Joachim Fest

Ya sea inspirando a otros o tomando parte de la acción. Joachim Fest es una de esas personas cuya vida, realmente, merece nuestro interés por el grado de influencia que tuvo en la historia.Comprender la vida de Joachim Fest es conocer más acerca de una época concreta de la historia del ser humano.

Si has llegado hasta aquí es porque tienes conocimiento de la importancia que detentó Joachim Fest en la historia. El modo en que vivió y lo que hizo durante el tiempo que permaneció en el mundo fue decisivo no sólo para quienes conocieron a Joachim Fest, sino que a caso produjo una huella mucho más vasta de lo que podamossospechar en la vida de gente que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya nunca a Joachim Fest de modo personal.Joachim Fest ha sido uno de esos seres humanos que, por algún motivo, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.

Apreciar lo bueno y lo malo de las personas relevantes como Joachim Fest, personas que hacen rodar y cambiar al mundo, es una cosa sustancial para que seamos capaces de apreciar no sólo la existencia de Joachim Fest, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Joachim Fest, personas a quienes de un modo u otro Joachim Fest influyó, y ciertamente, entender y comprender cómo fue vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Joachim Fest.

Vida y Biografía de Joachim Fest

(Berlín, 1926 - Kronberg im Taunus, 2006) Historiador y periodista alemán, recordado singularmente por sus trabajos sobre Hitler y el nazismo. Joachim Fest nació en el seno de una familia prusiana, católica y conservadora, cuyo padre era inspector general de centros de enseñanza, cargo que perdió en 1933 por no adherirse a los nazis tras la toma del poder por Hitler. Prefiriendo las fatigas y el apetito al pacto con el nacionalsocialismo, el padre ejercitó una enorme predominación sobre el joven Joachim, al que no dejó que ingresase en las Juventudes Hitlerianas, como hacían la mayor parte de los jóvenes a lo largo del régimen nazi.

En reiteradas afirmaciones, Fest no solo encomió a su familia, sino se felicitó de recibir una educación “prusiana” y de haber heredado de su progenitor un fervoroso catolicismo, tal como unas ideas políticas conservadoras y republicanas que, a su juicio, le resguardaron ética y también intelectualmente del nazismo.

En 1944, prácticamente en el final de la II Guerra Mundial, se alistó en la Wehrmacht, más allá de que su padre le aconsejó que “no fuese voluntario en la guerra criminal de Hitler”, y acabó la contienda como preso en Francia. Tras “la catástrofe alemana” de 1945, estudió derecho, sociología, historia y literatura alemana en las universidades de Friburgo, Frankfurt del Main y Berlín.

En 1954 comenzó a trabajar en una emisora de radio como comentarista de historia moderna, y desde 1961 fue redactor jefe de un programa de actualidad política en el Servicio de Radio del Norte, cargo del que dimitió por un conflicto con la dirección. Uno de sus programas radiofónicos de mayor éxito estuvo destinado a las biografías de las primordiales figuras históricas de Alemania desde Otto von Bismarck, entonces agarradas en su primer libro: La faz del Tercer Reich: retratos de los líderes nazis.

Animado por la buena acogida, acometió su primera obra esencial, una monumental biografía de Hitler (primera edición alemana en 1973) que aún el día de hoy forma un libro de referencia en los círculos académicos, escrito con un estilo refulgente y con una información trascendente. Varios expertos lo catalogan como “una cima de la historiografía alemana”.

Hitler, una biografía, la primera redactada por un alemán tras 1945, tuvo un enorme éxito de público y provocó alguna disputa en lo que se refiere a la interpretación de la tiranía nazi y su despotismo sobre la sociedad alemana. Algunos críticos le recriminaron tanto su metodología en teoría trasnochada y de estilo periodístico como su elevado énfasis en la malvada personalidad del führer, y su reivindicación del papel del sujeto en la historia, lo que equivalía a reducir la inesquivable y tremenda compromiso de las instituciones y las fuerzas políticas y sociales conservadoras que contribuyeron de forma definitiva al avance del nacionalsocialismo y al encumbramiento del dictador.

El éxito le sirvió para abrirse sendero en el planeta del periodismo. A partir de 1973 trabajó en el Frankfurter Allgemeine Zeitung, el enorme períodico liberal-conservador que se considera como una vigorosa institución política y cultural de todo el mundo de charla alemana. En la redacción sostuvo permanentes discusiones con Ulrike Meinhof, la periodista que fue dirigente del conjunto de terroristas Fracción del Ejército Colorado. Como directivo adjunto de sus páginas culturales, ejercitó la crítica literaria y también histórica y participó en varios debates.

En 1986 abrió las páginas del periódico al historiador Ernst Nolte, el que, gracias a sus proposición prácticamente revisionistas y mucho más bien condescendientes sobre el origen del nazismo (explicado como reacción conservadora frente a los adelantos del comunismo y los crímenes del estalinismo), provocó una dura polémica famosa con el nombre de Historikerstreit o “disputa de los historiadores”. Fest declaró al final que no compartía las proposición de Nolte, pero que, a su juicio, este tenía todo el derecho a someterlas a la cuenta de la sociedad alemana.

Levantó otra sonada disputa en el momento en que asistió a Albert Speer (arquitecto preferido de Hitler y su último ministro de Armamento) a redactar su autobiografía, que resultó ser una autojustificación enmascarada. Tras la desaparición de este, publicó Speer, el veredicto final, en el que criticó seriamente al jerarca nazi por mantenerse en silencio frente a los horrores y los crímenes del régimen hitleriano. No obstante, la equívoca relación con Speer y su análisis poco beligerante del régimen nacionalsocialista le costaron a Fest la amistad del popular crítico Marcel Reich-Rannicki, que perdió a su familia en el Holocausto. Los mucho más recientes documentos descubiertos prueban, en cualquier caso, que Speer era bastante menos inocente de lo que Fest llegó a opinar.

Fest abandonó en 1993 su trabajo períodico en el Frankfurter Allgemeine Zeitung, pero volvió a el reconocimiento con un libro sobre los últimos días del régimen nazi: El hundimiento. Hitler y el desenlace del Tercer Reich, una visión claustrofóbica de la guerra de Berlín y de los últimos días del dictador y sus primordiales ayudantes, que sirvió de base a la película homónima. Su proposición es que Hitler sabía que la guerra se encontraba perdida, pero prosiguió dirigiendo ejércitos derrotados por el hecho de que tenía bastante fuerza demoledora para terminar con su país.

Poco días antes de fallecer, Fest publicó sus memorias, tituladas Ich nicht. Erinnerungen an eine Kindheit und Jugend (Yo no. Recuerdos de niñez y juventud), una primera distribución memorialística donde cuenta sus vivencias a lo largo de la temporada nazi. Una vez mucho más, este libro le sirvió para intervenir en el enfrentamiento sobre la memoria histórica de Alemania, al encajar su salida con la confesión de Günter Grass, premio Nobel de Literatura, de que había sido integrante de las Waffen SS, las tropas selectas del partido nazi, declaradas responsables colectivas de crímenes de guerra en el juicio de Nuremberg (1946).

Mientras que Grass presentó sus memorias (Pelando la cebolla) y recorrió Alemania proclamando: “Yo se encontraba allí, todos estábamos, aun el Papa, en alguna medida”, Joachim Fest recordó: “Yo no se encontraba”, según logró constar en el título de sus memorias. La polémica reventó con virulencia. Declaró que jamás le adquiriría a Grass un turismo utilizado y argumentó que muchas de las cosas que este fustigaba (como los valores de la burguesía conservadora prusiana) fueron precisamente las que impidieron que él cayese en la deletérea seducción del nazismo.

El contraste no podía ser mucho más hiriente entre ámbas proyectos concurrentes. De una sección, la de Grass, un joven nazi que llegaría a transformarse en conciencia de la izquierda alemana, flagelo inexorable de la derecha; de otra, la del católico Fest, futuro publicista conservador, ejemplo preclaro de la Resistenz, una manera de impermeabilidad sicológica frente a los cantos de sirena o las imposiciones del nazismo. La gaceta Der Spiegel, que lo llamó “el solitario orgulloso” en su obituario, contrapuso “la integridad ética en persona” de Fest con “la ética torcida” del “ruidoso Grass”, “conciencia turbada de la nación”.

Las memorias de Fest forman un testamento y un sentido homenaje a la memoria de su padre, conservador y católico ferviente que odiaba el nazismo. Relata conmovedoramente su niñez en Berlín y la pelea agónica de su familia contra el triunfante nacionalsocialismo. Recuerda que en el momento en que su madre, estresada por la pobreza, instó a su marido a fin de que ingresase en el partido nazi, ya que era la única arma de que disponía la multitud corriente para defenderse del poder, el padre de Fest contestó: “Nosotros no somos gente corriente, por lo menos en esas cuestiones”.

Joachim Fest se encontraba casado y tenía 2 hijos y una hija que trabajan en editoriales y medios. Murió en su casa de Kronberg im Taunus, estado de Hesse, el 11 de septiembre, a los setenta y nueve años de edad, pocos días una vez que sus memorias llegaran a las librerías.

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