J. D. Salinger

La historia de la civilización la escriben los hombres y mujeres queen el transcurrir de los siglos, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han ocasionado queel mundo, de una forma u otra,avance.

Si has llegado hasta aquí es porque tienes consciencia de la importancia que detentó J. D. Salinger en la historia. Cómo vivió y las cosas que hizo durante el tiempo que estuvo en este mundo fue decisivo no sólo para las personas que trataron a J. D. Salinger, sino que a lo mejor produjo una huella mucho más vasta de lo que logremosimaginar en la vida de gente que tal vez jamás conocieron ni conocerán ya nunca a J. D. Salinger personalmente.J. D. Salinger fue uno de esos seres humanos que, por alguna razón, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre jamás debe borrarse de la historia.

Vida y Biografía de J. D. Salinger

(Jerome David Salinger; Nueva York, 1919 - Cornish, New Hampshire, 2010) Escritor estadounidense. Empezó su trayectoria literaria en 1940, con la publicación en distintas gacetas de su país de cuentos y piezas teatrales, que había escrito a lo largo de una estancia en Europa. En 1942 se alistó en el ejército y participó en distintas acciones bélicas de la Segunda Guerra Mundial, entre ellas el desembarco de Normandía. Durante su temporada de combatiente inició la redacción de su obra mucho más famosa, El guardián entre el centeno (1951), novela redactada desde la perspectiva de un joven enfrentado a la hipocresía de todo el mundo adulto, y que tiene dentro enormes dosis de ironía. La obra consiguió un éxito increíble y fue de manera rápida traducida a distintos lenguajes. Le prosiguieron ciertos volúmenes de cuentos (Fanny y Zooey, 1961; Levantad, carpinteros, la viga del tejado, 1963; Seymour: una introducción, 1963), escritos desde un buscado aislamiento en una granja, donde vivió adjuntado con su mujer y sus hijos.

Hijo de un rabino poco ortodoxo y de Marie Jillien, una cristiana descendiente de escoceses, J. D. Salinger estudió en las academias del upper west side de Manhattan. En septiembre de 1934 su padre lo anotó en la academia militar de Valley Forge, Pennsylvania. Sin ser un alumno destacable, sus notas fueron bastante satisfactorias, resaltando en arte dramático. Poco se conoce del intérvalo de tiempo pasado desde 1936, año en que se graduó en Valley Forge, hasta 1941. El mismo J. D. Salinger reconoció en la única entrevista que concedió en su historia que a los diecinueve años estuvo en Viena y Polonia.

El año 1938 fue vital: se inscribió en la Universidad de Columbia para ayudar a los tutoriales sobre técnicas del cuento corto que daba Whit Burnett. Unos meses después nuestro Burnett publicaba el primer cuento de el, The young folks, en la gaceta Story, publicación que asimismo dio a saber a figuras como Truman Capote, Norman Mailer y el dramaturgo Tennessee Williams. Salinger empezó a ser popular en 1948, merced a ciertos cuentos publicados principalmente en el respetado The New Yorker y, tres años después, como producto del resonante éxito de El guardián entre el centeno, quizás entre las mucho más preciosas narraciones de iniciación que se hayan escrito jamás. Esta novela, cuyo personaje principal es el legendario Holden Caulfield (clase de Huck Finn de la clase media de america) es la más esencial por cuanto ha reflejado mejor que ninguna a la juventud de america y ha contribuido a modelarla.

Salinger escribió más tarde una secuencia de cuentos que reunió en un libro asimismo muy elogiado, Nueve cuentos (1953), ciertos de cuyos contenidos escritos se piensan antológicos, como "Un día idóneo para el pez banana", donde el personaje central se aniquila por un exceso de felicidad, o "Para Esmé, con amor y escualidez". En ellos, el creador crea atmosferas extrañas, prácticamente irreales y no obstante enclavadas en la cotidianidad de norteamérica, con sus autodestructibles y sus individuos atormentados o trágicamente contentos. Sus cuentos, pese a realizarse en un estilo terso y verdadera, generan la impresión de una escritura que se examina a sí, no en el sentido paródico o de metaficción, sino como una conciencia colectiva que encarnara en el narrador. Salinger, por otro lado, adelanta en ellos las novedosas formas de contar que se manifestarían en las generaciones siguientes.

Aparte de los nombrados, escribió asimismo ciertos cuentos mucho más largos, de una extensión que fluctúa entre el cuento y la novela, que son otras tantas piezas maestras de ambigüedad y extrañamiento, como Levantad, carpinteros, la viga del tejado (1963). A partir de este último año interrumpió su relación con los medios, con lo que dejó de otorgar entrevistas y no logró afirmaciones de ningún género. En 1965, el semanario The New Yorker publicó su última narración, Hapworth 16, 1924, reeditada como volumen sin dependencia en 1996.

El guardián entre el centeno

La primera y única novela de J. D. Salinger, El guardián entre el centeno (1951), contó con un unánime reconocimiento que en el mucho más de medio siglo pasado desde su publicación la convirtió en un genuino tradicional contemporáneo; su personaje principal, Holden Caulfield, es por su parte entre las pocas figuras preceptivas de la literatura de hoy.

En el estilo de las "novelas de estudio" juveniles, la historia trata de un joven rebelde, precoz y también inocente. Cree todavía en varias verdades, pero sus vivencias contrastan con el exterior duro y sarcástico de la vida neoyorquina, lo que termina conduciéndolo a la solicitud del psiquiatra. Este género de novelas de jovenes conflictivos y también tontos brotó en un periodo de la crónica de Estados Unidos en el que los narradores procuraron detallar la impotencia de los humanos frente a la novedosa sociedad de masas, y la imposibilidad de sostener en esas situaciones una sensibilidad personalizada.

En la tradición de las Aventuras de Huckleberry Finn de Mark Twain, en El guardián entre el centeno (O El cazador oculto, como asimismo se tradujo), Holden Caulfield cuenta en primera persona su especial peripecia a lo largo de los un par de días siguientes a su expulsión del instituto: su periplo por hoteles de mala muerte, sus encuentros con viejos amigos, acompañado siempre y en todo momento por ocasiones que lo ponen en aprietos. Holden, con su perpetua gorra roja, da vueltas por las calles de Nueva York, descuidado por el planeta de mayores que lo circunda.

Desde el principio de la novela no hay equívocos en el tono del lenguaje, entre rebelde y raro, del narrador y personaje principal: "Si enserio les atrae lo que voy a contarles, la primera cosa que desearán comprender es dónde nací, de qué forma fue todo ese rollo de mi niñez, qué hacían mis progenitores antes de tenerme a mí, y demás puñetas estilo David Copperfield, pero no tengo ganas de contarles nada de eso." Todos sus testimonios están escritos en ese tono directo y verosímil, modulados por una lógica elemental. Excepto, como cabe aguardar, en los instantes en que tiene relación a sus relaciones sentimentales.

Sin embargo, tras sus poses y afectaciones, se esconde un joven lleno de aprecio, dotado de una fina sensibilidad popular: prontísimo aparecerán sus debates en frente de temores y deseos, reales o imaginarios, que lo persiguen. La formulación de la tradicional pregunta de Caulfield, "¿Adónde van los patos en el momento en que los lagos se hielan?", referida a los patos del Central Park de Nueva York, pasó al lenguaje informal como un guiño simbólico en relación al espacio preciso para la independencia y la vericidad particulares.

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Los matices y las sutilezas que ocupan nuestras vidas son siempre imprescindibles, ya que marcan la diferencia, y en el tema de la vida de alguien como J. D. Salinger, que tuvo su relevancia en una época concreta, es vital tratar de brindar una visión de su persona, vida y personalidad lo más rigurosa posible.

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