Jorge Luis Borges

La historia del mundo está escrita por las mujeres y hombres queen el transcurrir de los siglos, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han originado queel género humano, de un modo u otro,avance.

Ya sea inspirando a otros o siendo una pieza esencial de la acción. Jorge Luis Borges es una de esas personas cuya vida, sin duda alguna, merece nuestro interés por el grado de influencia que tuvo en la historia.Conocer la vida de Jorge Luis Borges es comprender más sobre etapa determinada de la historia del ser humano.

Si has llegado hasta aquí es porque eres consciente de la importancia que atesoró Jorge Luis Borges en la historia. La forma en que vivió y aquello que hizo durante el tiempo que estuvo en este mundo fue determinante no sólo para las personas que trataron a Jorge Luis Borges, sino que a lo mejor produjo una huella mucho más vasta de lo que logremosconcebir en la vida de gente que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a Jorge Luis Borges personalmente.Jorge Luis Borges fue una persona que, por alguna razón, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.

Apreciar lo bueno y lo malo de las personas relevantes como Jorge Luis Borges, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es algo esencial para que seamos capaces de poner en valor no sólo la existencia de Jorge Luis Borges, sino la de toda aquellas gentes que fueron inspiradas por Jorge Luis Borges, gentes a quienes de de una forma u otra Jorge Luis Borges influyó, y por supuesto, entender y comprender cómo fue el hecho de vivir en la época y la sociedad en la que vivió Jorge Luis Borges.

Vida y Biografía de Jorge Luis Borges

(Buenos Aires, 1899 - Ginebra, Suiza, 1986) Escritor argentino considerado una de las considerables figuras de la literatura en lengua de españa del siglo XX. Cultivador de diversos géneros, que de manera frecuente fusionó deliberadamente, Jorge Luis Borges ocupa un puesto inusual en la crónica de la literatura por sus cuentos breves.

Si bien las ficciones de Borges recorren el saber humano, en ellas está prácticamente ausente la condición humana de carne y hueso; su planeta narrativo procede de su biblioteca personal, de su lectura de los libros, y a ese planeta libresco y también intelectual lo equilibran los razonamientos hermosamente construidos, simétricos y especulares, tal como una prosa de aparente desnudez, pero cargada de sentido y de colosal aptitud de sugerencia.

Recurriendo a inversiones y tergiversaciones, Borges llevó la ficción al rango de fantasía filosófica y degradó la metafísica y la teología a pura ficción. Los temas y fundamentos de sus contenidos escritos son recurrentes y obsesivos: el tiempo (circular, ilusorio o inconcebible), los espéculos, los libros imaginarios, los laberintos o la búsqueda del nombre de los nombres. Lo fabuloso en sus ficciones siempre y en todo momento se vincula con una alegoría mental, a través de una imaginación razonada muy próxima a lo metafísico.

Ficciones (1944), El Aleph (1949) y El Hacedor (1960) forman sus tres compilaciones de cuentos de mayor proyección. A pesar de que su obra se dirige a un público puesto en compromiso con la aventura literaria, su popularidad es universal y es definido como el profesor de la ficción moderna. Sólo su ideario político ha podido evitar que le fuera concedido el Nobel de Literatura.

Jorge Luis Borges procedía de una familia de próceres que contribuyeron a la independencia del país. Un antepasado de el, el coronel Isidro Suárez, había guiado a sus tropas a la victoria en la mítica guerra de Junín; su abuelo Francisco Borges asimismo había alcanzado el rango de coronel. Pero fue su padre, Jorge Borges Haslam, quien rompiendo con la tradición familiar se empleó como instructor de psicología y también inglés. Estaba casado con la frágil Leonor Acevedo Suárez, y con ella y el resto de su familia abandonó la vivienda de los abuelos donde había nacido Jorge Luis y se trasladó al vecindario de Palermo, a la calle Serrano 2135, donde medró el aprendiz de escritor teniendo como compañera de juegos a su hermana Norah.

En aquella casa ajardinada aprendió Borges a leer inglés con su abuela Fanny Haslam y, como se refleja en muchos versos, los recuerdos de aquella dorada niñez lo acompañarían a lo largo de toda su historia. Con solamente seis años confesó a sus progenitores su vocación de escritor, y también inspirándose en un pasaje de Don Quijote de la Mancha redactó su primera fábula en el momento en que corría el año 1907: la tituló La gorra mortal. A los diez años empezó ahora a divulgar, pero en esta ocasión no una composición propia, sino más bien una refulgente traducción al español de El príncipe feliz de Oscar Wilde.

En exactamente el mismo año en que se inició la Primera Guerra Mundial, la familia Borges recorrió los inminentes niveles bélicos de europa, guiados en esta ocasión no por un admirable coronel, sino más bien por un ex- instructor de psicología y también inglés, ciego y pobre, que se había visto obligado a abandonar su trabajo y que arrastró a los suyos a París, a Milán y a Venecia hasta radicarse finalmente en la neutral Ginebra en el momento en que reventó el enfrentamiento.

Borges era entonces un joven que devoraba infatigablemente la obra de los escritores franceses, desde los tradicionales como Voltaire o Víctor Hugo hasta los simbolistas (Baudelaire, Verlaine, Rimbaud, Mallarmé), y que descubría fascinado el expresionismo alemán, con lo que se resolvió a estudiar el idioma descifrando por su cuenta la inquietante novela de Gustav Meyrink El golem.

Hacia 1918 lee además a autores en lengua de españa como José Hernández, Leopoldo Lugones y Evaristo Carriego, y por año siguiente la familia pasa a residir en España, primero en Barcelona y después en Mallorca, donde aparentemente compuso unos versos, jamás publicados, en los que se exaltaba la revolución soviética y que tituló Salmos colorados.

En Madrid trabará amistad con un destacable poliglota y traductor español, Rafael Cansinos Assens, a quien de forma extraña, pese a la gran diferencia de estilos, proclamó como su profesor. Conoció asimismo a Valle-Inclán, a Juan Ramón Jiménez, a Ortega y Gasset, a Ramón Gómez de la Serna, a Gerardo Diego... Por su predominación, y merced a sus traducciones, fueron descubiertos en España los versistas expresionistas alemanes, si bien había llegado ahora el instante de regresar a la patria transformado, irreversiblemente, en un escritor.

De regreso en Buenos Aires, en 1921 creó con otros jóvenes la gaceta Prismas y, después, la gaceta Proa; firmó el primer manifiesto ultraísta argentino, y, tras un segundo viaje a Europa, entregó a la imprenta su primer libro de versos: Fervor de Buenos Aires (1923). Seguirán entonces varias publicaciones, ciertos contentos libros de poemas, como Luna de enfrente (1925) y Cuaderno San Martín (1929), y otros de ensayos, como Inquisiciones, El tamaño de mi promesa y El idioma de los argentinos, que desde ese momento se negaría a reeditar.

Durante los años treinta su popularidad medró en Argentina y su actividad intelectual se vinculó a Victoria Ocampo y Silvina Ocampo; las hermanas Ocampo le presentaron por su parte a Adolfo Bioy Casares, pero su consagración en todo el mundo no llegaría hasta varios años después. De instante ejercita asiduamente la crítica literaria, traduce con meticulosidad a Virginia Woolf, a Henri Michaux y a William Faulkner y publica antologías con sus amigos; frecuenta a su profesor Macedonio Fernández y coopera con Victoria Ocampo en la fundación de la simbólica gaceta Sur (1931), cerca de la que se va a mover lo destacado de las letras argentinas de entonces (Oliverio Girondo, Enrique Anderson Imbert y exactamente el mismo Bioy Casares, entre otros muchos).

En 1938 muere su padre y empieza a trabajar como bibliotecario a las afueras de Buenos Aires; a lo largo de las navidades de ese año padece un grave incidente, causado por su progresiva falta de visión, que próximo está de costarle la vida. Al agudizarse su ceguera, Borges va a deber resignarse a dictar sus cuentos fabulosos, y desde ese momento requerirá de manera permanente de la petición de su madre y de su amigos para lograr redactar, colaboración que resultará muy provechosa. Así, en 1940, exactamente el mismo año en que asiste como testigo a la boda de Silvina Ocampo y Bioy Casares, publica con ellos una magnífica Antología de la literatura fabulosa, y por año siguiente una Antología poética argentina.

En 1942, Borges y Bioy se ocultan bajo el seudónimo de H. Bustos Domecq y entregan a la imprenta unos chistosos cuentos policiales que titulan Seis inconvenientes para don Isidro Parodi. Sin embargo, su creación narrativa no consigue de momento el éxito esperado, e inclusive fracasa al presentarse al Premio Nacional de Literatura con sus cuentos recogidos en el volumen El jardín de caminos que se separan (1941), los que se incorporarán entonces a uno de sus mucho más insignes libros, Ficciones (1944), obra con que comienza su madurez literaria y el pleno reconocimiento en su país.

En 1945 se instituye el peronismo en Argentina, y su madre Leonor y su hermana Norah son detenidas por realizar afirmaciones contra el nuevo régimen: habrán de conllevar, como escribió varios años después Borges, una "prisión valiente, en el momento en que muchos hombres callábamos", pero la verdad es que, gracias a haber firmado manifiestos antiperonistas, el gobierno de Juan Domingo Perón lo separó por año siguiente de su puesto de bibliotecario y lo nombró inspector de aves y conejos en los mercados, despiadado humorada y también indeseable honor al que el poeta ciego debió renunciar, para pasar, desde ese momento, a ganarse la vida como conferenciante.

La policía se mostró también suspicaz en el momento en que la Sociedad Argentina de Escritores lo nombró en 1950 su presidente, habida cuenta de que este organismo se había hecho conocido por su oposición al nuevo régimen. Ello no obsta a fin de que sea exactamente en esta época de preocupaciones en el momento en que publique su libro mucho más publicado y original, El Aleph (1949), ni a fin de que prosiga haciendo un trabajo infatigablemente en novedosas antologías de cuentos y nuevos volúmenes de ensayos antes de la caída del peronismo en 1955.

En esta diversa situación política, el recién constituido gobierno lo designará, a tenor del enorme prestigio literario que vino alcanzando, directivo de la Biblioteca Nacional, y también ingresará además en la Academia Argentina de las Letras. Enseguida los reconocimientos públicos se suceden: Doctor honoris causa por la Universidad de Cuyo, Premio Nacional de Literatura, Premio Internacional de Literatura Formentor (que comparte con Samuel Beckett), Comendador de las Artes y de las Letras en Francia, Gran Premio del Fondo Nacional de las Artes de Argentina, Premio Interamericano Ciudad de Sèo Paulo...

Inesperadamente, en 1967 contrae matrimonio con una vieja amiga de su juventud, Elsa Astete Millán, boda de todas formas menos tardía y asombroso que la que formalizaría pocos años antes de su muerte, ahora octogenario, con María Kodama, su asesora, compañera y lazarillo: una mujer considerablemente más joven que él, de origen japonés, a la que nombraría su heredera universal. Pero la relación con Elsa fue no solo corto, sino más bien desdichada, y en 1970 se apartaron a fin de que Borges volviese nuevamente a quedar bajo la sacrificada protección de su madre.

Los últimos reveses políticos le sobrevinieron con el nuevo triunfo electoral del peronismo en Argentina en 1974, ya que sus inveterados contrincantes no tuvieron empacho en desposeerlo de su cargo en la Biblioteca Nacional ni en excluirlo de la vida cultural porteña.

Un par de años después, ahora fuera a consecuencia de su resentimiento o por culpa de una franca alucinación, Borges, cuya autorizada voz retumbaba a nivel internacional, saludó con alegría el derrocamiento del partido de Perón por la Junta Militar Argentina, si bien muy probablemente se arrepintió enseguida en el momento en que la inexorable opresión de Jorge Videla empezó a cobrarse varias víctimas y comenzaron a proliferar los "desaparecidos" entre los escritores. El propio Borges, en compañía de Ernesto Sábato y otros escritores, se entrevistó ese año de 1976 con el dictador para interesarse por el paradero de sus colegas "desaparecidos".

De todos métodos, el mal ahora se encontraba hecho, pues su actitud inicial le había granjeado las mucho más firmes enemistades en Europa, hasta el punto de que un académico sueco, Artur Ludkvist, manifestó públicamente que nunca recaería el Premio Nobel de Literatura sobre Borges por causas políticas. Ahora bien, a pesar de que los académicos se sostuvieron recalcitrantemente testarudos a lo largo de la última década de vida del escritor, se levantaron voces, poco a poco más varias, denunciando que esa actitud desvirtuaba el espíritu del mucho más apreciado premio literario.

Para todos se encontraba claro que absolutamente nadie con mucho más justicia que Borges lo merecía y que era la Academia Sueca quien se desacreditaba con su posición. La concesión del Premio Cervantes en 1979 compensó en parte este agravio. En cualquier situación, a lo largo de sus últimos días Borges recorrió el planeta siendo ovacionado al fin como lo que siempre y en todo momento fue: algo tan simple y también insólito como un "profesor".

Borges es indudablemente el escritor argentino con mayor proyección universal. Se hace prácticamente irrealizable meditar la literatura del siglo XX sin su presencia, y de esta forma lo han reconocido no solo la crítica enfocada, sino más bien asimismo las consecutivas generaciones de escritores, que vuelven con insistencia sobre sus páginas tal y como si éstas fuesen canteras inextinguibles del arte de redactar.

Borges fue el constructor de una cosmovisión muy singular, sostenida sobre un original modo de comprender conceptos como los de tiempo, espacio, destino o situación. Sus narraciones y ensayos se alimentan de complicadas simbologías y de una vigorosa erudición, producto de su frecuentación de las distintas literaturas de europa, de manera especial la anglosajona (William Shakespeare, Thomas De Quincey, Rudyard Kipling o Joseph Conrad son referencias permanentes en su obra), aparte de su conocimiento de la Biblia, la Cábala judía, las primigenias literaturas de europa, la literatura tradicional y la filosofía. Su estricto formalismo, que se comprueba en la organizada y precisa construcción de sus ficciones, le dejó conjuntar esa extensa variedad de elementos sin que ninguno de ellos desentonara.

Borges había popular en Madrid a los jóvenes escritores del conjunto ultraísta, que se nucleaban en torno al poeta andaluz Rafael Cansinos Assens. A su retorno a la Argentina, a principios de la década de 1920, propagó entre sus pares esa novedosa concepción de la poesía y las imágenes poéticas, eminentemente en el conjunto de los escritores vanguardistas. El primer libro de poemas de Borges fue Fervor de Buenos Aires (1923), en el que ensayó una visión personal de su localidad, de visible tipo vanguardista.

En 1925 dio a saber Luna de enfrente y, tres años después, Cuaderno San Martín, poemarios en los que hace aparición con insistencia su mirada sobre las "riberas" urbanas, esos bordes geográficos de Buenos Aires en los que años después situará la acción de varios de sus cuentos. Puede decirse que en estos primeros libros Borges funda con su escritura una Buenos Aires mítica, dándole espesor literario a calles y distritos, portales y patios. El poeta semeja rondar la localidad como un cazador en pos de imágenes prototípicas, que entonces volcará con maestría en sus versos y prosas.

En 1930 publicó Evaristo Carriego, un título fundamental en la producción borgeana. En este ensayo, al paso que traza una biografía del poeta habitual que da título al libro, se detiene en la invención y narración de distintas mitologías porteñas, como en la poética descripción del vecindario de Palermo. Evaristo Carriego no responde a la composición clásico de las muestras biográficas, sino se sirve de la figura del poeta escogido para enseñar novedosas y también nuevas visiones de lo urbano, como actúa en episodios así como "Las inscripciones de los vehículos" o "Historia del tango".

Hacia 1932 da a saber Discusión, libro que reúne una sucesión de ensayos en los que se expone no solo la agudeza crítica de Borges, sino más bien asimismo su aptitud en el arte de conmover los conceptos habituales de la filosofía y la literatura. Además de las páginas dedicadas al análisis de la poesía gauchesca, este volumen integra episodios que han servido como venero de temas de reflexión para los escritores argentinos, así como "El escritor argentino y la tradición", "El arte narrativo y la magia" o "La supersticiosa ética del lector".

En 1935 hace aparición Historia universal de la infamia, con contenidos escritos que nuestro creador califica como ejercicios de prosa narrativa y en los que es visible la predominación de Robert Louis Stevenson y G. K. Chesterton. Este volumen incluye uno de sus cuentos mucho más conocidos, "El hombre de la esquina rosada"; le prosiguieron los ensayos de Historia de la eternidad (1936).

El incidente prácticamente mortal que padeció a fines de 1938 marcó el antes y el tras su destino: de él saldría con la secuela del avance irreversible de su ceguera y con la resolución de confrontar a la creación de ficciones, cuyo primer fruto va a ser el inolvidable relato El sur, y el libro que comenzará la ininterrumpida sucesión de sus piezas maestras: El jardín de caminos que se separan (1941). A partir de ese instante, la vida y la obra de Borges entran en una madurez y en una creciente divulgación en círculos concéntricos, que solo se interrumpirán con su muerte, prácticamente medio siglo después.

Con ser todo ello importante para la vida del creador, lo mucho más considerable del desarrollo es el reconocimiento que Borges hace de sí y de su obra desde el comienzo de los años 40, y que le impulsa a la creación de ese género a mitad de sendero entre la narrativa, el ensayo, la glosa, la síntesis de libros que jamás van a ser escritos y la investigación erudita, que definirá mejor que nada su título quizás mucho más representativo, Ficciones, que en 1944 marca el ecuador de la obra de Borges, no solo por el nivel insuperable que consigue, sino más bien por la condensación genérica que la caracterizará de allí de ahora en adelante.

Precisamente, Ficciones (1944) terminó de consolidar a Borges como entre los escritores mucho más singulares actualmente en lengua castellana. En la primera de sus partes, llamada El jardín de caminos que se separan, reeditó la compilación de ocho cuentos que había anunciado en 1941; en la segunda parte, Artificios, incluyó seis nuevos cuentos, número ampliado a nueve en la edición de 1956.

En las páginas de este libro se despliega su maestría imaginativa, plasmada en cuentos como "La biblioteca de Babel", "El jardín de los caminos que se separan" o "La lotería de Babilonia". También forma parte a este volumen "Pierre Menard, creador del Quijote", relato o ensayo (en Borges esos géneros acostumbran a confundirse deliberadamente) en el que reformula con excelente audacia el término clásico de predominación literaria, tal como su célebre cuento "La muerte y la brújula", en el que la trama policial se conjuga con sutiles consideraciones derivadas del entender cabalístico, al que Borges dedicó devota atención.

El Aleph (1949), volumen de diecisiete cuentos, regresa a probar su maestría estilística y su ajustada imaginación, que combina elementos de la tradición filosófica y de la literatura fabulosa. Además del cuento que da título al libro, se tienen dentro otros como "Emma Zunz", "Deutsches Requiem", "El Zahir" y "La escritura del Dios". El Hacedor (1960) incluía ciertas piezas escritas treinta años antes y no obstante guardaba una sólida unidad entre cada una de sus piezas, no solo formal sino más bien asimismo en lo que se refiere a contenidos, siempre y en todo momento ajustados en la iniciativa borgeana de que los enormes sistemas de la metafísica como las parábolas y las elucidaciones de la teología son elementos que forman una parte del enorme planeta de la literatura fabulosa.

Con la obtención del Premio Internacional de Literatura Formentor, que comparte con Samuel Beckett en 1961, la crítica revela a Borges a nivel planetario, y las convidaciones, los doctorados honoris causa, los ciclos de charlas, los premios y las traducciones a las mucho más distintas lenguas se sucedieron en un vértigo incesante, que lo transformaron en entre los escritores vivos de mayor prestigio y reconocimiento universal.

El deslumbrante y masivo reconocimiento público de la figura y la obra de Borges ha de ser ubicado como un efecto derivado del llamado Boom de la literatura sudamericana. La demanda por la parte del público de proyectos de autores latinos no se agotó con esos que inicialmente pertenecían a la generación del Boom (Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Juan Carlos Onetti, Mario Benedetti), sino se extendió a un conjunto de escritores que, por edad y por opciones estéticas, no formaban una parte de esa órbita, como Juan Rulfo, Miguel Ángel Asturias, Alejo Carpentier, José María Arguedas o exactamente el mismo Borges.

A pesar de la nutridísima bibliografía de Borges, de pocos escritores como de él se puede asegurar que es, en lo fundamental, creador de un solo libro, extendido en diferentes ediciones o aproximaciones, que sus Obras Completas ejemplarizan como otros muchos frutos de un mismo árbol, puesto que (como él mismo aseveró de Quevedo) mucho más que un escritor, Borges es de hecho "una vasta literatura".

Así, sus proyectos en prosa siguientes a las mentadas (Manual de zoología fabulosa, 1957; El libro de los seres imaginarios, 1967; El informe de Brodie, 1970; El congreso, 1971; El libro de arena, 1975) tienen dentro con cierta frecuencia poemas. Durante treinta años no había anunciado un solo verso, para marcar una distancia determinante con la etapa que llamó "la enorme equivocación ultraísta"; y sus entregas poéticas de la madurez, como El otro, exactamente el mismo (1964), Para las seis cuerdas (1965), Elogio de la sombra (1969), El oro de los tigres (1972), La rosa profunda (1975) o La moneda de hierro (1976), aceptan poemas narrativos, varios de los cuales, como "El Golem", son genuinas ficciones que sencillamente fueron redactadas en verso.

La obra de Borges se reparte asimismo en un óptimo número de volúmenes escritos en colaboración, tanto aplicados a la ficción como al ensayo. Engrosan el caudal de sus escritos un sinnúmero de notas de crítica bibliográfica y comentarios de literatura, aparecidos en distintas publicaciones periódicas argentinas y extranjeras, aparte de charlas y entrevistas en las que desplegó con sabiduría y mordacidad sus puntos de vista. Se trata de parte de su obra que, prácticamente a exactamente la misma altura que sus libros considerados mayores, fué objeto recurrente de comentario y estudio por la parte de la crítica y de varias recopilaciones.

Colabora para ampliar la biografía de Jorge Luis Borges

¿Qué piensas de la vida de Jorge Luis Borges? ¿Has encontrado todo aquello que pensabas que ibas a encontrar?

Sin duda alguna llegar a comprender a Jorge Luis Borges es algo que se reserva a un grupo limitado de personas, y que intentar reconstruir la persona que fue y el modo en que vivió la vida de Jorge Luis Borges es una suerte de enigmaque posiblemente logremos rehacer si colaboramos juntos.

Por ese motivo, si eres del tipo de personas que creen en que de forma cooperativa se puede hacer algo mejor, y tienes información con respecto a la vida de Jorge Luis Borges, o con respecto a algún peculiaridad de su personalidad u creación que no hayamos contemplado en esta biografía, te solicitamos que nos lo hagas llegar.

Las sutilezas y las peculiaridades que ocupan nuestras vidas son en todos los casos esenciales, ya que marcan la diferencia, y en el tema de la vida de una persona como Jorge Luis Borges, que tuvo su relevancia en una época concreta, es esencia intentar brindar una perspectiva de su persona, vida y personalidad lo más exacta posible.

Sin titubeos, contacta con nosotros para relatarnos qué sabes tú sobre Jorge Luis Borges. Estaremos encantados de perfilar esta biografía con más información.