Ibn Battuta

Si has llegado hasta aquí es porque sabes de la importancia que tuvo Ibn Battuta en la historia. Cómo vivió y las cosas que hizo mientras estuvo en el mundo fue decisivo no sólo para aquellas personas que conocieron a Ibn Battuta, sino que a caso dejó una huella mucho más profunda de lo que logremosimaginar en la vida de gente que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya jamás a Ibn Battuta personalmente.Ibn Battuta ha sido una de esas personas que, por algún motivo, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.

Conocer lo bueno y lo malo de las personas relevantes como Ibn Battuta, personas que hacen rotar y transformarse al mundo, es algo básica para que podamos valorar no sólo la existencia de Ibn Battuta, sino la de todas aquellas personas que fueron inspiradas por Ibn Battuta, gentes a quienes de de una forma u otra Ibn Battuta influyó, y por supuesto, conocer y descifrar cómo fue el hecho de vivir en la época y la sociedad en la que vivió Ibn Battuta.

Las biografías y las vidas de personas que, como Ibn Battuta, seducen nuestro interés, deben ayudarnos en todo momento como referencia y reflexión para proponer un marco y un contexto a otra sociedad y otra etapa de la historia que no son las nuestras. Hacer un esfuerzo por entender la biografía de Ibn Battuta, porqué Ibn Battuta vivió de la forma en que lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo en su vida, es algo que nos ayudará por un lado a conocer mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que avanza, de forma implacable, la historia.

Vida y Biografía de Ibn Battuta

(Abu Abd Allah Muhammas Ibn Battuta; Tánger, 1304 - Fez, 1368 o 1377) Viajero y geógrafo árabe. Fue el más esencial de los pasajeros musulmanes en la Edad Media, popular por redactar el libro Rihläh (Viajes), en el año 1355, donde plasmó con todo lujo de datos las vivencias vividas durante los mucho más de 120.000 km que recorrió desde el año 1325 a 1355.

La obra, traducida en occidente con el nombre de A través del Islam, forma una muy valiosa fuente de información de primera mano sobre la historia y la geografía de todo el mundo musulmán a lo largo de la Edad Media, aparte de ser en su temporada entre las escasas referencias fiables de unos territorios extraños por prácticamente todo el planeta habitado, si bien asimismo hay que decir que la obra tiene dentro numerosísimos fallos geográficos y bastantes pasajes con poca probabilidad, toda vez que la narración tiene un prominente nivel literario y artístico, donde se puede ver el deseo del creador por agradar al lector con historias y cuentos espectaculares al empleo de la temporada. Ibn Battuta fue testigo directo de entre las mayores conmociones que arrasaron a la Edad Media: la Peste Negra del año 1348, que le alcanzó en el momento en que este se encontraba en Siria, y cuyos efectos desastrosos describió meticulosamente.

Integrante de una familia honorable encargada de la magistratura islámica (cadíes), desde muy joven Ibn Battuta se aficionó a la lectura, en especial de proyectos similares con la geografía y con toda clase de libros de viajes. Ayudado por el desahogo económico de su familia, en el momento en que tan solo tenía veintiún años de edad, Ibn Battuta empezó su periplo viajero. El 13 de junio del año 1325, partió hacia La Meca con el designio de cumplir la peregrinación preceptiva para todo musulmán de conocer la localidad santa más especial del Islam.

Ibn Battuta recorrió todo el norte de África en todo el litoral, en el que solamente detuvo su atención, hasta llegar a Alejandría. Desde Egipto se adentró curso arriba por El Nilo hasta la localidad de Aydab, situada a la altura de las primeras cataratas, para entonces regresar a El Cairo frente a la imposibilidad de viajar hacia Arabia atravesando el Mar Rojo, como era su deseo. A continuación, Ibn Battuta visitó Damasco y Alepo, tras de lo que tomó la ruta directa hasta La Meca, rincón al que llegó en el mes de septiembre del año 1326. Al mes siguiente, Ibn Battuta abandonó La Meca para proseguir su itinerario por los sitios santurrones del Islam, Meshed y la tumba del beato Alí al-Ridá.

Una vez que hubo cumplido sus deseos de devoto, se dirigió hacia Irak, el Juzistán, Fárs, Tabiz y el Kurdistán para terminar en Bagdad, lugar desde el que, en el año 1327, regresó a La Meca para vivir tres años seguidos como instructor de Teología, periodo en el que se granjeó popularidad de austero y devoto musulmán. Cuando el espíritu viajero volvió a conseguir el poder de Ibn Battuta, este emprendió el viaje, en esta ocasión hasta Kilwa. Desde esa localidad regresó a Arabia por Omán y el Golfo cumpliendo una exclusiva peregrinación a La Meca, en el año 1332.

Tras conocer Arabia intensamente, Ibn Battuta dio comienzo verdaderamente a su enorme viaje que habría de llevarle hasta el mismísimo corazón del imperio chino. Desde La Meca Ibn Battuta viajó a Egipto, Siria y la península de Anatolia. En la localidad ribereña de Sinope se embarcó para Crimea y Jaffa (de hoy localidad de Feodosia), esencial factoría comercial de Génova, donde tomó contacto por vez primera con la civilización cristiana occidental. Una vez en Constantinopla, tras una corta estancia en la ciudad más importante bizantina, se dirigió hacia los territorios dominados por la Horda de Oro y de los tártaros de Qiptaq, donde el khan, según su relato, le recibió con un lujo pasmante y le logró el honor de comunicar múltiples de sus esposas oficiales.

Ibn Battuta dirigió su atención a las enigmáticas tierras del norte, alcanzando las heladas estepas donde se lograban las pieles de armiño y marta tan apreciadas por la realeza y alta nobleza europea. Por último, movido por un ademán caballeresco y de agradecimiento propio de los musulmanes, Ibn Battuta aceptó acompañar a entre las esposas del khan a Constantinopla, bordeando la costa del Mar Negro, localidad donde asimismo fue objeto de una bienvenida digna de un rey por la parte del emperador bizantino Andrónico III Paleólogo.

De regreso en la corte del khan, Ibn Battuta se preparó a conciencia para su siguiente viaje, el mucho más largo y duradero de todos ellos. Atravesando el río Volga y las estepas aralocaspianas, el 13 de septiembre del año 1333 alcanzó el fértil valle del Indo, dirigiéndose a Delhi, localidad donde continuó nueve largos años al servicio del sultán Muhammad Ibn Tughluq. Aunque Ibn Battuta prosperó y alcanzó los mucho más altos honores en la suntuosa corte del sultán hindú, sus deseos por comprender planeta y las ganas de aventuras que llevaba en la sangre vencieron a la tranquilidad que disfrutaba en esos instantes. Por fin, deseoso de dejar una vida sedentaria y muy cómoda pero llena de intrigas, responsabilidades y envidias por todas partes, en el año 1342 el sultán hindú le nombró embajador de su reino en los territorios mucho más orientales del conjunto de naciones.

Su periplo al Extremo Oriente se inició visitando por espacio de un año y medio las islas Maldivas, donde la pequeña expedición de Ibn Battuta debió recalar a consecuencia de una horrible huracán que destrozó todas y cada una de las embarcaciones. Ibn Battuta descansó en un espacio genuinamente paradisíaco, donde actuó como juez merced a sus estudios de Teología. Una vez que ha podido zarpar, Ibn Battuta llegó hasta Ceylán (de hoy Sri Lanka), donde escaló la célebre montaña que según la historia de historia legendaria contenía las huellas de las pisadas de Adán, el primer hombre de la raza humana. Tras ser saqueado por los piratas del Índico, Ibn Battuta se vio obligado a regresar a Calcuta realizando escala en Bengala, Assam y Sumatra, en cuyo reino el sultán musulmán le dio una embarcación llevada a cabo con tallos con la que ha podido lograr, al fin, la costa china.

Tras una extendida y penosa navegación de cabotaje, Ibn Battuta desembarcó en Zaitón (localidad identificada por los expertos con ciertas reservas con la presente Chuanchou, cerca de Amoy, en la zona del Fujián), realizando varios recorridos por aquel inmenso país hasta lograr la ciudad más importante Pekín, donde solamente estuco un mes, para continuar sus exploraciones. Precisamente, según los especialistas sobre el creador y su obra, este pasaje de la Rihläh es el menos verídico y el que mucho más supones levanta de que fuera un extracto añadido por un apócrifo, debido al cambio de estilo narrativo tan importante y a la cantidad considerable de imprecisiones y fallos que tiene dentro, contrastando con la confiabilidad previo del relato. Probablemente, Ibn Battuta jamás alcanzó a conocer Pekín ni la conocida Muralla China.

Sin embargo, Ibn Battuta dejó enorme información redactada sobre aquel periodo. Ibn Battuta quedó agradablemente asombrado frente a una civilización tan extraña y sus magníficas fiestas. También describió de una forma prolijo el desempeño de una administración meticulosa y eficiente, de una justicia ejemplar y de una economía complicada, datos todos ellos a los que no se encontraba habituada un individuo como él educado bajo unos factores intelectuales, sociales y religiosos tan diferentes.

A consecuencia de las graves agitaciones políticas que sacudieron a China en el año 1347, Ibn Battuta inició el regreso a Occidente antes de los esperado, por medio de Sumatra y Malabar hasta Egipto, lugar desde donde se dirige a La Meca para efectuar otra peregrinación. Ya en Alejandría, sin contratiempo, embarcó con rumbo a Túnez dentro de una navío catalán que los trasladó a Cerdeña (por aquellas datas correspondiente a la Corona de Aragón), hasta el momento en que, por último cruza el occidente de Argelia y entra en el reino de Marruecos, dirigiéndose a la ciudad más importante del reino meriní, la floreciente Fez, donde fue recibido como un héroe nacional por el mismísimo sultán, en el mes de noviembre del año 1349.

Sin solamente saborear las mieles de sus aventuras y hazañas entre sus compatriotas, Ibn Battuta fue solicitado por el sultán de efectuar otro viaje de mucha menor extensión que los precedentes pero no por este motivo menos esencial, más que nada para los generaciones siguientes, puesto que fue comisionado para examinar parte de los territorios extraños poblados por los negros que solamente se conocían por ese momento. Nos nos encontramos refiriendo al semilegendario imperio africano de Malí, sobre el que Ibn Battuta dio una cumplida referencia geográfica, política, popular y religiosa en la Rihläh.

Pero antes de partir hacia el Sáhara occidental, Ibn Battuta fue enviado como embajador del sultán al reino musulmán de Granada, donde continuó por espacio de un año aproximadamente, entre 1351 y 1352. De regreso en Marruecos, Ibn Battuta notificó exhaustivamente a su sultán de la frágil situación política por la que se encontraba atravesando el último reino musulmán que aún quedaba en el radical occidental del conjunto de naciones europeo, conminado todo el tiempo por el monarca español Pedro I el Despiadado.

En el año 1352, Ibn Battuta partió desde Sijilmassa, localidad que estaba en su edad de oro, apodada la "puerta del desierto", a la cabeza de una caravana de mercaderes, con la que logró atravesar el desierto del Sáhara en dirección norte-sur en tan solo un par de meses, periodo en el que ha podido estudiar con hondura los mecanismos primordiales que regían el lucrativo tráfico comercial de la zona: el trueque de la sal de Taghasa y el oro del Sudán. El contacto con el planeta musulmán negro en la corte del sultán de Malí, Mansa Suleyman, dueño del poderoso y inquietante Imperio de Malí, defraudaría completamente a Ibn Battuta, habituado al esplendor de Oriente. La simpleza de esta gente en el momento de interpretar el Islam y las situaciones de antropofagia que Ibn Battuta ha podido revisar con sus ojos, terminaron por obligarle a reanudar la marca por año de su estancia en Malí.

Tras lograr el Níger, al que creía un afluente de El Nilo, Ibn Battuta descendió por su cauce hasta llegar a las localidades de Tombuctú y Gao, tras de lo que alcanzó la localidad de Taccada (de hoy Agadés), el punto mucho más meridional al que había llegado el hombre blanco en la parte occidental del conjunto de naciones africano. A finales del año 1353, Ibn Battuta regresó a Sijilmassa a través del Aïr y el muy duro Ahaggar, en pleno desierto del Sáhara.

De vuelta en Fez, Ibn Battuta dedicó el resto de su historia a ejercer como cadí. En el año 1355, el sultán meriní le mandó agarrar por escrito sus viajes desde el año 1325, tarea para la que contó con la colaboración del escritor granadino Ibn Yuzayy, el que dedicó tres meses antes de fallecer a la redacción completa del libro siguiendo los dictados que le iba realizando Ibn Battuta. Esta práctica de dictar (y admitir que se hizo) no significaba desdoro alguno para el creador, sino todo lo opuesto, puesto que era muy corriente en Europa y en la civilización literaria musulmana. Sin ir más allá, nuestro Marco Polo probablemente dictó sus andaduras a maese Rustichello de Pisa, de la misma hiciese 2 siglos después el colonizador y investigador Cabeza de Vaca con su obra Comentarios, entre otros ejemplos mucho más.

Precisamente, visto que la obra fuera redactada por un notabilísimo escritor y mejor poeta aún como era el granadino Ibn Yuzayy, provoca que en exactamente la misma aparezcan cuentos en varias oportunidades bastantes desnudos y fríos adjuntado con otros considerablemente más elaborados, donde Ibn Yuzayy se ve que logró enormes sacrificios por probar al mundo entero su enorme erudición y su arte literario lleno de todo tipo de virguerías estilísticas.

A esta asimetría en el estilo hay que agregarle dado que Ibn Yuzayy reconstruyera imaginariamente trayectos del viaje de Ibn Battuta, no se conoce sin con el permiso de este o no, agrupándolos, cortándolos o estirándolos para conferir un orden lineal al relato, práctica que le indujo a cometer un sinfín de fallos geográficos y cronológicos bastante graves, como se sospecha que ocurrió en el momento en que el libro cuenta las andaduras de Ibn Battuta por Pekín y sus aledaños. Todas estas cuestiones han inducido a los expertos a dudar de la probabilidad de lo contado por Ibn Battuta.

De todas y cada una formas, de lo que no existe duda alguna es de la suma importancia y calidad de la obra de Ibn Battuta por sí sola, tal como de su periplo viajero, increíble y con notas de heroicidad indiscutibles sabiendo de qué manera y cuándo lo efectuó. Con la intención última de proveer al sultán aclaraciones bien difíciles de comprar en la temporada, Ibn Battuta recogió datos históricos, geográficos, folclóricos y etnográficos al tiempo que relató las prácticas peregrinas o diarias, hechos espectaculares y hechos legendarios de los sitios por donde pasaba, aseverando por encima de todas las cosas la omnipresencia del Islam como forma de vida y entendimiento de todo el mundo. En la obra asimismo hay referencias a los enfrentamientos internos del Islam y a sus variadas sectas, tal como especificaciones pormenorizadas de los ritos musulmanes.

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Sin duda conocer profundamente a Ibn Battuta es algo que se reserva a pocas personas, y que tratar de reconstruir quién fue y cómo fue la vida de Ibn Battuta es una suerte de enigmaque a lo mejor alcancemos a rehacer si colaboramos todos juntos.

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Los matices y las sutilezas que ocupan nuestras vidas son siempre determinantes, ya que marcan la diferencia, y en la ocasión de la vida de una persona como Ibn Battuta, que tuvo su significación en una época determinada, es vital procurar mostrar un panorama de su persona, vida y personalidad lo más rigurosa posible.

Sin dudarlo, contacta con nosotros para contarnos qué conoces con respecto a Ibn Battuta. Estaremos encantados de ultimar esta biografía con más información.