John Masefield

Comprender lo bueno y lo malo de las personas relevantes como John Masefield, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es una cosa sustancial para que podamos poner en valor no sólo la vida de John Masefield, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por John Masefield, gentes a quienes de un modo u otro John Masefield influyó, y sin duda, entender y comprender cómo fue el hecho de vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió John Masefield.

Vida y Biografía de John Masefield

(Ledbury, 1878 - Abingdon, 1967) Poeta, novelista, dramaturgo, historiador y crítico inglés. Quedó huérfano, pasó su niñez en el campo y, más tarde, se embarcó en el buque-escuela Conway. Más tarde, continuó a lo largo de ciertos años en América, donde trabajó en los oficios mucho más dispares. Regresó a Inglaterra en 1897, y comenzó a trabajar para múltiples gacetas literarias.

En 1902 publicó las Baladas del agua salobre, que llevaron un aire nuevo a las convenciones georgianas, con su léxico rudo y las situaciones descritas. Aunque en su obra se deja sentir la predominación de Kipling y de Yeats, la mezcla de realismo y misticismo que caracterizó sus trabajos transporta en un caso así a desenlaces raramente comúnes. De su pelea por la supervivencia en un ámbito hostil deriva su cálida simpatía por los sufrimientos de los humanos y de los animales, y su solidaridad con los oprimidos y también inadaptados. También testimonian este planteo sus ensayos sobre Shakespeare (1911), vivamente intuitivos, conocedores de las pretensiones escénicas, y aún válidos, si bien filosóficamente superados.

Tras Baladas y Poemas (1910), publicó ciertos cuentos en verso, que amoldan de manera original la predominación de versistas realistas como Crabbe y Chaucer. En La clemencia eterna (1911), detalla la vida de un cazador furtivo borracho; en The Widow in the Bye Street (1912), una viuda con un pasado no inigualable, en Dauber (1913), un marino que sueña transformarse en pintor, frente a la broma de sus compañeros, y que, para ser recibido por ellos, termina renunciando a sus sueños.

En Reynard the Fox (1919), el mucho más precioso poema narrativo del siglo XX, cuenta un episodio de caza visto desde la perspectiva de la zorra; evoca todas y cada una de las angustias ancestrales en el momento en que detalla al animal que, tras poner en práctica sus argucias, utiliza sus últimas energías en un impulso atormentado para llegar a su guarida, y en el momento en que la halla denegada por las piedras, mira con ojo ecuánime aun a los perros y a los cazadores, y festeja de manera global la exuberancia de la vida y la plenitud de la campiña inglesa. El tema de la caza o de la carrera se reitera habitualmente. La metáfora viene a representar que hay que enfrentar la vida peleando, si bien admitiendo su ley, que cae sobre el rebelde como la trampa sobre la presa.

Entre sus varias novelas, las mucho más bien acabadas son la juvenil Lost Endeavour (1910) y los cuentos para pequeños The Midnight Folk (1927) y La caja de las exquisiteces (A Box of Delights, 1935). Su obra trágica, si bien larga, no lúcida un particular interés. Experimentó múltiples formas con las que procuró, sin lograrlo, ofrecer al teatro inglés lo que su amigo J. M. Synge dio al teatro irlandés. The Tragedy of Nan, representada en 1908 y publicada en 1909, es su drama mucho más popular. Hay que añadir a la narrativa el ensayo histórico The Nine Days Wonder (1941), que trata de la evacuación de Dunkerque, obra en la que cumple su función de poeta, en el sentido mucho más noble de intérprete de la colectividad.

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Los matices y las sutilezas que llenan nuestras vidas son en todos los casos fundamentales, ya que destacan la singularidad, y en el caso de la vida de alguien como John Masefield, que tuvo su significación en una época determinada, es imprescindible tratar de ofrecer una perspectiva de su persona, vida y personalidad lo más precisa posible.

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