Las biografías y las vidas de personas que, como Gustavo Adolfo Bécquer, cautivan nuestra curiosidad, deben servirnos siempre como punto de referencia y reflexión para proponer un marco y un contexto a otra sociedad y otra época que no son las nuestras. Tratar de comprender la biografía de Gustavo Adolfo Bécquer, el motivo por qué Gustavo Adolfo Bécquer vivió como lo hizo y actuó del modo en que lo hizo durante su vida, es algo que nos impulsará por un lado a conocer mejor el alma del ser humano, y por el otro, la forma en que avanza, de forma inevitable, la historia.
Vida y Biografía de Gustavo Adolfo Bécquer
(Gustavo Adolfo Domínguez Bastida; Sevilla, 1836 - Madrid, 1870) Poeta español. Junto con Rosalía de Castro, es el máximo gerente de la poesía posromántica, inclinación que tuvo como aspectos propios la temática intimista y una aparente facilidad expresiva, distanciada de la oratoria vehemencia del romanticismo.
La obra de Bécquer ejercitó un fuerte influjo en figuras siguientes como Rubén Darío, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez y los versistas de la generación del 27, y la crítica lo evalúa el iniciador de la poesía de españa moderna. Pero mucho más que un enorme nombre de la historia literaria, Bécquer es más que nada un poeta vivo, habitual en todos y cada uno de los sentidos de la palabra, cuyos versos, de conmovida voz y alada hermosura, han disfrutado y prosiguen disfrutando de la predilección de millones de leyentes.
Biografía
Hijo y hermano de pintores, quedó huérfano a los diez años y vivió su niñez y su adolescencia en Sevilla, donde estudió humanidades y pintura. En 1854 se trasladó a Madrid, con la intención de realizar carrera literaria. Sin embargo, el éxito no le sonrió; su ambicioso emprendimiento de redactar una Historia de los santuarios de España fue un fracaso, y solo logró difundir un tomo, años después. Para poder vivir debió ocuparse al periodismo y llevar a cabo adaptaciones de proyectos de teatro extranjero, eminentemente del francés, en colaboración con su amigo Luis García Luna, adoptando los dos el seudónimo de «Adolfo García».
Durante una estancia en Sevilla en 1858, estuvo nueve meses en la cama gracias a una patología; probablemente tenía que ver con tuberculosis, si bien ciertos biográfos se decantan por la sífilis. Durante la convalecencia, donde fue precaución por su hermano Valeriano, publicó su primera historia de historia legendaria, El caudillo de las manos rojas, y conoció a Julia Espín, según algunos críticos la musa de ciertas de sus Rimas, si bien a lo largo de un buen tiempo se creyó equivocadamente que tenía que ver con Elisa Guillén, con quien el poeta habría mantenido relaciones hasta el momento en que ella lo abandonó en 1860, y que habría inspirado las creaciones mucho más amargas del poeta.
En 1861 contrajo matrimonio con Casta Esteban, hija de un médico, con la que tuvo tres hijos. El matrimonio jamás fue feliz, y el poeta se refugió en su trabajo o en la compañía de su hermano Valeriano, en las fugadas de este a Toledo para colorear. La etapa mucho más provechosa de su trayectoria fue de 1861 a 1865, años en los que compuso la mayoría de sus Leyendas, escribió crónicas periodísticas y redactó las Cartas literarias a una mujer, donde muestra sus teorías sobre la poesía y el cariño. Una temporada que pasó en el monasterio de Veruela en 1864 le inspiró Cartas desde mi celda, un grupo de preciosas especificaciones paisajísticas.
A nivel económico las cosas mejoraron para el poeta desde 1866, año en que consiguió el empleo de censor oficial de novelas, lo que le dejó dejar sus crónicas periodísticas y concentrarse en sus Leyendas y sus Rimas, publicadas en parte en el semanario El museo universal. Pero con la revolución de 1868, el poeta perdió su trabajo, y su mujer lo abandonó ese año.
Se trasladó entonces a Toledo con su hermano Valeriano, y allí terminó de reconstruir el manuscrito de las Rimas, cuyo primer original había desaparecido en el momento en que su casa fue saqueada a lo largo de la revolución septembrina. De nuevo en Madrid, fue nombrado directivo de la gaceta La Ilustración de Madrid, donde asimismo trabajó su hermano como dibujante. El fallecimiento de este, en el mes de septiembre de 1870, deprimió asombrosamente al poeta, quien, intuyendo su muerte, entregó a su amigo Narciso Campillo sus auténticos a fin de que se hiciera cargo de ellos tras su óbito, que ocurriría tres meses tras el de Valeriano.
La obra de Gustavo Adolfo Bécquer
La enorme popularidad literaria de Bécquer se apoya en sus Rimas, que comenzaron la corriente romántica de poesía intimista inspirada en Heine y opuesta a la oratoria y ampulosidad de los versistas románticos precedentes. La crítica literaria actualmente, no obstante, no acogió bien sus poemas, si bien su popularidad no dejaría de medrar en los años siguientes.
Las Rimas, así como llegaron hasta nosotros, suman un total de ochenta y seis creaciones. De ellas, setenta y seis se han publicado por primera vez en 1871 al cargo de los amigos del poeta, que introdujeron ciertas rectificaciónes en el artículo, eliminaron ciertos poemas y alteraron el orden del manuscrito original (el llamado Libro de los gorriones, el día de hoy custodiado en la Biblioteca Nacional de Madrid).
El contenido de las rimas fué dividido en 4 conjuntos: el primero (rimas I a XI) es una reflexión sobre la poesía y la creación literaria; el segundo (XII a XXIX), trata del amor y de sus efectos en el alma del poeta; en los poemas del tercer conjunto (XXX a LI) prevalecen el desamor y el desengaño; y los del cuarto (LII a LXXXVI) detallan al poeta enfrentado a la desaparición, decepcionado del amor y de todo el mundo. Las Rimas se muestran frecuentemente antecedidas de la "Introducción sinfónica" que, probablemente, Bécquer preparó como prólogo a su obra.
Su prosa resalta, de la misma su poesía, por la enorme musicalidad y la facilidad de la expresión, cargada de sensibilidad; siguiendo los pasos de Y también.T.A. Hoffmann y Edgar Allan Poe, sus Leyendas recrean entornos fabulosos y envueltos en una atmósfera sobrehumano y enigmática. Destacan por ese ámbito de irrealidad, de secreto, ubicado siempre y en todo momento sobre un chato real que desfigura y desbarata. Así, en La Corza blanca, donde la personaje principal se convierte a la noche en el mencionado animal; o en El monte de las almas, donde exactamente el mismo ámbito de un recorrido amoroso se convierte en el campo del horror espectral y donde el terror llega hasta la alcoba mejor protegida y adornada; o, al fin, en Los ojos verdes y, más que nada, El rayo de luna, donde lo irreal, enfrentado a la verdad, hace elegir a los personajes principales por el sueño, por la disparidad donde desean vivir lo que la verdad les niega. Son conseguidas las especificaciones de entornos: el estruendo de la entrada en la catedral en Maese Pérez, el organista, el silencio del claustro en El rayo de luna o las procesiones espectrales de La ajorca de oro y El Miserere.
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