) al lado de Justo José de Urquiza.
Después se retiró del ejército, consiguió el cargo de oficial de contaduría y pasó a desempeñarse como taquígrafo del Senado. Volvió a pelear con las tropas confederadas que padecieron la derrota de Pavón (1861). Se dedicó entonces al periodismo cooperando en El Argentino, escribió en el Eco de Corrientes y creó después, en Buenos Aires, El Río de la Plata, períodico de vida fugaz donde denunciaba la situación de los pobladores de la campaña.
El 8 de junio de 1863 se casó con Carolina del Del sol; ese año fue ejecutado el caudillo riojano que le inspiró la serie de productos compendiados con el título de Vida del Chacho. Rasgos biográficos del general Angel Vicente Peñaloza. En ese artículo, primer combate con Domingo Faustino Sarmiento, exhibe su calidad como cronista y su destacable aptitud para la polémica.
La suerte de José Hernández prosiguió los cauces de los avatares políticos. Obligado al exilio, en el sur de Brasil escribió los primeros versos de El gaucho Martín Fierro (1872), que completó y publicó a su regreso a Buenos Aires. Después de un nuevo exilio en Uruguay, regresó finalmente a Argentina en 1875 y resultó escogido diputado por la ciudad más importante en 1879, año en que publicó La vuelta de Martín Fierro. En 1882 dio a saber Instrucción del estanciero. Tratado terminado para la plantación y manejo de campo designado a la cría de hacienda vacuna, lanar y caballar, libro que, más allá de lo concreto del título, tiene un marcado cariz político. Murió en su quinta del vecindario de Belgrano, el 21 de octubre de 1886.
Martín Fierro
No existe duda que la vida de José Hernández tuvo un papel primordial en la configuración de su pieza maestra. Criado en el campo, con los gauchos, en medio de una pelea con la tierra y con los riesgos que significaban los indios y los maleantes, su capacitación cultural fue autodidacta.
Pero eso mismo dio carácter al hombre y a su historia, y en el momento en que la Argentina forjada en la colonia gana con su esfuerzo y su sangre la independencia, y en el momento en que en la novedosa organización el gaucho queda en condiciones de inferioridad, llamado a ocultar frente al empuje del criollismo mucho más civilizado, el poeta ase su lira en defensa de su pueblo, con el que se identifica más allá de ser criollo, y compone en las estrofas de ámbas unas partes de su Martín Fierro el poema nacional argentino, la gesta de un país que se lleva a cabo y convierte, y de una raza que rechaza y va sendero de su extinción: tal es la llegada importante de esta trágica historia de un gaucho desposeído y buscado por la arbitrariedad del poder político y jurídico de las ciudades.
En el momento en que Hernández escribió el Martín Fierro, la poesía gauchesca ahora se encontraba afianzada como género literario. La definían un grupo de fórmulas, tópicos y temas: el predominio de la manera del "diálogo", que reunía en sí una aceptable proporción de aspectos gauchescos, así como el ritual del acercamiento, las fórmulas de salutación, las alusiones a los utensilios del caballo, el ofrecimiento de mate, tabaco y bebida o las protestas sobre la situación política o la personal.
Estas protestas, por su parte, servían como punto de inicio del relato creado por todos los individuos, construido siempre y en todo momento sobre fundamentos políticos, o sobre temas personales que tenían como trasfondo una cierta situación política. Esta es otra de las señales que contribuyen a determinar lo gauchesco, puesto que la decisión de los individuos, los temas y el lenguaje rústico estuvo la mayoria de las veces relacionada a opciones que desbordaban lo literario y remitían a lo político.
Todas y cada una estas especificaciones se muestran ahora en los "Diálogos patrióticos" de Bartolomé Hidalgo, en la poesía antirrosista primero y antiurquicista tras Hilario Ascasubi y (desprovisto de todo alcance político o componente, pero como una refulgente síntesis formal de sus precursores) en el Fausto de Estanislao del Campo. Pero el Martín Fierro, visible beneficiario de la tradición de la poesía gauchesca, rompe no obstante los moldes del género.
El clásico acercamiento y el subsiguiente diálogo son sustituidos por un monólogo que altera de forma extremista las figuras del emisor y receptor del poema, y que reproduce la situación del viejo gaucho cantor que, frente a un auditorio de oyentes iletrados, cuenta acompañándose con su guitarra las desgracias propias o extrañas. El personaje principal comienza por presentarse y narrar sus relaciones con el medio, su familia y las tareas que efectúa.
Tal armonía se ve quebrada en el momento en que llega la leva forzosa y lo fuerzan a marchar a la frontera con el indio. Ello significa la disolución de la familia, el desarraigo y varios pesares. La amistad con el gaucho Cruz mitiga en parte los amargos sentimientos que ocasionan en Fierro las injusticias y las violencias de que es testigo o ha protagonizado. En la segunda parte se genera el rencuentro con sus hijos, víctimas de abusos, como él, a quienes recomienda llevar una vida honrada y de trabajo. Hay asimismo en la obra pequeñas roturas formales.
Mientras que la sección primera puede leerse como un alegato contra los abusos de la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento, en la segunda, efectuada siete años después, la dureza se rebaja y deja sitio a un cuadro mucho más matizado y complejo de todo el mundo rural. El poema, como prácticamente toda la literatura gauchesca, está escrito en octosílabos (7210 versos), pero no agrupado en las habituales décimas o en cuartetas, sino más bien en sextinas, estrofas de seis versos que permiten, por su parte, la división en pares, dándoles de este modo una mayor cercanía con el lenguaje gauchesco.
El gaucho Martín Fierro tuvo un enorme éxito editorial en su día, pero ninguna influencia entre la crítica literaria, por otro lado prácticamente inexistente entonces. Los ardores nacionalistas que se vivieron con la celebración del primer centenario de la Revolución de Mayo se reflejaron, por ejemplo formas, en la revalorización de la obra por la parte de Leopoldo Lugones y Ricardo Rojas. Desde esa fecha se transformó en un tradicional, y Jorge Luis Borges y Ezequiel Martínez Estrada, entre otros muchos, le dedicaron su atención. Hoy El gaucho Martín Fierro y La vuelta de Martín Fierro se conocen como ámbas unas partes de una misma obra, Martín Fierro, el punto mucho más prominente de la poesía gauchesca y entre las proyectos escenciales de la literatura argentina.
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