Joan Miró

La historia de la civilización está escrita por aquellas personas quea lo largo de los siglos, gracias a su proceder, sus ideas, sus innovaciones o su ingenio; han ocasionado quela civilización, de un modo u otro,avance.

Ya sea inspirando a más personas o formando parte de la acción. Joan Miró es uno de esos seres humanos cuya vida, en efecto, merece nuestro interés por el grado de influencia que tuvo en la historia.Conocer la biografía de Joan Miró es comprender más acerca de periodo preciso de la historia del género humano.

Comprender lo bueno y lo malo de las personas destacadas como Joan Miró, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es algo esencial para que podamos poner en valor no sólo la existencia de Joan Miró, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Joan Miró, aquellas personas a quienes de un modo u otro Joan Miró influyó, y sin duda, entender y comprender cómo fue vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Joan Miró.

Vida y Biografía de Joan Miró

(Barcelona, 1893 - Palma de Mallorca, España, 1983) Pintor, escultor, grabador y ceramista español. Estudió comercio y trabajó a lo largo de un par de años como ligado en una droguería, hasta el momento en que una patología le forzó a retirarse en el transcurso de un largo periodo de tiempo en una vivienda familiar en el pequeño pueblo de Mont-roig del Camp.

De regreso a Barcelona, ingresó en la Academia de Arte apuntada por Francisco Galí, donde conoció las últimas tendencias artísticas de europa. Hasta 1919, su pintura estuvo dominada por un expresionismo formal con influencias fauvistas y cubistas, centrada en los panoramas, retratos y desnudos.

Ese año viajó a París y conoció a Picasso, Max Jacob y ciertos integrantes de la corriente dadaísta, como Tristan Tzara. Alternó novedosas estancias en la ciudad más importante francesa con veranos en Mont-roig y su pintura comenzó a superar hacia una mayor definición de la manera, en este momento cincelada por una fuerte luz que suprime los contrastes. En lo temático resaltan los primeros atisbos de un lenguaje entre onírico y fantasmagórico, personal si bien de raíces populares, que marcaría su trayectoria posterior.

Similar a los principios del surrealismo, firmó el Manifiesto (1924) y también incorporó a su obra inquietudes propias de tal movimiento, como el jeroglífico y el signo caligráfico (El carnaval del arlequín). La otra enorme predominación de la temporada vendría a través de Paul Klee, del que recogería el gusto por la configuración lineal y la recreación de atmosferas etéreas y matizados campos cromáticos.

En 1928, el Museo de Arte Moderno de Nueva York adquirió 2 de sus lonas, lo que supuso un primer reconocimiento en todo el mundo de su obra; un año después, contrajo matrimonio con Pilar Juncosa. Durante estos años el artista se cuestionó el sentido de la pintura, enfrentamiento que se refleja precisamente en su obra. Por un lado, inició la serie de Interiores holandeses, estridentes recreaciones de pinturas del siglo XVII caracterizadas por un retorno parcial a la figuración y una marcada inclinación hacia el preciosismo, que se sostendría en sus coloristas, juguetones y poéticos maniquíes para el Romeo y Julieta de los Ballets Rusos de Diaghilev (1929). Su pintura posterior, en cambio, escapa hacia una mayor aridez, esquematismo y abstracción conceptual. Por otro lado, en sus proyectos escultóricas optó por la utilización de material reciclado y de desecho.

La guerra civil de españa no logró sino más bien acentuar esta dicotomía entre desgarro violento (Cabeza de mujer) y evasión ensoñadora (Constelaciones), que de a poco salió resolviendo a favor de una renovada tranquilidad, animada por un retorno a la ingenuidad de la simbología mironiana clásico (el pájaro, las estrellas, la figura femenina) que semeja reflejar por su parte el retorno a una visión ingenua, feliz y también vehemente de todo el mundo. No resultaron extraños a esta clase de renovación espiritual sus eventuales retiros a la isla de Mallorca, donde en 1956 edificó una investigación, en la ciudad de Son Abrines.

Entretanto, Miró amplió el horizonte de su obra con los grabados de la serie Barcelona (1944) y, un año después, con sus primeros trabajos en cerámica, completados en colaboración con Josep Llorens Artigas. En las décadas de 1950 y 1960 efectuó múltiples murales de importante tamaño para ubicaciones tan distintas como la sede de la Unesco en París, la Universidad de Harvard o el campo de aviación de Barcelona; desde ese instante y hasta el desenlace de su trayectoria alternaría la obra pública de importante tamaño (Dona i ocell, estatua), con el intimismo de sus bronces, collages y entapices. En 1975 se inauguró en Barcelona la Fundación Miró, cuyo edificio diseñó su enorme amigo Josep Lluís Sert.

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