Si has llegado hasta aquí es porque tienes conocimiento de la relevancia que atesoró Jorge Rojas en la historia. La forma en que vivió y aquello que hizo mientras estuvo en este mundo fue decisivo no sólo para aquellas personas que frecuentaron a Jorge Rojas, sino que posiblemente dejó una señal mucho más profunda de lo que logremosfigurar en la vida de personas que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya nunca a Jorge Rojas de modo personal.Jorge Rojas ha sido un ser humano que, por alguna causa, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.
Comprender las luces y las sombras de las personas destacadas como Jorge Rojas, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es algo sustancial para que podamos valorar no sólo la vida de Jorge Rojas, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Jorge Rojas, gentes a quienes de de una u otra forma Jorge Rojas influyó, y indudablemente, entender y comprender cómo fue vivir en la época y la sociedad en la que vivió Jorge Rojas.
Las biografías y las vidas de personas que, como Jorge Rojas, atraen nuestra atención, deben valernos en todo momento como punto de referencia y reflexión para conferir un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Tratar de entender la biografía de Jorge Rojas, el motivo por el cual Jorge Rojas vivió del modo en que lo hizo y actuó del modo en que lo hizo durante su vida, es algo que nos impulsará por un lado a comprender mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que avanza, de forma inexorable, la historia.
Vida y Biografía de Jorge Rojas
(Santa Rosa de Viterbo, Boyacá, 1911 - Bogotá, 1995) Poeta colombiano que fue el animador y editor de los cuadernos de Piedra y Cielo, que brindaron nombre al conjunto poético por él fundado. Fue el primer directivo del Instituto Colombiano de Cultura (Colcultura), y integrante de la Academia Colombiana de la Lengua.
En su primer poemario, La forma de su escapada (1939), es patente la predominación de ciertos versistas españoles contemporáneos, como Juan Ramón Jiménez y Pedro Salinas. La predominación de Juan Ramón Jiménez se alargó en el volumen La localidad sumergida (1939), primero de una compilación de cuadernos poéticos impulsada por Rojas que tomó el nombre de un libro de Juan Ramón (Piedra y cielo, 1918) y a cuyo alrededor se formó el conjunto poético Piedra y Cielo, en el que participaron jóvenes versistas como Tomás Vargas, Darío Samper, Arturo Camacho, Gerardo Valencia, Eduardo Carranza y Carlos Martín.
La estética de Jorge Rojas y sus compañeros "piedracielistas" postulaba la restauración de una literatura neosimbolista, infestada de sutilezas verbales y fundamentada en el legado recibido de la mejor lírica de españa, desde el Siglo de Oro (en especial Luis de Góngora) hasta la Generación del 27 (Jorge Guillén, Pedro Salinas, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Luis Cernuda). Dentro del formalismo, su inclinación a proseguir la tradición tradicional les condujo a recobrar el gusto por la metáfora barroca y el lenguaje recargado (de extensas resonancias gongorinas), que en la producción especial de Jorge Rojas se tiñó aparte de un neorromanticismo refinado (muy propio de la primera etapa de Juan Ramón Jiménez), aparente en su inclinación a la confidencia sentimental.
La eclosión del piedracielismo coincidió en Colombia con un despegue económico del país, que avanzaba por un camino contrario al que habían empezado a transitar estos versistas. Los versistas del conjunto se distanciaron del racionalismo y el practicismo surgidos al amparo del desarrollo de modernización para regresar los ojos al pasado y a su interior, y profundidzar en los matices del sentimiento, en temas mucho más etéreos que terrenales. Se dio la paradoja de que estos versistas tuvieron éxito entre los que leen, que recitaban de memoria sus versos. Pero la carencia de espíritu renovador fue una grave restricción que, a la postre, dejó achicada a anécdota la aventura de los piedracielistas.
Dentro de su predilección por los temas y los moldes tradicionales, Jorge Rojas cultivó el soneto en su siguiente distribución poética, Rosa de agua (1941), empezando una evolución hacia un tono mucho más sensual y también intimista y una línea temática americanista. Dos de las series de sonetos que constituyen este poemario (las tituladas "Instantes de la doncella" y "Sonetos elementales") fueron traducidas al francés por el narrador, ensayista y crítico literario Reims Roger Caillois. En Soledades I (1948), recogió una secuencia de creaciones desarrolladas entre 1936 y 1945. Se trata de poemas extensos que, concebidos como cantos de meditación cariñosa, exaltan la figura de la mujer con relación a la Naturaleza, en esa corriente de panamericanismo literario que transformó en materia poética los campos, las ciudades, los hombres y, al fin y al cabo, la geografía y la historia del conjunto de naciones. Soledades II (1965) se constituye de piezas afines escritas entre 1950 y 1964.
El resto de su producción poética, donde cada vez cobró mucho más peso concreto la descripción del paisaje colombiano, se completa con Cárcel de amor (1976) y Soledades III (1985). Su último libro, Huellas (1993), reanuda sus temas preferidos (el correr del tiempo, el cariño, la desaparición) con versos de precisión y factura admirable. Rojas relució asimismo por sus traducciones en verso (como la del Cementerio marino, de Paul Valéry) y también incursionó en el teatro con La doncella de agua (1948), parte de teatro poético mucho más concebida para la lectura que para la representación.
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Las sutilezas y las peculiaridades que ocupan nuestras vidas son decididamente determinantes, ya que destacan la singularidad, y en el caso de la vida de alguien como Jorge Rojas, que poseyó su significación en un momento histórico concreto, es fundamental intentar ofrecer una perspectiva de su persona, vida y personalidad lo más exacta posible.
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