La historia universal está escrita por los hombres y mujeres quea lo largo de los siglos, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han ocasionado queel mundo, de una forma u otra,progrese.
(Quito, 1903-1978) Poeta ecuatoriano cuya obra se considera la superación del modernismo y la iniciación de las vanguardias en su país. Cosmopolita en su capacitación y en sus planteamientos estéticos, trascendió extensamente las fronteras locales y ejercitó la traducción, el ensayo y la diplomacia con exactamente el mismo ahínco con el que cultivó la poesía.
Estudió en la Facultad de Jurisprudencia de Quito, en la de Filosofía y Letras de Barcelona (España) y en la de Aix (Francia). Político y diplomático, fue secretario general del partido socialista ecuatoriano (1927-1928), secretario del Senado y del Congreso, cónsul de su país en Paita (Perú), El Havre (Francia), Yokohama (El país nipón) y San Francisco (Estados Unidos); secretario de Embajada en Venezuela, ministro plenipotenciario en Gran Bretaña y encargado en la U.N.Y también.S.C.O.
Jorge Carrera Andrade perteneció a una generación que rompió con la estética modernista de Rubén Darío, representada en el país por versistas como Arturo Borja, Humberto Fierro, Ernesto Noboa Caamaño o Medardo Ángel Silva. Alrededor de la década de 1920 se causó en la poesía ecuatoriana una apertura cosmopolita, palpable en los contactos de todo el mundo mucho más extensos que hicieron que la producción poética fuera moderna de los enormes movimientos artísticos de América Latina; además de esto, maduró un fuerte movimiento poético que puso la lírica ecuatoriana en la tradición de la modernidad y sus roturas, con una fuerte presencia de formas poéticas vanguardistas.
Todo lo mencionado se encontraba enfrentado con la poesía de la regla previo, que no había incorporado al quehacer artístico los avatares de una temporada que presentaba, popular y culturalmente, situaciones nuevas: en el Ecuador de la tres primeras décadas del siglo XX se concretizaban los desenlaces democratizadores de la Revolución Liberal; la intelectualidad se aproximaba a formas críticas de interpretación y de participación en la vida popular, actitud que tuvo una de sus expresiones ideológicas en el socialismo; los obreros y los campesinos, que comenzaban a pelear desde las organizaciones sindicales, hallaron su "bautizo de sangre" en las calles de Guayaquil, donde se causó la matanza obrera del 15 de noviembre de 1922, dramático hecho que asimismo fué interpretado como el auténtico comienzo del siglo XX en el Ecuador.
En este contexto de renovación, y en lo que se dió en llamar "postmodernismo" ecuatoriano, sobresalen nítidamente Alfredo Gangotena, Jorge Carrera Andrade y Gonzalo Escudero. Los tres han publicado sus libros mayores entre 1928 y 1935, aproximadamente coincidentemente con los años de producción del narrador Pablo Palacio y con una atrayente (si bien no total) similitud expresiva, tanto por el trabajo y experimentación con el lenguaje como por sus conexiones con ciertas vanguardias de la primera posguerra (dadaísmo, futurismo, ultraísmo, surrealismo).
El espíritu poético de Jorge Carrera Andrade se abriría a todas y cada una estas orientaciones para contagiarse algo de ellas, pero sin incorporarse rigurosamente a ninguna. El joven Carrera publicó Estanque inefable (1922) como un instante bucólico y melancólico de su poesía, con exaltaciones del campo y de la naturaleza. Ya desde ese momento dejó ver el ánimo de construcción de una visión literaria para ver y charlar de las "cosas pequeñas" y terrenas, en frente de una línea poética que averiguaba mucho más bien las considerables cuestiones. En La guirnalda del silencio (1926) se advierte de nuevo un acendrado interés por la conformación de un acento poético renovador en el que se disimula la acción de la política, por el hecho de que Carrera se encuentra mucho más bien en un desarrollo de construcción de una identidad poética separada de sus funcionalidades agitacionales, si bien desde una visión menos intimista y mucho más humana y universal.
Folletines de mar y tierra (1930) está escrito bajo la predominación de las vanguardias latinoamericanas del periodo. Gracias a la metáfora del viaje marino, Carrera comienza a hacer en su poesía una sensación de universalismo que, más allá de que al comienzo es geográfico, próximamente genera un redimensionamiento del rincón geográfico como ubicación de enunciación del arte del poeta. De 1945 data Lugar de origen, libro en el que se marchan hallando novedosas claves que procuran conjugar una proclama de la tierra al lado de una situación de universalismo cósmico. El poema que da título al libro reitera que esta línea de impresiones metafóricas ligadas a la tierra.
En los años 1957 y 1959 publicó Hombre planetario, obra clave para comprender la maduración de su palabra poética, ya que los contenidos escritos de Carrera radicalizan el desarrollo de patentizar la imposibilidad de la palabra para capturar la integridad de la verdad. El artículo del segundo volumen de Hombre planetario, de 1959, con un emprendimiento distinto y de sobra largo aliento que el primero, pide, aun formalmente, un solo plan poético que no se desperdigada en múltiples poemas, sino es una secuencia de veinte poemas integrados temáticamente por esta búsqueda del único habitante universal. La obra poética de Carrera Andrade expresa una estética de la percepción de todo el mundo que va de lo grande a lo pequeño o del ser a las cosas.
La calidad de su prosa tenemos la posibilidad de estimarla en Latitudes (1934) y en ciertos apuntes sobre la poesía ecuatoriana y sobre las cosas de Estados Unidos, cuya composición y mecanismo asimismo se reflejan en poemas como el Canto al puente de Oakland. Culminó su trayectoria diplomática como ministro de Relaciones Exteriores del Ecuador. De entre sus proyectos mucho más tardías cabe refererir El volcán y el colibrí (1970), y la publicación de su Obra poética completa (1976).
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