José de Torres y Martínez Bravo

La historia universal la escriben aquellas personas queen el transcurrir de los siglos, gracias a su proceder, sus ideas, sus innovaciones o su ingenio; han hecho queel género humano, de un modo u otro,avance.

Conocer lo bueno y lo malo de las personas relevantes como José de Torres y Martínez Bravo, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es una cosa fundamental para que podamos valorar no sólo la vida de José de Torres y Martínez Bravo, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por José de Torres y Martínez Bravo, aquellas personas a quienes de un modo u otro José de Torres y Martínez Bravo influyó, y por supuesto, conocer y descifrar cómo fue vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió José de Torres y Martínez Bravo.

Las biografías y las vidas de personas que, como José de Torres y Martínez Bravo, atraen nuestra curiosidad, tienen que valernos siempre como punto de referencia y reflexión para ofrendar un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Hacer un esfuerzo por comprender la biografía de José de Torres y Martínez Bravo, porqué José de Torres y Martínez Bravo vivió como lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo en su vida, es algo que nos ayudará por un lado a comprender mejor el alma del ser humano, y por el otro, el modo en que se mueve, de forma inevitable, la historia.

Vida y Biografía de José de Torres y Martínez Bravo

(Madrid, 1665 - id., 1738) Compositor español. Organista y profesor de la Capilla Real, creó una esencial imprenta musical y escribió música religiosa y el primer tratado español de bajo encriptado.

A los diez años de edad ingresó en el instituto de los Niños Cantorcicos de Madrid. Es posible que José de Torres tuviese como profesores a Cristóbal Galán, José Sanz y Diego de F. Bruna, músicos unidos a la Real Capilla, institución de la que dependía el mencionado instituto. En diciembre de 1686 (si bien existen algunas fuentes que ubican este acontecimiento prácticamente diez años después) accedió a la plaza de organista de la Real Capilla.

En 1699 creó una imprenta de música, la única que existe por entonces en España. En ella José de Torres no solo decidió ofrecer un impulso renovador al panorama musical español con la difusión de la música italiana, sino imprimió distintos tratados teóricos de autores españoles de relevancia, entre aquéllos que se cuentan los de Pablo Nassarre, Francisco Montanos, D. Fernández de Huete, Pedro Ulloa, Jorge de Guzmán, Antonio Martín y los suyos propios, comenzando por Reglas en general de acompañar en órgano, clavicordio y harpa, aparecido en 1702 con el beneplácito de Sebastián Durón, profesor a la sazón de la Real Capilla.

Una real cédula de Felipe V le dejó ingresar libremente y sin pago de derechos todo el papel que precisaba para su imprenta, lo que propició la divulgación de considerable suma de tratados y partituras. La cooperación de deseos con la novedosa dinastía Borbón supuso la especial vía de entrada para el estilo de música que viene de Italia y propició una reedición, en 1736, de sus Reglas en general, donde aparecía un añadido en el que Torres explicaba el “estilo moderno” para acompañar las proyectos italianas.

Por lo relacionado a su carrera, José de Torres fue profesor de música en el instituto de los Niños Cantorcicos entre 1689 y 1691. A partir de 1695 se le comenzó a saber como compositor en las “jornadas y músicas de cámara” organizadas en el seno de la corte. Tras la reorganización que sucedió en la Real Capilla con la llegada de Felipe V, Torres debió admitir el puesto de segundo organista, si bien sostuvo el sueldo que le correspondía como primero.

En 1712 se le nombró responsable único de toda la composición para el culto de la Real Capilla, una actividad que desde hacía unos años había compartido con Antonio de Literes. En 1716 recobró el puesto de primer organista y, desde 1718, ocupó, por fin, el anhelado cargo de profesor. Pocos años después, la aparición del músico italiano Felipe Falconi, protegido por la mujer del rey, Isabel de Farnesio, supuso para Torres un progresivo y penoso desarrollo de decaimiento físico que no logró mucho más que agravarse con la llegada de Francesco Corselli, otro italiano preferido de la reina.

La música de José de Torres y Martínez Bravo fue muy apreciada mientras que vivió, pero, tras su muerte, no tardó bastante en ser olvidada. En sus primeras proyectos, siempre y en todo momento de acertado contrapunto, procuró proseguir la tradición de españa, con frecuencia con elementos polifónicos recogidos del pasado. A partir de lo que podría considerarse una segunda etapa compositiva, que se inició, aproximadamente, en el momento en que fue nombrado profesor de la Real Capilla, Torres adoptó las formas italianas: ingresó la orquesta con formas próximas a las concertantes italianas, escribió para solos y aceptó la manera recitativo-aria.

A pesar de esto, su obra no fue jamás puramente “italiana” en un sentido riguroso, gracias a su persistente contención con los efectos expresivos y ornamentaciones, y a su prácticamente exagerado sentido de la brevedad. Escribió misas, motetes, cánticos, himnos, súplicas, antífonas, enseñanzas y pasiones, tal como cantatas, villancicos y canciones (tres géneros para los que se servía de la lengua castellana), proyectos para órgano y, increíblemente, una zarzuela, El irrealizable mayor, de la que se tiene novedad por el viejo fichero de música de la vivienda de Alba de Madrid, desaparecido tras la Guerra Civil.

El prestigio de que disfrutaron ciertas de sus proyectos religiosas enseña que un óptimo número de ellas se halle repartido en distintos ficheros de catedrales y monasterios de toda España, entre otros muchos los de las catedrales de Salamanca y Santiago de Compostela (A Coruña), y los de los monasterios de El Escorial (Madrid) y Montserrat (Barcelona).

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