La historia universal está escrita por aquellas personas queen el transcurrir de los siglos, gracias a su proceder, sus ideas, sus innovaciones o su ingenio; han originado queel género humano, de una forma u otra,avance.
Ya sea inspirando a más personas o siendo una pieza esencial de la acción. Hjalmar Söderberg es una de las personas cuya vida, sin duda alguna, merece nuestra consideración debido al nivel de influencia que tuvo en la historia.Comprender la biografía de Hjalmar Söderberg es comprender más sobre periodo preciso de la historia del ser humano.
Si has llegado hasta aquí es porque tienes consciencia de la relevancia que tuvo Hjalmar Söderberg en la historia. El modo en que vivió y aquello que hizo durante el tiempo que estuvo en la tierra fue decisivo no sólo para quienes conocieron a Hjalmar Söderberg, sino que a caso dejó una huella mucho más profunda de lo que logremosconcebir en la vida de personas que tal vez nunca conocieron ni conocerán ya jamás a Hjalmar Söderberg de modo personal.Hjalmar Söderberg fue una de esas personas que, por alguna razón, merece no ser olvidado, y que para bien o para mal, su nombre nunca debe borrarse de la historia.
Las biografías y las vidas de personas que, como Hjalmar Söderberg, seducen nuestra atención, deben valernos en todo momento como referencia y reflexión para proponer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Intentar entender la biografía de Hjalmar Söderberg, el motivo por el cual Hjalmar Söderberg vivió de la forma en que lo hizo y actuó de la forma en que lo hizo durante su vida, es algo que nos impulsará por un lado a conocer mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que se mueve, de forma inevitable, la historia.
Vida y Biografía de Hjalmar Söderberg
(Estocolmo, 1869 - Copenhague, 1941) Narrador sueco, creador de novelas sicológicas en las que resalta la descripción del Estocolmo finisecular, trasfondo de temas pasionales que reflejan un refinado racionalismo y que fueron fundamento de escándalo entre los ámbitos puritanos. Hijo de un notario, estudió en Upsala y, tras una corto experiencia periodística y un empleo en la aduana por espacio de un par de años, se dedicó de forma exclusiva a la literatura. A partir de 1917 radicó en Copenhague.
Su obra se identifica por el pesimismo, la fina ironía y la resignación. La imposibilidad del amor y "la insanable soledad del alma" son sus temas primordiales. Fue un polemista agudo y un espectador exacto y sin ilusiones; pero la visión desapasionada y la distancia analítica jamás excluyen en él la entendimiento y la simpatía profunda. Su estilo, parco y exacto, está esmeradamente trabajado; su tono estable y frío (y por este motivo extraño al fasto y a la opulencia fabulosa y verbal de la literatura neorromántica del último decenio del pasado siglo) reflejó la Estocolmo de los primeros años de la presente centuria, capital idílica y apacible que se iba convirtiendo en enorme localidad actualizada. Las especificaciones de Estocolmo son interesantes por la recreación de entornos y la riqueza léxica. Fue reconocido como el mejor estilista de su temporada y un profesor del género corto.
De entre sus novelas merece destacarse una obra principalmente autobiográfica, La juventud de Martín Birck (1901). Su personaje principal, Martín Birck, hijo único, vive apartado en la paz apacible de su casa, y los primeros contactos con el planeta exterior, realizados en la "vieja calle", le abruman con su brutalidad. En aquel ámbito, apartado de la auténtica vida, medra el niño, y su áspera soledad le acompaña en su niñez y en su juventud, y le aísla de todo el mundo poco a poco más. Su soledad se acentúa después, en el momento en que, embebido en las ideas naturalistas de su temporada, pierde de a poco sus opiniones religiosas y se distancia de su familia. Solo y retraído, vive ajeno de la vida, inútil de procurarse los medios precisos para casarse con la mujer que quiere; y su amor se marchita, pierde sueños y esperanzas. Así pasa y acaba la juventud de Martín Birck; poesía, ideas y también ilusiones, todo queda encerrado y sellado en una opaca indiferencia, y Martín se transforma en un pobre usado que, a la luz de la lámpara verde, trabaja apático, resignado y vencido.
En la novela, que tiene páginas de verídica poesía, como aquellas en que la noche invernal absorbe y encierra a los 2 amantes desolados y solos, fabricadas mucho más expresivas por lo apagado de la narración, encontramos sorprendentes especificaciones de la región natal del creador. Es este entre los incontables puntos de contacto de este libro con la obra de August Strindberg, quien, con su Sala roja y El hijo de una criada semeja haber inspirado y guiado la obra. Otras novelas interesantes de su producción son Extravíos (1895), El doctor Glas (1905), Corazón alterado (1909) y Viaje a Roma (1929).
De su faceta como dramaturgo se destaca Gertrudis (1907). Como en La señorita Julia de Strindberg, la acción de la obra aparece de una ensaltación de los sentidos que acaba en una triste soledad del alma. Pero mientras que Strindberg procura ofrecer a su comedia una solución ética, llevando a la personaje principal al suicidio, Söderberg no posee otro fin que el de retratar fielmente uno de muchos puntos de la vida. Como Julia, Gertrudis, casada con un hombre rico que la circunda de comodidades y cuidados, termina por ser la apasionado de un músico, muy inferior a ella en clase y cultura. Pero en el momento en que, tras haber luchado con su marido para conseguir la independencia, comunica a su apasionado que obtuvo la separación, este rechaza su conducta y le afirma que está a puntito de casarse con otra mujer. El vacío mucho más absoluto y frío se apropia entonces del alma de Gertrudis, y en esta agobiada desilusión acaba la obra, cuyo éxito hay que, más que nada, a la capacidad técnica del creador, revelada en la consistencia del diálogo y en la distribución de las situaciones.
Igual sensación de desesperanza genera uno de sus dramas mucho más representativos, La estrella de la tarde (1912). Una joven sirvienta de un pequeño café, tras haber luchado contumazmente contra las solicitaciones de un viejo y adinerado paisano, escoge por fin sacrificarse para socorrer del suicidio a su prometido, joven inventor sin fortuna. Pero el viejo revela insolentemente el juego y la repudia, diciendo que no va a dar jamás su dinero a mujeres que se venden. Por la consistencia y la maestría del diálogo, por el profundo sentimiento velado de un amargo cinismo, este pequeño drama es la obra de teatro mucho más conseguida y que mejor caracteriza el arte y el espíritu del creador. Hjalmar Söderberg escribió asimismo múltiples volúmenes de ensayos: El fuego de Yahvé (1918), Jesús Barrabás (1928), El Mesías transformado (1932) y El último libro (1942). En 1934-44 apareció una compilación completa de sus proyectos, en diez tornos.
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