Si has llegado hasta aquí es porque eres consciente de la relevancia que tuvo Johan van Oldenbarnevelt en la historia. La manera en que vivió y lo que hizo durante el tiempo que estuvo en el mundo fue determinante no sólo para aquellas personas que conocieron a Johan van Oldenbarnevelt, sino que tal vez dejó una señal mucho más insondable de lo que podamosimaginar en la vida de personas que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya nunca a Johan van Oldenbarnevelt personalmente.Johan van Oldenbarnevelt fue uno de esos seres humanos que, por alguna causa, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.
Comprender las luces y las sombras de las personas destacadas como Johan van Oldenbarnevelt, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es algo fundamental para que podamos valorar no sólo la vida de Johan van Oldenbarnevelt, sino la de todos aquellos y aquellas que fueron inspiradas por Johan van Oldenbarnevelt, personas a quienes de un modo u otro Johan van Oldenbarnevelt influyó, y por supuesto, conocer y descifrar cómo fue el hecho de vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Johan van Oldenbarnevelt.
Las biografías y las vidas de personas que, como Johan van Oldenbarnevelt, atraen nuestra atención, deben servirnos siempre como referencia y reflexión para proponer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Hacer un esfuerzo por comprender la biografía de Johan van Oldenbarnevelt, el motivo por qué Johan van Oldenbarnevelt vivió como lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo durante su vida, es algo que nos impulsará por un lado a conocer mejor el alma del ser humano, y por el otro, el modo en que avanza, de forma inevitable, la historia.
(Amersfoort, 1547 - La Haya, 1619) Político holandés. Fue uno de los más importantes líderes de la resistencia nacional en frente de la dominación de españa de los Países Bajos, desde el instante en que en 1568 se declarase la rebelión de las provincias de Holanda y Zelanda. Como enorme pensionario de Holanda, afianzó la hegemonía de esta provincia sobre el resto de los Países Bajos y negoció con España la Tregua de los Doce Años (1609), que estableció la autonomía en verdad de las Provincias Unidas.
Cursó estudios de derecho en las universidades de Lovaina y Bourges, completándolos en la de Heidelberg (donde entró por vez primera en contacto con el protestantismo) y, probablemente, en la de Padua. A su regreso a los Países Bajos, fue escogido integrante del consejo de Holanda, la corte de apelación provincial sita en La Haya. En 1572 las provincias de Holanda y Zelanda lograron sustraerse de la autoridad de españa y el consejo trasladó su sede a Utrecht.
Oldenbarnevelt, no obstante, continuó en La Haya para ordenar el movimiento de liberación nacional y participó en las campañas militares contra las tropas españolas que asediaban las ciudades de Haarlem y Leiden. En 1576 fue nombrado pensionario (asesor) de Rotterdam y, como tal, entró a ser parte del parlamento provincial de Holanda. Una vez que el resto de las siete provincias se unió a la insurrección antiespañola, Oldenbarnevelt participó activamente en la coordinación de las acciones conjuntas en las asambleas de los Estados Generales de los Países Bajos.
En 1578, las victorias del ejército español, comandado por Alejandro Farnesio, conminaron con la derrota total de las provincias rebeldes, forzando a estas a la negociación. Oldenbarnevelt participó en las diálogos con España, que concluyeron en el mes de enero de 1579 con el lugar de la Unión de Utrecht, marco constitucional de la federación de las Provincias Unidas hasta 1795.
Las maniobras políticas de Oldenbarnevelt y sus negociaciones con la monarquía hispánica pusieron de manifiesto su intención de conseguir el reconocimiento de la hegemonía de Holanda sobre el resto de las provincias de la Unión, en virtud del importancia de esta provincia desde el principio del movimiento independentista. Las negociaciones le acercaron también al príncipe Guillermo de Orange el Taciturno, cuyo liderazgo militar como estatúder apoyó incondicionalmente, más allá de que las provincias desconfiaban de sus tendencias déspotas.
En 1584 Guillermo fue ejecutado y Oldenbarnevelt pasó a respaldar a su hijo, el príncipe Mauricio de Nassau-Orange, nuevo estatúder de Holanda. Dos años después, Oldenbarnevelt fue alto a enorme pensionario de Holanda, lo que significaba el poder hegemónico sobre la provincia y, en verdad, sobre toda la Unión. Durante esta temporada fue el primordial colaborador de Mauricio de Nassau, con el cometido de poner predisposición del movimiento independentista los elementos económicos y financieros de la provincia, que representaban la mayor riqueza de la federación. Entre sus distintas medidas, resalta la fundación de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales.
A pesar de que su autoridad como enorme pensionario se limitaba, teóricamente, a la provincia de Holanda, Oldenbarnevelt actuó a lo largo de los años siguientes como gerente de la Unión de Utrecht frente a las potencias de europa. Uno de sus primordiales éxitos fue el lugar en 1596 de una Triple Alianza con Francia y también Inglaterra contra la hegemonía de españa. Asimismo, dirigió las largas y bien difíciles diálogos con España que, en 1609, brindaron sitio a la Tregua de los Doce Años, que equivalió al reconocimiento por la parte de Felipe III de la independencia de las Provincias Unidas, aun sosteniendo su pertenencia nominal al imperio español.
Así mismo, Oldenbarvenelt abandonó la vieja intención de despedir a los españoles del grupo de los Países Bajos, en tanto que las ricas provincias de Brabante y Flandes prosiguieron bajo el dominio de La capital española. Las siete provincias septentrionales se transformaron en una federación autónoma, cuya hegemonía interior ocupó desde ese momento Holanda, una provincia periférica que, hasta el comienzo de la guerra de independencia, había continuado en background.
Lejos de sellar la paz en los Países Bajos, la Tregua de los Doce Años supuso el comienzo de una exclusiva etapa de enfrentamientos, en esta ocasión dentro de la Unión. La consolidación de la supremacía de Holanda, donde el partido republicano era realmente fuerte, conminaba la situación de los príncipes de Orange, que procuraban hacer un régimen monárquico con el calvinismo como elemento aglutinante. En 1609, Mauricio de Nassau retiró su acompañamiento a Oldenbarnevelt y al partido republicano holandés.
El telón de fondo de este enfrentamiento entre el particularismo y el autoritarismo monárquico fueron las luchas religiosas que sostenían dividida a la población de las Provincias Unidas y a su clase dirigente. El éxito del alzamiento de los Países Bajos se debió, en decisión correcta, al hecho de que el calvinismo se implantara de manera progresiva entre extensas capas de la población y ocupase los círculos de poder de las provincias, realizando irrealizable la reconciliación con la católica monarquía de españa. Tanto Oldenbarnevelt como la clase dirigente de holanda eran calvinistas, pero pertenecían en su mayor parte a la corriente arminianista que, en los márgenes del calvinismo, abogaba por una iglesia abierta y condescendiente, distanciada de la teocracia que Calvino había puesto en marcha en Ginebra.
El partido arminianista holandés pretendía evitar que el calvinismo rigorista, al que se adherían el resto de las provincias, estableciese una teocracia sobre el grupo de la federación, poniendo bajo su férula a los poderes civiles. La cuestión religiosa no fue, ya que, sino más bien una expresión especialmente virulenta del enfrentamiento de fondo, que encaraba a los incondicionales del cuidado de la autonomía y el particularismo de las provincias y a los defensores de la creación de una monarquía con base religiosa.
Las ciudades con voto en el parlamento de Holanda, salvo Amsterdam, apoyaron el arminianismo, enfrentándose a la inclinación rigorista o "contraprotestante" asumida por el resto provincias. Oldenbarnevelt tenía el acompañamiento de la burguesía de holanda y del partido republicano de la provincia, pero se encaraba al poder del clero calvinista y de Mauricio de Nassau, quien en el mes de julio de 1617 se alineó abiertamente con los contraprotestantes.
Oldenbarnevelt trató de eludir la radicalización del enfrentamiento prohibiendo la predicación a los pastores rigoristas y deponiendo y expulsando a aquéllos que se negaban a acatar la prohibición. Pero, en el mes de agosto de 1617, los Estados Generales de las Provincias Unidas convocaron un sínodo interprovincial a fin de detallar una iglesia nacional según el modelo de Ginebra. El parlamento holandés boicoteó la convocatoria del sínodo usando de su derecho al veto y, el 4 de agosto, en una asamblea de urgencia, dictaminó la capacitación de un ejército provincial desligado de la Unión y separado del mando del estatúder. Aunque esta resolución no contravenía los fueros de Holanda, Mauricio de Nassau la consideró una violación flagrante de los estatutos de la Unión de Utrecht.
Durante el año siguiente, la situación se sostuvo en una tranquilidad tensa, mientras que Mauricio preparaba su intervención en Holanda. Esta se causó por último, por sorpresa, el 29 de agosto de 1618. Las tropas del estatúder no hallaron solamente resistencia y atraparon sin contrariedad a Oldenbarnevelt y a sus primordiales ayudantes.
El arresto de Oldenbarnevelt bajo la acusación de traición propuso la bien difícil cuestión de a qué jurisdicción correspondía su procesamiento. Oldenbarnevelt adujo que, habiendo actuado como integrante del gobierno provincial de Holanda, solo a un tribunal holandés correspondía juzgarle. Sus contrincantes deseaban hacerle responsable frente a la Unión de Utrecht, pero carecían de un tribunal federal. Finalmente, en el mes de febrero de 1619, optaron por convocar un tribunal particular, conformado por veinticuatro integrantes, la mayor parte de ellos contrincantes personales del acusado. Tras un año de prisión y horribles interrogatorios, en los que no se le dejó tener un defensor, fue hallado culpable de subversión y culpado a muerte. Fue decapitado en La Haya el 13 de mayo de 1619.
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