José Asunción Flores

Si has llegado hasta aquí es porque eres consciente de la importancia que atesoró José Asunción Flores en la historia. Cómo vivió y las cosas que hizo en el tiempo en que permaneció en este mundo fue decisivo no sólo para las personas que frecuentaron a José Asunción Flores, sino que a caso dejó una señal mucho más honda de lo que podamosfigurar en la vida de personas que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya jamás a José Asunción Flores de modo personal.José Asunción Flores fue un ser humano que, por algún motivo, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.

Las biografías y las vidas de personas que, como José Asunción Flores, seducen nuestro interés, deben ayudarnos siempre como referencia y reflexión para conferir un marco y un contexto a otra sociedad y otra época de la historia que no son las nuestras. Intentar entender la biografía de José Asunción Flores, porqué José Asunción Flores vivió como lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo a lo largo de su vida, es algo que nos ayudará por un lado a conocer mejor el alma del ser humano, y por el otro, la manera en que avanza, de forma inevitable, la historia.

Vida y Biografía de José Asunción Flores

(La Chacarita, Asunción, 1904 - Buenos Aires, 1972) Músico paraguayo constructor de la guarania, una manera de canción lenta que forma el género mucho más propio de la música nacional paraguaya adjuntado con la polca. Aunque su auténtico nombre era el de José Agustín Flores, se le conoció popularmente por José Paraguay o por su nombre artístico de José Asunción.

Nativo de el seno de una familia muy humilde que vivía en un destartalado rancho de La Chacarita (poblado marginal de los suburbios de la ciudad más importante paraguaya), mostró desde su temprana niñez una particular aptitud para la música. Sus progenitores, faltos de elementos económicos para mandarlo al conservatorio o a una academia de estudios musicales, fiaron su capacitación a la Banda Municipal de la Policía de Asunción, donde fue aceptado como aprendiz en el momento en que solo contaba once años de edad.

Fue allí su profesor el músico Félix Fernández, quien le instruyó como solista de trombón, bajo la batuta de enormes directivos como Mariano Godoy, Eugenio Campanini, Nicolino Pellegrini y Salvador Déntice. Ya en su adolescencia, pasó al Gimnasio Paraguayo y estudió violín bajo el magisterio de Fernando Centurión y Carlos Esculies.

Inclinado prontísimo hacia la composición musical, a los dieciocho años creó su primera parte, una polca llamada Manuel Gondra (1922) que dedicó a su padrino. Tres años después, tras haber investigado intensamente la raíces folclóricas del Paraguay, creó su primera guarania, un género de canción lenta inspirado en fuentes habituales, si bien con un ritmo y una composición bien distintas. Este género musical agradó bastante a las clases populares, que próximamente lo incorporaron al acervo cultural paraguayo y lo asimilaron con entusiasmo, hasta el radical de que el día de hoy se considera una parte del folklore musical de la nación.

La trayectoria artística de José Asunción Flores cobró un impulso inesperado en 1928, a causa del acercamiento del compositor asunceno con el poeta Manuel Ortiz Guerrero, natural de Guaira, quien no solo puso la letra a ciertas armonías mucho más insignes de Flores, sino asimismo le influyó poderosamente tanto en su forma de ser como en su forma de comprender la creación artística. Ortiz Guerrero, que cultivaba la lírica de tipo clásico en español y en guaraní, era creador de varios de los mejores poemas escritos en la lengua de los indígenas paraguayos, como el célebre Nde rendápe ayú (Vengo a tu acercamiento), musicado por Flores.

Consagrado, en resumen, como entre los enormes músicos de su tiempo, su popularidad se extendió próximamente a otros varios rincones de Hispanoamérica. A este prestigio contribuyó su éxito en distintas convocatorias festejadas en el Cono Sur, como el Certamen Internacional de Bandas que sucedió en Buenos Aires en 1929, donde José Asunción Flores se levantó con el premio al mejor instrumentista.

El estallido de la Guerra del Chaco (1932-1935), un enfrentamiento territorial que encaró a Paraguay y Bolivia por la consecución de una vía de salida al mar, despertó la conciencia civil y política del artista asunceno. Tras tomar partido activa en la pelea armada, se inscribió al Partido Comunista y comenzó a proteger calurosamente las causas de los conjuntos sociales mucho más desfavorecidos, hasta el momento en que fue clasificado de agitador innovador por las autoridades de su país. Como muchos otros artistas y también intelectuales paraguayos del siglo XX, Flores se vio obligado a dejar de su patria sendero del exilio.

Afincado en Buenos Aires, José Asunción Flores creó allí su agrupación musical, a la que bautizó con el nombre de Orquesta Ortiz Guerrero, en recuerdo de su malogrado amigo, que había fallecido víctima de la lepra. Pronto alcanzó visibles éxitos adelante de este colectivo, tanto en actuaciones directamente como en sus primeras aventuras discográficas.

El triunfo, en su patria, de la Revolución febrerista (17 de febrero de 1936) dejó al compositor regresar a un Paraguay reformista y también igual, encabezado por el coronel Rafael Franco, cuyo gobierno garantizó la seguridad de los asilados que les encantaría volver a la patria. Entre ellos figuraba el innovador Flores, inmediatamente distinguido por el nuevo régimen izquierdista con el cargo de directivo de la Orquesta Foklórica Guaraní y con un puesto enseñante en la Escuela de Enseñanza Primaria Musical de Asunción. Pero, tras un año y medio, el golpe para derrocar al gobierno militar del 13 de agosto de 1937, que puso adelante del Gobierno al conservador Félix Paiva, le forzó de nuevo al exilio.

Desde Buenos Aires, Flores prosiguió desplegando una fecunda trayectoria artística que habría de añadir aún mucho más éxitos a su ahora refulgente palmarés. Así, compuso una guarania que, bajo el título de India, fue declarada Canción Nacional por el Gobierno paraguayo en 1944. Cinco años después, ahora afincado nuevamente en su patria, el gobierno le honró asimismo con entre las condecoraciones mucho más reputadas de su país, la Orden Nacional del Mérito, que el artista puesto en compromiso con la causa revolucionaria rechazó inmediatamente por el homicidio de alumnos izquierdistas. En contestación a esta actitud, las autoridades paraguayas le tacharon de traidor, y Flores debió regresar a su exilio bonaerense.

Integrante del Comité Central del Partido Comunista Paraguayo desde 1950, el compositor desplegó una intensa actividad política en la década de los cincuenta, donde se incorporó al plantel de encargados oficiales al Consejo Mundial por la Paz. En el ejercicio de las funcionalidades que este cargo llevaba tácitas, visitó en múltiples oportunidades la Unión Soviética, donde alternó sus trabajos políticas con la grabación de nuevos discos y la presentación de ciertas de sus proyectos precedentes.

Su refulgente carrera musical tomó un nuevo rumbo en 1954, año en el que, tras concebir el ambicioso emprendimiento de hacer una "jerarquización de la guarania" (según sus expresiones), empezó a crear proyectos sinfónicas que estrenó con enorme éxito de crítica y público en Buenos Aires y Rosario (Argentina). Entretanto, no desatendía su intensa actividad política, que le volvió a llevar a la Unión Soviética a fines de los años sesenta. Flores aprovechó este viaje para consolidarse como músico en la nación comunista, asumiendo circunstancialmente la dirección de la Orquesta de la Radio y Televisión de Moscú, y grabando y editando ciertas de sus proyectos mucho más representativas, como Ñanderuvusu y María de la Paz. Paradójicamente, mientras que cosechaba este éxito en todo el mundo, se veía silenciado como artista en su país. Algunas de las grabaciones soviéticas de Flores debieron ingresar de manera furtiva al Paraguay, donde Flores se encontraba proscrito por el Gobierno del dictador Alfredo Stroessner.

Esta extendida y ominosa dictadura impidió que José Asunción Flores volviese a pisar su patria. Afincado en su amado Buenos Aires, contrajo una penosa patología, el mal de chagas, una dolencia endémica en ciertas zonas del Centro y el Sur de América, que le llevó a la tumba en la época de mayo de 1972. Los restos fatales de Flores hubieron de descansar a lo largo de cerca de veinte años en la Argentina, sin que absolutamente nadie autorizase su repatriación al Paraguay de Stroessner. En 1991, un par de años tras el derrocamiento del dictador, fueron al final traslados a Asunción, en la mitad de una secuencia de homenajes al compositor que incluían la imposición de su nombre a un anfiteatro de San Bernardino.

Creador de entre las producciones mucho más prolíficas de la crónica de la música sudamericana, los méritos de José Asunción Flores se agigantan si se tiene en cuanta que no recibió una capacitación musical completa y tan esmerada como la de otros autores; pese a ello, tuvo la audacia de ser, entre los músicos musicales paraguayos, el primero en adentrarse en el campo sinfónico intentando encontrar una identidad nacional. Entre sus poemas sinfónicos, de corte romántico y también influidos por la música de Richard Wagner (1813-1883), cabe refererir Pyhare Pyte (Noche Profunda, 1954), Ñanderuvusu (Génesis de los Guaraníes. Nuestro Padre Creador, 1957) y María de la Paz (1961).

Pero Flores tuvo más que nada el acierto de hacer una exclusiva forma musical, la guarania, que fue asimilada inmediatamente por el pueblo paraguayo, otorgándole rango de música autóctona y habitual. Durante su extendida etapa de artista buscado por el régimen de Stroessner, varios intelectuales cariños a la dictadura procuraron desprestigiar al compositor acentuando su escasa capacitación académica y poniendo en circulación el infundio de que Flores no era el genuino constructor de la guarania, sino más bien el poeta Ortiz Guerrero. En situación, Ortiz Guerrero puso nombre a dicho género y compuso los primeros versos que sirvieron de letras a las creaciones musicales de Flores, auténtico constructor de un ritmo nuevo y original. Inspirada en la polca, la guarania tiene un ritmo mucho más retardado que acentúa la melancolía de los contenidos escritos a los que acompaña. Flores compuso varias guaranias, la mayoría de ellas con letras de los versistas Manuel Ortiz Guerrero y Rigoberto Fontao Balancee. También musicó ciertos contenidos escritos de Carlos Federico Abente y compuso ciertas piezas instrumentales.

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