Jesús Gil y Gil

La historia universal la cuentan los hombres y mujeres quea lo largo de los siglos, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han originado quela humanidad, de un modo u otro,prospere.

Ya sea inspirando a otras personas o siendo una pieza esencial de la acción. Jesús Gil y Gil es uno de esos sujetos cuya vida, realmente, merece nuestro interés por el grado de influencia que tuvo en la historia.Comprender la existencia de Jesús Gil y Gil es comprender más sobre etapa determinada de la historia del ser humano.

Vida y Biografía de Jesús Gil y Gil

(El Burgo de Osma, 1933 - Madrid, 2004) Empresario, político y directivo de fútbol español. Gregorio Jesús Gil y Gil nació en El Burgo de Osma, Soria, el 12 de marzo de 1933, como primogénito de los 4 hijos de un matrimonio de extracción popular humilde, cuyo cabeza de familia murió en el momento en que él tenía diecisiete años. Cuatro años tras este hecho se inscribió en la Facultad de Ciencias Económicas de Madrid, pero abandonó próximamente los estudios pues se encontraba ansioso de realizar fortuna en la ciudad más importante, donde en 1961 se casó con María de los Ángeles Marín Cobo, que le dio tres hijos y una hija.

Tras amontonar un destacable capital con la compraventa de vehículos y de solares, se ha dicho a sí mismo que el negocio-negocio se encontraba en la construcción. Su primera enorme obra fue el complejo de 1.200 hectáreas en Los Ángeles de San Rafael, que le reportó pingües provecho, pero que le acarreó asimismo su primera enorme desgracia: el 15 de junio de 1969 se desmoronó el techo del comedor donde se festejaba una convención, con un cómputo de sesenta y ocho fallecidos. Dos años después fue culpado a cinco de prisión, pero por año siguiente fue indultado por Francisco Franco merced a la intervención del almirante Luis Carrero Blanco.

De 1972 a 1977, en el anonimato y partiendo de cero pues debió abonar 400 millones de pesetas a los familiares de las víctimas, fue ampliando su negocio, cuyo buque insignia sería la inmobiliaria de Marbella, localidad donde a la postre crearía un microrreino de taifas que le reportó una enorme popularidad y cuyo feto había sembrado el 26 de junio de 1987, en el momento en que fue escogido presidente del Atlético de Madrid.

A partir de entonces Gil vivió siempre y en todo momento al filo de la ley y se transformó en un asiduo de los juzgados (llegó a tener ochenta casos libres), mientras que sus negocios familiares, fundados en un entramado de unas cincuenta sociedades repartidas por toda España y dirigidas desde el Club Financiero Inmobiliario con sedes en Marbella y Madrid, medraban desmedidamente.

Dos pasiones: el fútbol y la política

Su primer emprendimiento futbolístico (1987-1988), con Paolo Futre como enorme estrella, fue un fiasco y, tras perder la final de la Copa del Rey de aquella temporada, despidió a su admirado entrenador Luis Aragonés. No sería el último, ya que en su forma anárquica de regentar el club llegaría a despedir a mucho más de treinta y a invertir esenciales sumas en el fichaje de 130 players, para ganar solo 4 títulos.

En 1991, año en que su Atleti ganó el primer título de la era Gil (la Copa del Rey, que convalidaría en 1992, en las dos oportunidades con Aragonés nuevamente en el banquillo), inició su aventura política con la fundación del Grupo Independiente Liberal (GIL), con el que aplastó en las selecciones municipales de Marbella, de cuyo municipio tomó posesión el 15 de junio. Aunque él no se recató en comunicar que se presentaba para vender mucho más pisos, su mensaje («Voy a resucitar Marbella») caló entre la población, contagiada por el entusiasmo de la jet equipo mucho más rancia de la región malagueña.

Nada mucho más estrenar alcaldía, se desató ahora el primer caso, el de las «camisetas», por el desvío de 450 millones de pesetas del municipio al Atlético de Madrid por insertar propaganda de Marbella en las camisetas. Por este escándalo ingresaría en prisión el 7 de enero de 1997 (solo estuvo tres días gracias a una arritmia), y el diez de octubre de 2000 sería culpado a veintiocho años de inhabilitación y seis meses de arresto.

Casi simultáneamente brincó otro caso, relativo al presunto desvío de 26,7 millones de euros del municipio a compañías privadas, entre 1991 y 1995. Por esta situación, el 16 de abril de 2002 Gil ingresaría por tercera vez en prisión, que abandonó seis días después tras poner los acredites de una fianza de 700.000 euros.

Mientras, en el campo deportivo, en 1992 se transformó en accionista mayoritario de la Sociedad Anónima Deportiva del Atlético de Madrid y, tras quedar en medio de la tabla en las temporadas 1992-1993 y 1993-1994, el aparato vivió su instante estelar en la temporada 1995-1996, en el momento en que conquistó el primer «doblete» de su crónica (Liga y Copa), comandado por el técnico serbio Radomir Antic.

En aquella temporada Jesús Gil arremetió contra todo y contra todos, incluidos individuos de las altas finanzas, la política y la judicatura, amén de sus correligionarios de deportes. Al respecto, son importantes las imágenes que ofreció Televisión Española en el mes de marzo de 1996, en las que se ve a un irascible Gil, cubierto de guardaespaldas, propinando un soberbio derechazo al gerente del S. D. Compostela, José Gonzalo Fidalgo, en la sede de la Liga de Fútbol Profesional, donde insultó asimismo con su peculiar vocabulario difamatorio al presidente del club gallego, José María Caneda. Por esta y por otras acciones y también insultos contra el presidente del Real Madrid, Ramón Mendoza, y contra ciertos árbitros, fue inhabilitado por la UEFA y por la FIFA en 1997.

Problemas con la justicia

Gil se encontraba metido ahora en un túnel sin salida, con causas atentos en todos y cada uno de los frentes. El 12 de diciembre de 1998, en el momento en que se refugiaba en su finca del Valdeolivas para aliviar los nervios, la Fiscalía Anticorrupción le imputó 4 delitos de malversación de fondos públicos, y el 27 de julio de 1999 su ánimo recayó nuevamente en el momento en que se abrió el juicio por el citado «caso Atlético».

En diciembre de aquel año, el juez instructor dictaminó la destitución de Gil, y designó un gestor judicial del club. Para agudizar las situaciones, en el primer mes del verano del año siguiente el Atlético bajó al llamado «infierno» de la Segunda División, del que sería salvado por el que había sido técnico del aparato, Luis Aragonés, un par de años después.

No obstante, fue en 1999 en el momento en que Jesús Gil logró su mayor logro político. En las selecciones municipales de junio logró noventa y tres concejales, con representación en trece localidades de la Costa del Sol, Campo de Gibraltar, Ceuta y Melilla. Pero al lobo ahora se le veía el rabo, de forma que sus amigos y asociados (logró rica a muchas personas) comenzaron a abandonarlo. El ocaso se encontraba cantado.

En cualquier situación, sus once años adelante de la alcaldía de Marbella no dejaron a absolutamente nadie indiferente. Anunció proyectos faraónicos nunca completados, pero controló a las putas, adecentó las calles y renovó el moblaje urbano, clausuró establecimientos de hostelería y encajó sin pestañear manifestaciones ciudadanas.

El juez lo restituyó en su cargo de presidente del Atlético de Madrid en el mes de abril de 2002, año en el que, no obstante, fue inhabilitado como alcalde de Marbella. En febrero de 2004 la Audiencia Nacional, que lo había culpado el 14 de febrero de 2003 (año en que convalidó la mayor parte absoluta en Marbella en la figura de Julián Muñoz), le devolvió las acciones a fin de que el club pudiese llevar a cabo una ampliación, que se aprobó el diez de mayo, al día después de su ingreso en la clínica, de donde por el momento no saldría con vida. Dejaba una deuda deportiva de 270 millones de euros, tras haber puesto la presidencia a cargo de su amigo y mano derecha el doctor Enrique Cerezo.

Sin Jesús Gil, el fútbol español y aun la vida pública no serían lo mismo. Tampoco su familia, que vivía pendiente del enorme jefe, cuya única ilusión, en el momento en que se encontraba en la clínica, era poder entender y gozar de su primer nieto, Raúl, el primogénito de Miguel Ángel Gil Marín, solicitado de velar por los intereses que amontonó su padre y de perpetuar su memoria. Eso sí, realizando caso del consejo que ese personaje singular y de referencia obligada daba a quienes deseaba enserio: «No te misiones nunca en política».

Gil fue de los individuos mucho más especiales y populares de su temporada, merced a su verbo singular salpicado de un argot sui géneris para arremeter contra sus contrincantes. Admirado por unos y menospreciado por otros, precursor del populismo políticamente incorrecto de Donald Trump, se transformó en entre los primeros individuos mediáticos del país, merced a su capacidad para descalificar a oponentes de deportes, políticos y jueces, y corrió exactamente la misma suerte de quienes en los tiempos del «pelotazo» desearon lucrarse sin almacenar una favorable discreción, como Mario Conde o José María Ruiz-Mateos.

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