La historia de la civilización la escriben las mujeres y hombres queen el paso de los años, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han originado quela humanidad, de una forma u otra,progrese.
Ya sea inspirando a más seres humanos o tomando parte de la acción. Johann Heinrich Füssli es una de esas personas cuya vida, indudablemente, merece nuestro interés por el grado de influencia que tuvo en la historia.Comprender la biografía de Johann Heinrich Füssli es conocer más acerca de una época concreta de la historia del género humano.
Si has llegado hasta aquí es porque tienes consciencia de la importancia que tuvo Johann Heinrich Füssli en la historia. La forma en que vivió y aquello que hizo durante el tiempo que estuvo en el mundo fue decisivo no sólo para quienes trataron a Johann Heinrich Füssli, sino que a lo mejor dejó una señal mucho más vasta de lo que logremosfigurar en la vida de personas que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya nunca a Johann Heinrich Füssli personalmente.Johann Heinrich Füssli ha sido un ser humano que, por alguna causa, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.
Vida y Biografía de Johann Heinrich Füssli
(Llamado en Gran Bretaña Henry Fuseli; Zurich, 1741-Londres, 1825) Pintor suizo nacionalizado británico. En 1763 se trasladó a Londres, donde ha podido estudiar la pintura de Reynolds. Tradujo las proyectos de Winckelmann. Durante una extendida estancia en Italia (1770-1778), ahondó en el estudio de la Antigüedad tradicional (La desesperación del artista frente a la excelencia de las ruinas viejas) y de Miguel Ángel. Su producción pictórica, de estilo teatral, se constituye de enormes cuadros con temas extraídos de proyectos y autores como la Biblia, la Ilíada y la Odisea de Homero, los Nibelungos o Shakespeare. Sus formas se inspiran en Miguel Ángel, mientras que el colorido liso recuerda el de los flamencos. Está considerado como un precursor del Romanticismo.
Johann Heinrich Füssli efectuó estudios de teología para satisfacer a su padre, pero próximamente se sintió mucho más atraído por los entornos artísticos y sus intereses y también ideas independientes se decantaron por la pintura y la literatura. En 1763 se trasladó a Londres, donde enseguida probó un enorme entusiasmo por la Antigüedad tradicional que le llegó por medio de las proyectos de John Milton y William Shakespeare. De este último salvó lo mucho más horrible (sus pecadores son la mismísima personificación del espanto), como puede apreciarse en sus cuadros de brujas inspiradas en Macbeth. La pintura de Henry Fuseli, que se discutió entre el sexo, el temor y la crueldad, dio vida a una secuencia de seres típicamente románticos (colosales, brujas, espectros), reflejando lo que Burke había teorizado en su libro Investigación sobre los orígenes de lo sublime, en el que vio el horror como fuente de sublimidad.
En 1783, la Royal Academy (de la que Fuseli fue integrante en 1790 y instructor en 1799) recibió muy favorablemente el que transcurrido el tiempo se transformaría en uno de sus cuadros mucho más populares: La pesadilla (1782, Museo Goethe, Frankfurt). Se conocen hoy en día seis ediciones afines de esta obra, personal versión del fresco El sueño de Hécuba, del manierista italiano Giulio Romano (1499-1546), y quizás sátira de un cuadro de Joshua Reynolds que se titula El sueño, expuesto unos años antes en la Academia.
Si bien desde nuestra visión la concepción del tema puede parecer bastante visible o aun un tanto ridícula, en su instante supo reflejar con efectividad los miedos de la época, exponiendo a una mujer acostada sobre la que se visualizan en el cuadro los horripilantes animales que pueblan su pesadilla. Henry Fuseli prosigue aquí una predisposición tradicional, donde la parte de abajo se ajusta a la verdad y la mayor a lo soñado, como pasa en El sueño de Ossian de Ingres, más allá de que establece una inquietante y angosta relación entre las dos categorías. Los colores fúnebres y grises de los horribles individuos oníricos oprimen con su peso la blancura de la mujer, que pese a su consistente anatomía se cae en un ademán de abandono y sumisión frente a la irrupción de lo sublime causada por su inconsciente.
Conforme han puesto de manifiesto los investigadores de Fuseli, esta obra puede estar relacionada con los amores inviábles del pintor y la sobrina de su amigo Lavater, pensador, teólogo y poeta suizo. El cuadro otorga una suma importancia a la expresión de abandono que refleja la cara, contrario al de Lady Macbeth (1781-1784, Museo del Louvre, París), que se identifica por los ojos exorbitantes de la figura. En general, la relevancia de la obra de Henry Fuseli reside, más que nada, en la expresividad de los semblantes, como se expone en el dibujo Miedo, en el que los cuerpos de tres mujeres están sencillamente insinuados por una línea, al tiempo que los semblantes se detallan considerablemente más elaborados en la medida en que son el centro de la expresión del espanto.
En una obra posterior, Titania y Botton (1780-1790, Tate Gallery, Londres), el sistema clásico de la visión renacentista es sustituido por un impreciso espacio de oscura iluminación en el que Titania, la reina de las hadas, ha conjurado a una legión de gnomos, criaturas fabulosas y duendecillos, con la intención de someterlos al servicio de Botton. En esta obra se puede constatar que el artista, prácticamente contemporáneo del marqués de Sade, se adentró en exactamente las mismas zonas de la pasión y el sexo. Del mismo modo, El despertar de Titania (1793-1794, Kunsthaus, Zurich) exhibe esa mezcla romántica de voluptuosidad, erotismo y fatalidad.
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Los matices y las sutilezas que ocupan nuestras vidas son en todos los casos importantes, ya que perfilan la diversidad, y en el tema de la vida de una persona como Johann Heinrich Füssli, que poseyó su trascendencia en un momento histórico concreto, es vital intentar brindar un panorama de su persona, vida y personalidad lo más precisa posible.
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