Isadora Duncan

La historia del mundo la cuentan los hombres y mujeres queen el paso de los años, gracias a su forma de actuar, sus ideales, sus hallazgos o su arte; han hecho quela civilización, de un modo u otro,prospere.

Ya sea inspirando a más personas o siendo una pieza esencial de la acción. Isadora Duncan es una de las personas cuya vida, en verdad, merece nuestro interés debido al nivel de influencia que tuvo en la historia.Conocer la biografía de Isadora Duncan es conocer más acerca de época determinada de la historia del ser humano.

Si has llegado hasta aquí es porque tienes consciencia de la importancia que detentó Isadora Duncan en la historia. La manera en que vivió y lo que hizo durante el tiempo que permaneció en el mundo fue decisivo no sólo para las personas que frecuentaron a Isadora Duncan, sino que posiblemente dejó una huella mucho más insondable de lo que podamosimaginar en la vida de personas que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya jamás a Isadora Duncan de modo personal.Isadora Duncan ha sido una persona que, por alguna razón, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.

Apreciar lo bueno y lo malo de las personas relevantes como Isadora Duncan, personas que hacen girar y evolucionar al mundo, es una cosa esencial para que podamos apreciar no sólo la existencia de Isadora Duncan, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Isadora Duncan, gentes a quienes de de una forma u otra Isadora Duncan influenció, y ciertamente, entender y comprender cómo fue vivir en el momento de la historia y la sociedad en la que vivió Isadora Duncan.

Vida y Biografía de Isadora Duncan

(San Francisco, 1878 - Niza, 1927) Bailarina de norteamérica. Hija de un matrimonio desunido y al final divorciado, su instinto la inclinó hacia el baile desde pequeña. En su autobiografía, llamada Mi vida, escribió: "Nací a la orilla del mar. Mi primera iniciativa del movimiento y de la danza me vino indudablemente del ritmo de las olas..." A los diez años abandonó la escuela para ocuparse a su pasión y a los diecisiete se dirigió a Nueva York, donde se incorporó a la compañía de Agustin Daly.

Al actor y empresario no terminaron de persuadirlo los ensayos y también creaciones que Isadora le planteaba de manera continua, expectante de llevar a la práctica un nuevo procedimiento de interpretar plásticamente poemas a través de la improvisación, que había concebido ahora por ese momento. Sintiéndose infeliz, la Duncan abandonó la compañía un par de años después y partió con su familia hacia Inglaterra, donde se planteaba estudiar los movimientos de la danza vieja en los jarros helenos del Museo Británico. Fue una temporada de capacitación, de lecturas entusiastas y de ensayo de novedosas danzas; en busca, más que nada, de nuevos cauces para la expresión coreográfica y de rutas elecciones para reforzar cada días un poco más en su arte.

Los éxitos han comenzado a llegar de manera inmediata. Con un estilo apoyado en la danza de la Antigua Grecia, dio una sucesión de recitales en Londres que despertaron el entusiasmo hacia su persona. La prensa declaraba: "En esta temporada de hoy de elaboración y artificialidad, el arte de la señorita Duncan es como un soplo de aire puro que viene de la parte mucho más alta de una montaña poblada de pinos, refrescante como el ozono, precioso y verdadero como el cielo azul, natural y auténtico. Es una imagen de hermosura, alegría y abandono, como hubo de ser en el momento en que el planeta era joven y hombres y mujeres bailaban al sol movidos por la fácil felicidad de existir."

Ciertamente, Isadora Duncan confirmaba que el baile había de ser una prolongación de los movimientos naturales del cuerpo, que ella consideraba preciosos y bastante mucho más hermosos que los que realizaban los bailarines tradicionales, a los que tildaba de forzados y antinaturales; por este motivo, se negaba a constreñir los pies en las zapatillas de baile. Sentía una admiración estética por la hermosura del cuerpo humano, influida por los cánones de las esculturas y pinturas de la Grecia tradicional. Su procedimiento coreográfico era una suerte de filosofía fundamentada en el convencimiento de que el baile ponía al sujeto en comunicación armónica con el ritmo intrínseco de la naturaleza y los cuerpos celestes.

A partir de ese instante, Isadora no dejó de viajar, reclamada por los más destacados teatros de Europa. En París se imbuyó del espíritu de los escultores Auguste Rodin y Antoine Bourdelle. Más tarde descubrió Italia y el Renacimiento, y se embelesó con el suave y sutil Sandro Botticelli, cuya predominación en su arte es palmaria desde esos años. Por fin, en 1902, efectuó uno de sus sueños: viajar a Grecia y peregrinar a las fuentes del arte de Occidente. Cerca de Atenas, en la colina de Kopanos, empezó a crear un templo consagrado a la danza, pero los capital percibidos por sus giras se mostraron deficientes para contemplar los costos y la compañía tuvo que abandonarse.

Con fundamento de su primer viaje a San Petersburgo, en 1905, la entonces conocida Isadora fue convidada por la no menos célebre bailarina rusa Anna Pavlova a conocer su estudio. Allí tuvo el privilegio de contemplar a la enorme estrella haciendo sus ejercicios. La propia Isadora lo cuenta en sus memorias: "Hallé a Pavlova parado con su vestido de tul llevando a la práctica en la barra, sometiéndose a la gimnasia mucho más estricta, al tiempo que un viejo caballero con un violín marcaba el tiempo y la exhortaba a efectuar mayores sacrificios; era el legendario profesor Petipa. Me senté y a lo largo de tres horas observé tensa y perpleja los espectaculares ejercicios de Pavlova, que parecía ser de acero flexible. Su precioso rostro adoptó las líneas severas del mártir. No paró ni un solo momento. Todo su entrenamiento parecía estar designado a dividir completamente la cabeza de los movimientos gimnásticos del cuerpo. La cabeza debía distanciarse de esa estricta especialidad muscular. Esto era precisamente todo lo opuesto de las teorías sobre las que yo había fundado mi escuela un año antes. Lo que yo pretendía es que cabeza y espíritu fueran los motores del cuerpo y lo elevasen sin esfuerzo aparente hacia la luz."

No debe asombrar este terminado conflicto con las mucho más viejas reglas del ballet por la parte de quien concebía la danza como un sacerdocio, como una manera sublime de emoción espiritual y como una liturgia donde alma y cuerpo habían de ser arrastrados por la música para transformarse en puro arte.

Para Isadora, era el cariño a la naturaleza y a la vida lo que tenía que transmitirse a través del movimiento, siguiendo el ejemplo de las nubes, el mar o las copas de los árboles mecidas por el viento. Enemiga del ballet, al que consideraba un género falso y absurdo, manifestó que la danza debe entablar una armonía calurosa entre los seres y la vida y no ser tan solo una diversión interesante y frívola. Danzaba descalza, con una fácil túnica griega de seda transparente sobre su cuerpo desvisto, como una sacerdotisa pagana transportada por el ritmo. Hoy se considera la iniciadora de la modern dance de norteamérica y su figura es evocada con furor en todos y cada uno de los niveles de todo el mundo.

A lo largo de esos años, las mucho más esenciales ciudades de europa lograron extasiarse frente a la novedosa estrella, a la que llamaron "la ninfa". En todos los lugares tuvo amigos pintores, versistas y también intelectuales y estuvo cercada de seguidores que anhelaban conocerla. Apasionada, muy, muy bella y extraordinaria, ejercitaba un poder de seducción irreprimible entre cuantos la rodeaban. Se empezó a asociar varios nombres masculinos con el de Isadora, y próximamente nacería la historia de historia legendaria de un maleficio que parecía manar de su persona y abatirse sobre todos y cada uno de los seres a los que entregaba su amor, un maleficio que terminaría de manera horrible con su vida.

La primera "víctima" fue el polaco Iván Miroski, consumido por unas fiebres malignas poco tras separarse de Isadora. Luego, extraños percances y desapariciones salpicaron sus relaciones con sus amantes, fueran eventuales o durables. En 1913, la obscura predominación se cebó en sus hijos, Deirdre y Patrick, en el momento en que Isadora se encontraba triunfando en París.

Un día, estresada por los ensayos, confió los pequeños a la institutriz a fin de que los llevara en automóvil a Versalles. Ella misma cuenta que quizás tuvo un presagio del drama: "Al dejarlos en el vehículo, mi Deirdre puso los labios contra los cristales de la ventanilla; yo me incliné y besé el vidrio en el lugar mismo donde ella tenía puesta la boca. Entonces, el frío del cristal me causó una extraña impresión y también logró que me recorriese un estremecimiento". Minutos después, el coche bordeaba el Sena y, al girar para atravesar uno de sus puentes, los frenos no respondieron a la intención del chófer.

El turismo se precipitó en las oscuras aguas y los 2 pequeños fallecieron ahogados. Isadora declaró: "Si esta desgracia hubiese ocurrido antes, yo hubiera podido vencerla; si después, no habría sido tan horrible, pero en aquel instante, en medio de una madurez de mi vida, me aniquiló". En efecto, la bailarina anuló sus compromisos y decidió interrumpir su trayectoria, dedicándose enteramente a la enseñanza y intentando de olvidar su desgracia sumergiéndose en un trabajo cansador.

Múltiples ocasiones pensó en quitarse la vida, pero siempre y en todo momento la disuadió la iniciativa de que otros pequeños, comenzando por los estudiantes de la escuela que había desarrollado en 1904, estaban necesitados de ella. Comenzó a formar parte en campañas beneficiosas y trató de llevar sus enseñanzas a distintas países, lo que la condujo hasta Moscú en 1921, una vez que el gobierno soviético mostrase su interés por recibirla.

Con el comienzo de novedosas peregrinaciones volvieron los romances. En la Unión Soviética conoció a Serguei Esenin, poeta y cantor oficial de la Revolución de 1917, y se entusiasmó con el ámbito exultante de ilusiones que se respiraba en el país y que Serguei encarnaba perfectamente. Esenin se enamoró locamente de Isadora y logró que esta renunciara a su propósito, reiteradamente afirmado, de no casarse.

Pero su unión resultó desastrosa. Después de viajar por Europa y Estados Unidos, Serguei se hundió en una profunda apatía producido por una etapa de infecundidad creativa que atribuía al hecho de vivir lejos de su patria. Lo es cierto que en el momento en que el matrimonio regresó a Moscú, el poeta continuó en exactamente el mismo estado y se sumergió de manera incontenible en la misantropía y el alcoholismo.

Medio ido, su accionar comenzó a ser provocador también nuestra Isadora. Esenin habituaba a ocultar dejando tras de sí un indicio de botellas vacías y muebles rotos. La paciencia de "la ninfa" llegó al máximo. A finales de 1924, Isadora, ahora divorciada, abandonó la Unión Soviética. Un año después supo, por la novedad publicada en los diarios, que su ex- marido se había quitado la vida.

La aventura rusa de la Duncan no solo acabó en fracaso desde el criterio sentimental. Si bien al comienzo se había sincronizado perfectamente con sus interlocutores, motivados con la iniciativa de arrancar su Escuela de Danza Futura, después esta idea no fue bien acogida por algunos líderes soviéticos que comenzaban a enseñar los síntomas del anquilosamiento burocrático que entonces sería proverbial en el sistema comunista.

De regreso a Europa, tampoco los hombres de negocios capitalistas parecieron entusiasmarse con sus proyectos. Además, sus críticas ateas, su actitud conveniente hacia la Revolución Rusa y su visible aceptación del amor libre no eran características que la opinión pública occidental, a la protectora tras la eclosión comunista, valorase de forma positiva.

Isadora decidió regresar a los niveles y ofreció una secuencia de recitales que resultaron un fracaso; el público fidelísimo que hasta la desaparición de sus hijos la había llevado en volandas empezó a fallarle; las salas la han recibido semivacías, sigilosas y heladas. Isadora se refugió en Niza, donde acabó su autobiografía y preparó El arte de la danza, libro en el que pretendía sugerir una síntesis de sus enseñanzas.

Se hallaba absorbida por esta labor en el momento en que, el miércoles 14 de septiembre de 1927, decidió tomarse un respiro y ofrecer un recorrido en su Bugatti. El dramático incidente sucedió en el momento en que el automóvil recorría veloz la Promenade des Anglais: su largo chal colorado, exactamente el mismo que había agitado frente a la multitud que la aguardaba a su regreso de la Unión Soviética, se enredó en los radios de entre las ruedas siguientes del automóvil; Isadora no ha podido liberarse del abrazo homicida y murió asfixiada. Ni siquiera ella hubiese podido imaginar un final mucho más acorde con su vida extravagante y romántica.

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Está claro que descubrir en lo más recóndito a Isadora Duncan es algo que está reservado a un grupo limitado de personas, y que pretender reconstruir quién y cómo fue la vida de Isadora Duncan es una suerte de puzzleque tal vez logremos reconstruir si colaboramos juntos.

A causa de esto, si eres de aquellos que confían en que de forma colaborativa se puede crear algo mejor, y posees información en relación con la biografía de Isadora Duncan, o en relación con algún aspecto de su persona u obra que no hayamos observado en esta biografía, te pedimos que nos lo envíes.

Los matices y las sutilezas que llenan nuestras vidas son decididamente esenciales, ya que marcan la diferencia, y en la ocasión de la vida de una persona como Isadora Duncan, que poseyó su significación en una época concreta, es imprescindible tratar de ofrecer un aspecto de su persona, vida y personalidad lo más rigurosa posible.

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