La historia de la civilización la narran las mujeres y hombres quea lo largo del tiempo, gracias a sus obras, sus pensamientos, sus creaciones o su talento; han ocasionado quela humanidad, de una forma u otra,avance.
Ya sea inspirando a otros seres humanos o formando parte de la acción. Hugo Grocio es uno de esos sujetos cuya vida, realmente, merece nuestra atención por el grado de influencia que tuvo en la historia.Comprender la existencia de Hugo Grocio es comprender más acerca de una época concreta de la historia de la humanidad.
Si has llegado hasta aquí es porque tienes consciencia de la relevancia que tuvo Hugo Grocio en la historia. El modo en que vivió y lo que hizo mientras permaneció en el mundo fue decisivo no sólo para aquellas personas que conocieron a Hugo Grocio, sino que quizá dejó una huella mucho más insondable de lo que logremosfigurar en la vida de personas que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya nunca a Hugo Grocio de modo personal.Hugo Grocio ha sido uno de esos seres humanos que, por algún motivo, merece ser recordado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.
Vida y Biografía de Hugo Grocio
(Huigh van Groot; Delft, Países Bajos, 1583 - Rostock, de hoy Alemania, 1645) Jurista y diplomático holandés. Hombre de una cultura universal y, tras Erasmo, el gerente mucho más propio de la enorme tradición humanística de los Países Bajos, fue acólito de Giulio Cesare Scaligero, Junius y Pierre Du Moulin, y estudió letras, filosofía, jurisprudencia y teología en Leyden. Extremadamente precoz, a los ocho años componía ahora versos latinos, a los quince acompañó a Johan van Oldenbarnevelt a la corte parisiense de Enrique IV y a los dieciséis publicó proyectos de filología griega y latina y pronunció su primer alegato en el tribunal de La Haya.
Su carrera jurídica fue rápida, pero se vio prontísimo interrumpida en su patria. En 1598 llegó a letrado en La Haya, en 1607 a fiscal general de Holanda y en 1613 a asesor pensionado de Rotterdam; no obstante, sus convicciones liberales y arminianas le llevaron a ponerse en contra tanto a la ortodoxia calvinista como a la vivienda de Orange, y de esta forma, arrastrado por la caída de Johan van Oldenbarnevelt, fue culpado a cadena perpetua en 1619, cautiverio del que logró huír tras un par de años, merced a la valiente asistencia de su mujer.
La enorme popularidad de Hugo Grocio le valió una aceptable acogida en el extranjero. En Francia, donde continuó hasta la desaparición de Mauricio de Nassau, recibió de Luis XIII una pensión. Vuelto a Rotterdam (1631), fue expulsado de nuevo el año siguiente, y, tras una corto estancia en Hamburgo, se vio acogido en Estocolmo por la reina Cristina de Suecia, que le nombró embajador en Francia (1635-44). Pedida la relevación del cargo, regresó al territorio sueco, pero una tempestad liberada en el Báltico lo forzó a desembarcar en las cercanías de Danzig; desde allí se realizó mover, enfermo, a Rostock, donde murió.
Hugo Grocio dejó una tarea original en todos y cada uno de los ámbitos de su actividad: en el campo jurídico hace aparición como entre los primeros teóricos modernos del derecho natural y entre los autores del derecho de gentes; en teología, con el artículo apologético De veritate religionis christianae (1627), inaugura la investigación de los elementos racionales recurrentes a todos y cada uno de los cultos históricos, de la que brotaría a lo largo del siglo siguiente la "religión natural"; en la exégesis (Adnotationes ad Vetus et Novum Testamentum) adelanta los métodos de la comparación filológica (según con Scaligero) y de la crítica bíblica actualizada; como historiador compuso los Annales et historiae de rebus Belgicis y también Historia Gothorum, Vandalorum et Longobardorum.
Grocio se considera como entre los progenitores del derecho en todo el mundo y como el constructor de la escuela racionalista del derecho natural, que definió como traje y universal, derivado del carácter racional del hombre. En 1609 publicó Mare liberum, obra donde defendía el principio de la independencia de los mares en frente de españoles, portugueses y también ingleses. Su obra mucho más conocida, De iure belli ac pacis (Del derecho de la guerra y de la paz, 1625), es un alegato contra la esclavitud y un intento de impedir y reglamentar las guerras, y formó entre los primeros códigos de derecho en todo el mundo público.
Siguiendo el razonamiento de Gentili, Grocio asegura en esta obra que la batalla entre naciones civilizadas se hace fundamentalmente en vista de la paz, y en orden a ese fin debe de tener sus reglas, en tanto que ha de ser llevada y terminada tal es así que no queden aspectos indelebles de odio que quiten todo medio de oportunidad de una futura convivencia política entre las naciones. Toda la materia del derecho de guerra halla en Del derecho de la guerra y de la paz un extenso y meticuloso avance: las coaliciones, las condiciones de los presos, el bloqueo... son en ella considerados y encuadrados en el extendido plan de sus principios. La resonancia de la obra fue colosal, tanto en la doctrina como en la praxis en todo el mundo, y muchas de sus críticas sobre puntos particulares son el día de hoy todavía "jus receptum" en las relaciones de todo el mundo, más allá de que las teorías sobre los argumentos de semejante derecho hayan sufrido cambios visibles.
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Los matices y las sutilezas que ocupan nuestras vidas son en todos los casos fundamentales, ya que marcan la diferencia, y en el caso de la vida de alguien como Hugo Grocio, que poseyó su importancia en un momento concreto de la historia, es imprescindible tratar de mostrar un panorama de su persona, vida y personalidad lo más exacta posible.
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